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  • Se presenta un libro para repensar la historia a través de la cumbia santafesina

    » La Capital

    Fecha: 16/04/2025 13:40

    Este miércoles, la autora Bárbara Pistoia conversará sobre su ensayo “¡Ay, amor!” en la terraza de Plataforma Lavardén. "Tiene algo de urgencia pensar nuestro país a partir de esa música históricamente despreciada y ninguneada", afirmó a La Capital. “La cumbia se presenta en este continente como un acceso a las libertades y fraternidades negadas por la esclavitud”, dice Bárbara Pistoia en la primera línea de su libro “¡Ay, amor! Un ensayo sobre la cumbia santafesina ”, publicado en noviembre de 2024 por la editorial Gourmet Musical. En menos de 100 páginas, la ensayista y productora cultural sitúa al género del litoral santafesino en un entramado social, cultural e histórico. Este miércoles 16, desde las 20, lo presenta en la terraza de Plataforma Lavardén, en conversación con la artista Vanesa Baccelliere (cantante de Girda y los del Alba), con entrada libre y gratuita. Además, sonarán cumbias de la mano de DJ China y una formación integrada por Gonzalo Matías, Male Rozin, Irene Moreno, Maxi Piceda y personas invitadas. También habrá barra de comidas y bebidas. En caso de mal clima, se traslada al Gran Salón, pero el baile continúa. Pistoia es “una apasionada de la no ficción, la crítica y los estudios culturales” que enfocó su recorrido profesional en pensar la música y la cultura popular, en tanto atravesadas “por las tensiones entre raza y clase”. En 2019, publicó “Por qué escuchamos a Tupac Shakur” (Gourmet Musical), sobre el ícono estadounidense del hip hop y el rap. En 2020, en el marco del cumpleaños número 60 de Maradona, convocó a diez autoras de distintas disciplinas para darle forma a “Todo Diego es político” (Síncopa Editora). “Yo creo mucho en la música como instrumento para historiar, para llegar a la historia desde otros márgenes. La escritura de música es como un no lugar que está bueno porque te permite ver desde un margen, y lo que en la historia oficial se olvida, se borra o se ignora, la música lo recupera. La cumbia englobaba, a mi humilde entender, una forma de hacer historia argentina y latinoamericana”, aseguró Bárbara en diálogo con La Capital. De esta manera, el libro recupera los hilos entre la historia de migración que trajo un acordeón al litoral santafesino y lo mezcló con la cumbia que había nacido en Colombia. Una historia en común “En la historia latinoamericana estamos cifrados por la misma estructura vinculada a la colonización, el imperialismo, esclavos traídos de África, cuerpos despojados. Tenemos muchas particularidades y diferencias a lo ancho del continente, pero tenemos una historia en común. Reconectar la historia en común con las particularidades, con aquello inglobalizable, me parece importante en este momento de borrado de lo nacional y de resaltar cosas que nos son ajenas”, agregó Pistoia. En este sentido, la autora afirma que “detrás de cada música, hay historias de comunidades”. Y tal como recupera con su recorrido argumental, sin voluntad de proponer una historia oficial, siempre se trata de historias de comunidades violentadas, marginadas, discriminadas. De hecho, los orígenes comunes de diversos géneros propios del territorio latinoamericano, se remontan a expresiones de resistencia dentro de los procesos de esclavización y colonialidad. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Bárbara Pistoia (@barbmatata) >> Leer más: El abrazo más esperado: Cacho Deicas y Marcos Camino confirman el regreso de Los Palmeras “Yo hago paralelismos entre la cumbia y el hip hop a lo largo del libro, pero también podría hablar hablado del tango, que también tiene un origen negro y mestizo que fue borrado. También podría hablar del rock, que tiene origen negro y fue borrado. Se olvidan los machistas del rock que el rock tiene madre y es una mujer negra”, apuntó Bárbara, en referencia a Rosetta Tharpe, una de las fundadoras invisibilizadas del rock and roll. “Está esta idea de que no hay negros en Argentina. Pero vas a la música y aparecen los negros y todo eso que aparentemente no existe bajo la idea