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» El Ciudadano
Fecha: 08/04/2025 12:03
Por Candela Ramírez El actual concejal Leonardo Caruana competirá este domingo 13 de abril como candidato a convencional constituyente por la lista de distrito único del Frente Amplio por la Soberanía (FAS). Es el segundo en la nómina, después de Claudia Balagué. Caruana viene de décadas de gestión de salud pública, de sello socialista, hasta que se apartó de la estructura que lo contuvo durante tantos años: cuando se terminó de desarmar el Frente Progresista Cívico y Social. Ese frente de partidos, hoy reformulado como Unidos y en alianza con el PRO, gobierna en la provincia y la ciudad. Caruana se para como opositor a ambas gestiones. A lo largo de la charla con El Ciudadano, Caruana compartirá su preocupación por la falta de información que vio en relación con el debate por la reforma constitucional y qué aspectos le parecen los más importantes a tener en cuenta: “Para mí hay una estrategia del gobierno provincial de no difusión. Cuando en su momento se presentó la boleta única se hicieron capacitaciones en las escuelas, los chicos hacían transmisión a los padres, porque era un cambio de formato. Ahora estamos votando la ley que hace 60 años no se reformula y no se trabajó en ningún ministerio, no hubo sensibilización de lo que significa, de por qué se está haciendo una reforma constitucional”. —¿Qué significa una reforma constitucional de esta envergadura? —Me parece que una cuestión para explicarlo de forma simple es que uno va a escribir lo que puede hacer un Estado o cómo puede cuidar un Estado a la población. Hace 60 años que no se hace esto, Santa Fe quedó a la cola de las reformas constitucionales provinciales. Por algo debe ser que la inmediatez y el corto plazo nos impidió ver el mediano y el largo plazo porque esto no es para un gobierno de turno, aunque el debate aparece como que la Constitución tiene que ver sólo con la reelección del gobernador. O se plantea que es de los políticos para la política y no es así. Esto tiene que ver con la vida cotidiana de las personas. Por eso hay que hacer un esfuerzo doble en explicar que sí tiene que ver con la ciudadanía y que, inclusive, de acuerdo a cómo esté conformada esa asamblea, va a haber oportunidades y también puede haber retrocesos. Es una oportunidad para avanzar en nuevos derechos, para cuidar los que ya se tienen, pero además se puede poner en cuestión mucho de lo que se consiguió a través de la lucha de colectivos y organizaciones. Si bien no se reforma toda la Constitución, dentro de los 42 artículos hay cosas que tienen que ver con la participación, con la democracia directa, con la autonomía municipal y con derechos que uno puede profundizar y darle más letra y contenido para que después ningún gobernador pueda cambiar tanto una política. Lo que se apruebe tendrá rango constitucional. No es lo mismo que en la Constitución las paritarias estén, es decir que tengan rango constitucional o que no la tengan, porque además hoy estamos en una clave donde todo lo que tiene que ver con el cuidado colectivo, las cooperativas, la economía social, está en crisis. Es importante ir a votar el 13. Y después además está la letra chica de los 42 artículos, va a haber mucho tiempo para discutir porque van a ser de seis a ocho entre que se defina la conformación y el día de comienzo de la asamblea para seguir incorporando y viendo la letra de cada artículo. Pero si no vamos a votar, hay riesgos de que fuerzas que hoy tienen mucho impacto mediático y mucha visibilidad puedan ser las que hegemonicen, y entonces tengamos así un riesgo de retroceso, puede pasar que se vaya a menos en vez de ir a más. —¿Por qué te interesó postularte como convencional constituyente? —Lo discutimos en el espacio en Encuentro por Rosario y en el FAS y dijimos que, primero, es una oportunidad histórica. Sólo personas que tienen 80 años han vivido la reforma constitucional del 62. Estar en un proceso de reforma, en una discusión de cada uno de los artículos que se van a