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» Comercio y Justicia
Fecha: 14/04/2025 19:25
Por Luis Esterlizi (*) El peligro de la insectificación “La vida que se acumula en las grandes ciudades nos ofrece con desoladora frecuencia el espectáculo de ese peligro al que muchos cerebros despiertos han dado el terrorífico nombre de ‘insectitificación’. Es cierto que lo físico no mengua ni aumenta la proporción íntima, porque consiste justamente en la estimulación de sí mismo que el hombre posee; pero puede suceder que, en ausencia de categorías morales, acontezca en su ánimo una progresiva pérdida de confianza y un progreso paulatino del sentimiento de inferioridad ante el gigante exterior. Frente a un complejo semejante -en último término, es un problema de cultura y de espíritu- son contados los medios de autodefensa. La civilización tiende a complicarse y no parece que por el camino de lo exterior pueda resolverse esta incógnita íntima. El materialismo intransigente contaba -sin duda- con el signo mecánico e implacable del progreso, sospechando que, privado de su sombra cósmica, el hombre acabaría por sentirse minúsculo y víctima de la monstruosa trepidación vital (…). Que el individuo acepte pacíficamente su eliminación como un sacrificio en aras de la comunidad no redunda en beneficio de ésta. Una suma de ceros es siempre cero. Lo que caracteriza a las comunidades sanas y vigorosas es el grado de sus individualidades y el sentido con que se disponen a engendrar en lo colectivo. A este sentido de comunidad se llega desde abajo, no desde arriba; se alcanza por el equilibrio, no por la imposición. (La Comunidad Organizada – Julio 1974 – Pág. 48 y 50). Milei contra la comunidad organizada El Presidente de la Nación -un anarquista libertario- nunca ocultó su evidente propósito -considerando la filosofía cavernaria que profesa- de destruir todo aquello que en el pueblo promueva la necesidad y el sentido de la organización, sea política, social o sectorial, etcétera, que obrando institucionalmente defiende derechos e impide el avance de las dictaduras. Tal vez alguien le reste importancia -en estos momentos- al hablar sobre este tema que, sin lugar a dudas, se refiere a organizaciones de una sociedad que hablan de la evolución social para no ser tomada como un cúmulo de insectos o una multitud infinita de ceros. Desde su campaña, utilizó la motosierra para destruir “la casta”, considerando que ésta era la cabeza de la serpiente de la corrupción y que -al cortarla- se acabaría con ella. Pero para Milei lo importante no fue destruir las cabezas de las instituciones ya que para un gobierno autocrático “le cae de perilla” un pueblo desarmado, desparramado y con la cabeza de los dirigentes guardada en el bolsillo. Su objetivo principal es terminar con las entidades intermedias, que son los ámbitos en los que se concentran las fortalezas de un pueblo organizado y -cuando necesitó y pudo- negoció con “la casta”, “la cabeza de la serpiente”, ya que juntos protegen -ambos- sus ambiciones personales. La libertad que pregona se refiere a ”libertades individuales” porque es más fácil gobernar a 40 millones de argentinos sueltos y más cuando cada uno piensa por lo de cada uno. Muy distinto es hacerlo con miles de organizaciones institucionalizadas e integradas directa y solidariamente con la historia, la vida y el futuro de la sociedad que representan. De este análisis podemos deducir que, si queremos ser un país soberano y dueño de nuestras decisiones esenciales, necesitamos fortalecer ética y moralmente a todos nuestros representantes para consensuar, entre todos, el modelo de un proyecto nacional que nos dé identidad propia a los argentinos, dejando de lado problemas raciales, clasistas, partidarios o religiosos. Ése es el camino que nos falta recorrer como única posibilidad de superar la tremenda crisis que impide realizarnos. A estos conceptos agrego que la economía es una ciencia que debe responder -definitivamente- a la política que se utilice, definiendo un proyecto de país en lo interno, teniendo en cuenta lo que sucede geopolíticamente en el plano internacional. Por lo tanto, vemos que Milei, en lo interno, no habla ni le interesa lo que le acontece y piensa el pueblo en su conjunto, ni jamás habló de un plan para la producción y el trabajo que constituyen el basamento de nuestra dignidad nacional y en