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Concordia » Concordiapolitica
Fecha: 13/04/2025 19:11
El huevo de Pascua es mucho más que una golosina. Su origen se remonta a antiguas celebraciones paganas que también incluían conejos, fertilidad y renovación. Un símbolo que une culturas y creencias a través del tiempo. Cada año, cuando llegan las Pascuas, las vidrieras se llenan de huevos de chocolate, los chicos esperan la visita del conejo de Pascua y las familias comparten un momento especial. Pero… ¿alguna vez te preguntaste por qué comemos huevos en Pascuas? Aunque hoy el huevo es un símbolo asociado al cristianismo, su origen va mucho más atrás en el tiempo y se entrelaza con antiguas tradiciones paganas —como las de la Wicca— donde el huevo también tenía un profundo significado. El huevo en la Pascua cristiana: símbolo de resurrección En la tradición cristiana, el huevo representa el renacer y la vida nueva, conceptos directamente ligados a la resurrección de Jesús. Durante la Cuaresma, los cristianos solían abstenerse de ciertos alimentos, entre ellos los huevos. Al llegar el Domingo de Pascua, no solo se rompía el ayuno, sino que los huevos —acumulados durante ese período— se decoraban y compartían como símbolo de fiesta y renovación. Con el tiempo, esta costumbre fue evolucionando y, como suele pasar con muchas celebraciones religiosas, fue adoptando formas más modernas: aparecieron los huevos de chocolate, luego el famoso conejo de Pascua que los reparte, y así se consolidó una de las tradiciones más populares y dulces del calendario occidental. ¿Qué es la Wicca y qué festividades celebra? La Wicca es una religión neopagana moderna, basada en antiguas tradiciones espirituales vinculadas a la naturaleza, la Tierra y los ciclos del universo. Surgió a mediados del siglo XX pero recoge rituales, símbolos y creencias ancestrales que estuvieron presentes en diversas culturas precristianas. La Wicca celebra un calendario conocido como la Rueda del Año, que incluye ocho festividades principales, llamadas sabbats, relacionadas con los solsticios, equinoccios y cambios de estación. Cada una tiene un profundo sentido simbólico y espiritual, y está ligada a temas como la fertilidad, la cosecha, el renacimiento o la introspección. Una de estas festividades es Ostara, que se celebra durante el equinoccio de primavera (alrededor del 21 de marzo en el hemisferio norte) y que comparte varios símbolos con la Pascua: el huevo, el conejo, la floración y la luz creciente. Es una celebración de la vida nueva, del equilibrio entre la noche y el día y del renacer de la Tierra. ¿Y en el hemisferio sur? Esta flexibilidad demuestra cómo estas festividades pueden mantener su esencia simbólica, sin perder conexión con los ritmos naturales de cada región del mundo. Mientras que en el hemisferio norte Ostara marca la llegada de la primavera, en el hemisferio sur esa fecha coincide con el otoño. Sin embargo, muchas personas que practican Wicca o siguen tradiciones paganas continúan celebrando las festividades en sus fechas tradicionales, reconociendo su simbolismo universal más allá de la estación real. También existen ramas de la Wicca que adaptan el calendario al sur, celebrando Ostara en septiembre, cuando nos toca a nosotros vivir la primavera. Conejos y huevos en la Wicca: la conexión con Ostara Lo que pocos saben es que mucho antes del cristianismo, los huevos y los conejos ya eran símbolos sagrados en las antiguas culturas paganas. En la festividad Ostara, los huevos eran decorados y ofrecidos como símbolos de vida, fertilidad y esperanza, mientras que el conejo representaba la abundancia y el ciclo natural del renacer. Ostara honra a la diosa del mismo nombre, asociada con la aurora, la renovación y el florecimiento. En su celebración, se pintan huevos con colores vivos, se hacen rituales al aire libre, se plantan semillas y se agradece por el regreso de la luz y el crecimiento. Una tradición que trasciende credos Tanto en la Pascua cristiana como en las celebraciones wiccanas, el huevo representa el comienzo, el renacer, la esperanza y la vida en su forma más pura. El conejo, por su parte, es un guiño a la naturaleza y su poder de regeneración. Hoy en día, esta simbología sigue presente, aunque muchas veces se repite por costumbre sin conocer su origen profundo. Al comprender estas raíces, entendemos que más allá de las religiones o sistemas de creencias, hay símbolos que nos conectan como humanidad, recordándonos que la vida se renueva constantemente y que siempre hay espacio para empezar de nuevo.
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