reformular para nosotros es importante. Además, dentro del recorrido en el campo de la salud, nos parecía que teníamos elementos, no individuales sino de muchísimos vínculos en Argentina, en Latinoamérica, para decir: hay una oportunidad de darle mucho más contenido al artículo del derecho a la salud. Justamente nuestra lista tiene ambientalistas, referentes de pueblos originarios y de derechos humanos. Está Griselda Tessio o Claudia Balagué, que nadie puede discutir su núcleo de incumbencia. En este caso, el mío, estoy estudiando, viendo e intercambiando con trabajadores de la salud y gestores de otros momentos, inclusive de la época de Hermes (Binner). Buscamos cómo enriquecer el artículo del derecho a la salud en la Constitución. Y por eso soy parte. —Ese es el punto que más te interesa dentro de las posibilidades de reforma. —Esto está dentro de los artículos abiertos a discutir. Hemos mirado constituciones como la de Tierra del Fuego, la de La Rioja y hay posibilidades concretas de incorporar el medicamento esencial, que tenga rango constitucional y que sea accesible para todos los ciudadanos. Es una posibilidad, inclusive, incorporar la producción pública de medicamentos, que en nuestra provincia y ciudad son de jerarquía. He estado en contacto con funcionarios centrales a lo largo de estas décadas en donde algunos decían: «¿Por qué tenemos que tener un laboratorio de producción pública y no comprarle un laboratorio privado?». Y la verdad es que cuando uno va al Heca, porque tuvo un accidente de tránsito, lo primero que hacen es ponerle suero fisiológico. Ese suero lo hace una empresa del Estado y no es lo mismo tenerlo que no tenerlo. Porque cuando aumenta el dólar, cuando hay periodos inflacionarios, la posibilidad de soberanía de sostener el sistema de salud es porque tenés esos elementos. Y no estamos alejados de tener estas crisis. Estamos en este contexto transitando la posibilidad de alguna que otra escalada y los medicamentos importados son los que aumentan. Si vos tenés que comprar todo al exterior la situación se hace mucho más difícil para garantizar los sistemas de salud. Retomando la figura de Hermes (Binner), cuando él asume como gobernador y quiere reformar la Constitución, uno de sus planteos era reformular la Constitución y que se incorporara en el artículo de salud algo que obligara a la discusión de una ley que garantice un sistema único de salud en la provincia. Esto también es una deuda pendiente. Compiten dos sistemas de salud pública en la ciudad, que no están integrados. La integración depende de la buena decisión política de un gobierno, pero no por ley. Y si vas a Neuquén o a Río Negro, tenés un sistema de salud integrado, que puede funcionar más o menos depende de los gestores, de los contextos nacionales también. Pero no es lo mismo tener un sistema único de salud en donde cada sector de la población sabe claramente dónde tiene que atenderse. Esto no significa ni estatizar ni disolver el sector privado, pero sí garantizar que todos tengan un piso de derechos iguales y no como lo que está pasando hoy: un gran sector de la población puede acceder a determinados servicios y otro gran sector está peleando con listas de espera, no está pudiendo acceder. —¿Qué otros aspectos de los artículos que se pueden modificar te interesan? —Uno tiene que ver con la autonomía municipal y avanzar en mecanismos de democracia directa, de mayor democracia. Yo lo veo en el Concejo, donde hay espacios de participación pero no son vinculantes. Revocación del mandato, discusión de presupuestos participativos en donde vos decidís qué hacés, sólo en una audiencia pública donde deliberás y después decide otro. Ese es un capítulo muy importante y es transversal a muchos de los otros artículos. Me interesa la cuestión de incorporar que la naturaleza sea sujeto de derecho. Todo lo que tiene que ver con el río, los espacios verdes, la planificación urbana. Hoy nosotros lo estamos discutiendo también desde el Concejo Municipal, pero creo que es una clave provincial, ¿qué vamos a hacer con