el plano exterior; entregó el destino de Argentina a lo que decida EEUU; por lo tanto, explícitamente con Milei, nuestro futuro es ser una colonia próspera -pero colonia al fin- de EEUU. Los jubilados y el tercer paro general De estas jornadas nos queda la impresión de que las movilizaciones y el paro tuvieron repercusión en casi todo el país, no sólo en las capitales de provincias sino también en muchos pueblos como parte del hartazgo general de amplios sectores de la población, por la grave situación de una economía de continuos ajustes, sin que nadie perciba una luz al final del túnel. El pueblo viene sufriendo este despiadado accionar por parte del Gobierno nacional, que está dejando serias secuelas políticas, económicas y sociales que no se arreglan sólo con contraer más deudas con el FMI y diferentes fuentes de financiamiento, cuando se carece de un plan definido, concreto y eficaz para comenzar a sacar a los argentinos del desconcierto, la desesperación y la desesperanza. Por otra parte, comprobamos cómo la producción industrial y el desarrollo tecnológico viven una terrible agonía, sólo por la desidia del actual Gobierno. Debemos tener presente que Milei tiene todas sus fichas puestas en una ruleta que tiene una sola casilla: la producción extractivista. Por eso nos preguntamos ¿cuál es el plan de salida? Los grandes interrogantes “Donald Trump levantó una bandera blanca en medio de la guerra comercial que libra principalmente con China. ¿Por qué Trump decidió levantar bandera blanca por 90 días? Por dos razones fundamentales: una, porque el norteamericano medio -acostumbrado a colocar su dinero en acciones y bonos- sintió la “pérdida de riqueza” ante la fenomenal caída de sus riquezas de esas inversiones. Con menos riqueza, era previsible una caída en la demanda y una recesión. La otra fué la pérdida de valor de los bonos estadounidenses, con lo cual EEUU incrementó su deuda (al revés del objetivo trazado por Trump). El doble juego del presidente norteamericano provocó también pérdidas y ganancias para la gestión de Milei. Por un lado, lo favoreció el pronto acuerdo con el FMI, con un desembolso inicial que supera todos los antecedentes. Pero la guerra comercial afectará a los bienes argentinos, que carecen de competitividad por los altos impuestos. Los productos locales conllevan el 50% de su valor en tributos de diferentes jurisdicciones. Sin la rebaja de impuestos, la industria argentina tendrá serias dificultades para competir contra bienes importados (..). La salida de la línea de producción de las pick ups Frontier (Nissan) y Alaskan (Renault) genera serios perjuicios para los autopartistas del cordón industrial cordobés. Más allá de la bandera blanca, Trump apuesta a que la producción se desarrolle en su territorio. La secretaria de Agricultura, Brooke Rollins, lo dijo sin tapujos: ‘Vamos a poner a Estado Unidos primero, no a la carne desde la Argentina” (extracto del Artículo de Juan Turello, publicado por La Voz del Interior el pasado día 12). Conclusión Debemos tener presente que Milei es “consejero delegado” de dictaduras de ultraderecha en Argentina, tal como lo planteó en su última participación en Davos, cuando como Presidente dijo en su discurso que “el feminismo, la equidad, el cambio climático y la inmigración son cabezas del mismo monstruo”. De esta manera equiparó luchas sociales y movimientos progresistas con una conspiración para socavar la libertad individual y el orden social. Hoy tenemos la desgracia de sufrir los estigmas principales de la crisis que lo constituyen la especulación financiera y la corrupción, que conforman un proceso basado en una actitud de soberbia, arrogancia y egoísmo que convierte a los hombres en “lobo de los hombres”. Por lo tanto, ni la casta, ni el sistema de partidos en crisis -como lo estamos comprobando- pueden ser alternativas para conducir “un cambio de época”, por lo que inexorablemente depende de la reactivación de un movimiento nacional con la misión de integrar a los sectores del trabajo, la producción, el comercio, la educación, la cultura, la ciencias y la tecnología, etcétera, para que -junto a la fortaleza espiritual y moral de los jubilados- defienda la soberanía, la independencia y la justicia social del pueblo argentino. (*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba
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