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  • La Virgen de Punta Corral: la historia del milagro en lo alto del mundo que moviliza a miles en Jujuy

    » Elterritorio

    Fecha: 13/04/2025 11:32

    Cada año, más de 120.000 personas descienden 22 kilómetros con la figura de la “Mamita del Cerro” en andas para honrarla en la ciudad de Tumbaya, en una celebración que pronto cumplirá dos siglos. sábado 12 de abril de 2025 | 9:30hs. El culto a la Virgen en el techo del mundo ocurre muy cerca del cielo y para los creyentes muy cerca de Dios. Es una experiencia terrenal y espiritual sin igual y para vivirla es requisito elevarse hasta donde reinan las nubes y los cóndores, a más de 4000 metros de altura en la puna Jujeña, entre los territorios más altos de la tierra. Es la celebración anual de la Virgen de Punta Corral, que mora en lo alto del cerro epónimo, desde donde la vista no alcanza para abarcar la inmensidad geográfica y mística del fenómeno que genera este culto, que pronto cumplirá dos siglos. “Trepan los cerros los promesantes solo por verte en tu altar”, describe la canción desde la voz de los Cantores del Alba. La grandiosidad y belleza del paisaje y la masiva muestra de religiosidad y fervor de los promesantes maravillan, deslumbran al espíritu y estremecen el corazón, cuando la columna colorida de devotos trepa solemnemente entre las rocas, auxiliándose con rústicos bastones, impaciente por el encuentro con la Virgen que veneran. El pueblo argentino es muy mariano. A lo largo y lo ancho del país hay muchas manifestaciones de amor a la Virgen María que compiten en colorido y devoción. Pero como pocas, el distintivo, la peculiaridad de este culto a la Virgen de Punta Corral es el sacrificio extremo. Los peregrinos de todas las edades que salen de Tumbaya caminan estoicos durante doce horas por senderos rocosos bordeados de temibles precipicios y por resbalosos lechos de ríos, para recorrer los 22 kilómetros que separan a la ciudad del abra donde los espera la Virgen. La mayoría llega para agradecer, y si tienen pedidos son elementales: trabajo, pan, salud, prosperidad para la familia y para la Patria… La fe los convierte en valientes, en atletas para afrontar los rigores y las acechanzas del trayecto, con los gigantescos cardones como silenciosos testigos del brío que les infunde la confianza en la que llaman con familiaridad la “Mamita del Cerro”. El esfuerzo no se nota en los rostros sencillos, campechanos, tallados por la geografía y el sacrificio, que en cambio parecen iluminados por la alegría y la esperanza. La mayoría marcha con la espalda abrumada por el peso de la mochila, la bolsa de dormir y la carpa para pernoctar junto a la capilla en la que vive aquella en la que depositan su creencia y esperar la bajada del día siguiente. Muchos agregan la carga de enormes bombos junto a los sikus, porque la música es un elemento central del rito. “Las horas pasan, nada nos cansa”, cantan ellos también. Aunque la subida pone a prueba la resistencia del organismo, los peregrinos se sienten seguros. Los cuidan la “Mamita” y los profesionales del SAME con sus equipos. Son 160 personas en 11 puestos desplegados en las subidas por Tumbaya, Tunalito, Tilcara y Maimará. Los comanda Pablo Jure, director del SAME de Jujuy.

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