que Argentina nació con la llegada de los barcos europeos a principios del Siglo XX. Hubo otros barcos antes, que trajeron esclavos, y esos esclavos dejaron elementos claves en nuestra cultura. La música acusa historia, y eso me parece riquísimo”, subrayó. Pistoia argumenta con marco teórico pero también con el corazón y con los pies. Actualmente, vive en Rosario y antes de eso residió tres años en la ciudad de Santa Fe, donde todos sus “interrogantes en torno a la cumbia santafesina cobraron otra dimensión”, otra espesura. Es oriunda de “los barrios del Sur de la ciudad de Buenos Aires”, barrios de clase trabajadora donde creció con cumbia de fondo y a la vez con los prejuicios sobre esa música “de negros”. “Soy porteña pero la cumbia es argentina, y tiene algo de urgencia pensar nuestro país a partir de esa música históricamente despreciada y ninguneada, hasta que el mercado empezó a hacer lo suyo, a blanquearla e instalarla por otros medios”, compartió la autora, en respuesta al esperable recelo que podría surgir de unir el objeto de estudio y el dato biográfico. Embed >> Leer más: La vez que Cacho Deicas se fue de Los Palmeras: qué pasó en el verano de 1984 La masivización de la cumbia y la sospecha A lo largo de “¡Ay, amor!”, Bárbara problematiza la rigidez de las nociones de “propio y ajeno” en torno a la música. Y también reflexiona sobre los procesos que facilitaron una aparente legitimación mainstream de la cumbia santafesina en los últimos años, en la que se organizan fiestas masivas en torno al género, suenan Sergio Torres o Mario Pereyra en trends de TikTok, y Leo Mattioli devino una suerte de ícono cool. En este sentido, Pistoia propone diferenciar entre el género musical y la cultura en torno a esa música. “El género es lo que el mercado agarra y lo reduce a un producto que tiene que cumplir con ciertos requerimientos y cultura es el caos, el desorden, el conflicto de procesos, de intereses, de historias”, detalló. El mercado de la industria musical puso en marcha un intento de “blanqueamiento y domesticación” de la cumbia (y otros géneros con raíces en expresiones de resistencia de comunidades marginalizadas), a través de artistas como Tini o Emilia Mernes. Sin embargo, Bárbara observa que ese fenómeno, a pesar de su éxito comercial, tiene un horizonte de vencimiento porque no se vincula genuinamente con la cultura de fondo, más allá de las fórmulas de un género. Embed - URIEL LOZANO / Zapada EN VIVO en UN POCO DE RUIDO ! >> Leer más: Una tatuadora rosarina inmortalizó una "Barbie Leo Mattioli" “El artista popular es popular porque representa un cuerpo social. Si ese cuerpo social no se siente representado por lo que se está imponiendo, aunque no significa que no lo consuma o que no lo baile, después del éxito vuelve al sonido original. La cultura termina venciendo porque tiene que ver con la historia, no con un resultado ni con un momento del mercado. Toda la utilización de mercado de la cumbia y sonidos similares, acompañó que haya un resurgimiento de cantores populares”, compartió Pistoia. A esto, le suma el surgimiento de espacios como “Un poco de ruido” (el streaming de cumbia con millones de visualizaciones), a la vez masivos y populares, que rompieron con el lugar que históricamente le habían asignado los medios a la cumbia y sus representantes: el de cierta condescendencia o ridiculización de los artistas del género. “Soy cuidadosa en sentenciar que ya está, que no hay más discriminación. Porque hoy puede haber un pibe arriba de un escenario en un festival, bancado por una marca o por cualquier municipalidad, y que al día siguiente lo pare la cana porque usa gorrita. Esos contrastes siguen ocurriendo. Sí hubo mejorías desde los noventa, pero creo que hay que seguir pensando y prestando atención”, concluyó Bárbara. De esta manera, la propuesta del libro, de la autora y de la presentación de este miércoles no es ofrecer respuestas cerradas sino invitar a “un ejercicio de pensamiento” colectivo, el cual busca abrir preguntas que lleven al encuentro. “Es muy urgente abandonar esta cultura de ‘factos’ y volver a encontrarnos a través de las preguntas”, cerró.

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