Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Otra vida, con el mate y nuevos paisajes: la historia de Mariela Valenzuela.

    » Primerochaco

    Fecha: 15/04/2025 01:31

    En algún rincón caluroso de Resistencia Chaco, Mariela Valenzuela cerró la puerta de su casa una tarde de Diciembre del 2022 y supo que ya no habría vuelta atrás. No era un adiós, pero tampoco un hasta luego. Era el comienzo de algo que todavía no tenía forma: una vida nueva al otro lado del mundo. Durante años, Mariela fue comerciante. Conocía de memoria el ritmo de los clientes, el peso del trabajo y también la rutina de lo conocido. Pero algo se movía adentro. “Sentía que estaba estancada”, dice hoy, sentada frente al mar de Portimão, en el sur de Portugal donde vive desde hace más de un año junto a parte de su familia, que fue llegando por tandas: primero llegó su hermano, después llegó ella con su hermana y el primo, más tarde su cuñado y al año llegó su mamá con su marido. Una migración familiar con escala emocional. —¿Quién es Mariela Valenzuela? Soy nacida en Buenos Aires, viví mi infancia en un Pueblo de Corrientes llamado 9 de Julio y a los 11 años me mude a tierra natal de mi mamá en el Chaco donde pasé la mayor parte de mi vida. Durante muchos años me dediqué al comercio, particularmente en el rubro avícola. Vivía tranquila, con mi familia, mis afectos, en una rutina estable. Pero algo en mí empezó a hacer ruido. Estudiar Coaching Ontológico me abrió preguntas que no podía ignorar: ¿para qué estoy en esta vida? Esa búsqueda interna fue lo que me empujó a cambiar de rumbo y probar una nueva vida en Portugal y en Irlanda donde viví tres meses. —¿Cómo fue ese proceso de emigrar? Primero vino mi hermano Cristian. Luego, en el mismo viaje, llegamos con mi hermana y mi primo Pablito . Unos meses más tarde llego mi cuñado Agustín. Yo me fui a Irlanda donde viví sola tres meses y volví . Al año llegó mi mamá con su marido . No fue planeado de esa manera, pero cada uno fue llegando en diferentes momentos, con una fuerza natural que nos mueve a buscar estar siempre juntos . —¿Tuviste dudas antes de irte? Sí, claro. Irse siempre da miedo, pero quedarte con las ganas te pesa más. Yo creo que si lo sentís, si algo adentro te lo pide, hay que animarse. Lo importante es investigar bien el lugar, ver si se ajusta a tus expectativas. Por ejemplo, a mí Irlanda me permitió darme cuenta que no quiero vivir en un lugar sin sol. Me afecta emocionalmente. El clima puede parecer un detalle, pero no lo es. No fue un salto al vacío, sino un proceso. Un camino que empezó con preguntas, muchas de ellas surgieron en sus años de formación como Coach Ontológica. Lo primero fue entender que la vida podía tener otro ritmo, otro idioma, otro paisaje. Luego vinieron los trámites, las adaptaciones, las dudas. “Te preguntás si hiciste bien, si te vas a adaptar, si vas a poder”, admite. Pero con el tiempo, los días se ordenaron, y Portugal se fue volviendo casa. —¿Qué le dirías a alguien que está pensando en emigrar? Que lo haga. Que no se quede con las ganas. Que escuche opiniones, investigue, planifique… pero que no postergue algo que siente con fuerza. Y que recuerde siempre que se puede volver. Tu país te espera, ya lo conocés, sabés cómo se vive ahí. Lo nuevo asusta, pero también enseña mucho. —¿Cómo te cambió la experiencia de vivir afuera? Pasé por muchas etapas. Primero la del enamoramiento, todo te fascina. Después llegan los desafíos: la burocracia, los trámites, el idioma. Ahí te preguntás “¿qué estoy haciendo acá?”. Pero después llega la integración, empezás a sentir pertenencia. Ya no sos turista, te volver parte, te integras. Aun así, la nostalgia no descansa. “Extraño los mates, los encuentros con amigos, hablar español, nuestra comida. Y a mi sobrina…”, se le escapa una lágrima cuando lo menciona. Por ésto, en sus planes ya figura un viaje a Argentina para visitar a sus afectos. —¿Extrañás Argentina? Sí, mucho. Extraño a mi sobrina, a mi familia, mis amigos, los mates, los abrazos. Extraño el idioma, la facilidad de comunicarse sin esfuerzo. Me pasó que después de un año fui a conocer España, en el peaje escuché a alguien hablar español y fue como música para mis oídos, me dio felicidad . Esas pequeñas cosas se valoran mucho más cuando estás lejos. —¿Tenés pensado volver? Sí. Quiero viajar a fin de año, pasar el verano allá, estar con mi gente. No sé si me quedaría mucho tiempo, porque estoy en pleno proceso de obtener la residencia acá en Portugal. Pero sí me gustaria disfrutar mínimo dos meses. Mariela no romantiza la experiencia de emigrar. “No es fácil. Al principio todo es nuevo y emocionante, después aparecen los desafíos reales. Pero lo importante es no quedarse con las ganas. Si no te gusta, volvés. Tu país siempre está”, dice con la certeza de quien ha cruzado el océano, pero no ha perdido el norte. —¿Cómo te estás preparando para eso? Estoy enfocada en trabajar y ahorrar para poder disfrutar mi viaje tranquila. A veces me cuesta enfocarme en el presente, porque mi mente ya está allá. Pero estoy aprendiendo a equilibrar: vivir el ahora, sin dejar de soñar con lo que viene. —¿Qué significa para vos la naturaleza? Es esencial. Me regula, me calma. Acá en Portimão estoy en pleno centro, y extraño el verde asi que probablemente me mude, amo los árboles, el pasto. En Argentina toda mi vida vivi siempre rodeada de naturaleza y no me daba cuenta de lo importante que era para mí. Hoy lo valoro muchísimo. Hoy, entre calles empedradas, pasteles de nata y playas del Atlántico, Mariela construye otra versión de sí misma. “Ya no soy turista. Estoy integrada. Y eso también es un logro”, afirma. El acento portugués aún no se le pega, pero ya sabe cómo pedir café sin confundirse, cómo moverse entre trámites, comunicarse. —¿Y cómo te ves en el futuro? No lo sé con certeza. Me voy dejando sorprender. Pero sí sé que quiero seguir conectada con lo que me hace bien: la familia, la naturaleza, la luz del sol… y las preguntas que me siguen moviendo. Desde el otro lado del océano, Mariela no pierde su esencia, pero no duda en un momento en volver categóricamente a pronunciarse : “Si sentís que querés irte, hacelo. Emigrar no es fácil, pero es una experiencia que te transforma. Lo importante es no quedarse con las ganas”, las ganas que día a día surcan en su deambular por esas tierras, como una semilla que cruzó el océano y volvió a renacer.

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por