el espacio verde para los próximos 30 años? Los proyectos inmobiliarios a veces están por fuera de una discusión más integral de la ciudad. La autonomía municipal puede permitir eso, pero también discutir la autonomía ¿en qué marco? Porque darle todo el poder, entre comillas, a que cada ciudad defina por sí sola sin pensar en las regiones también puede ser complejo. Hay que incorporar una perspectiva que no vacíe de sentido a la autonomía, sino que le dé un contenido más integral porque a veces se repiten esas frases, «descentralización, descentralización»: en los noventa también hubo descentralización administrativa y no de poder ni de recursos económicos. A veces esas cosas son tramposas. Volviendo a salud, la autonomía en salud es peligrosa si uno piensa que cada ciudad tiene que tener todo. Es decir, la ciudad tiene que tener un equilibrio entre cosas de alta complejidad que no pueden ser solo para la ciudad sino que tienen que ser para la región y cosas que tienen que ser para la ciudad. La autonomía tiene que romper las barreras de la Circunvalación o de los límites geográficos de una ciudad. —¿Está delimitado qué implica esa autonomía o esa es una de las cosas que se puede discutir? —No se saben las implicancias. Eso se discute en la asamblea. —Antes dijiste que la reforma puede resultar más progresiva en cuanto a derechos o más regresiva. Recién nombraste algunos de los aspectos que te preocupan; ¿cuáles más? —Por ejemplo viendo lo que pasó con la reforma jubilatoria, con algunos posicionamientos en relación a los reclamos y el derecho a la huelga, me preocupa. También la cuestión de contraponer y que se obstaculicen estos elementos como paritarias y derechos laborales. Me interesa que los comités de higiene y seguridad y los comités mixtos en el trabajo tengan rango constitucional: creo que todas estas propuestas de las fuerzas progresistas pueden estar en riesgo. Además se pueden desdibujar con sutilezas, ahí hay que verlo bien con los abogados. Hay derechos que hoy ya están garantizados y que se pueden poner en cuestión. Digo, ya surgieron algunos posicionamientos en relación a, por ejemplo, derechos sexuales y reproductivos. Puede ser que se pueda retroceder, además de impedir que los nuevos derechos o cosas a las que estábamos acostumbrados, como a discutir paritarias. Puede pasar que se impida que esto tenga rango constitucional y entonces pasen a ser parte del paisaje que pasó alguna vez. —Recién nombraste la palabra progresista. Formaste parte durante mucho tiempo de un frente que llevaba ese nombre también, entre otras palabras, del que ahora no formás más parte y de hecho se reconfiguró también ese nombre. ¿Cómo ves al campo progresista en la provincia? ¿Qué es ser hoy progresista en Santa Fe? —Yo participé en el Frente Progresista y junto con varios espacios políticos del Frente nos fuimos cuando se decide conformar una matriz y un frente donde el posicionamiento era desdibujar los valores de la defensa del Estado, del cuidado de lo colectivo. Creo que hoy esos sectores que quedaron dentro de lo que se llama Frente Unidos están fagocitados por una matriz, hasta lo ha dicho el gobernador, «con amabilidad en el trato de Milei». Yo estaría preocupado si Milei nos trata amablemente en términos personales porque cada decisión que ha tomado a nivel nacional impacta en el no cuidado de los santafesinos, desde las obras públicas o el derecho de los jubilados a tener medicamentos, a la comida, a las políticas alimentarias en los barrios. Ser progresista tiene que ver con muchas cosas que compartimos con muchos espacios del campo popular. No es una atribución del Frente Amplio por la Soberanía, hay muchos espacios. Hoy hay una crisis. Ojalá se hubiese llegado a un frente mucho más amplio, pero no se pudo. Habrá que hacer una lectura de todas las fuerzas políticas. También creo que la política de alianzas para generar acuerdos tiene que ser con las fuerzas políticas que han demostrado transparencia en todos estos años y no con cualquiera. Porque si no se replicaría después en una gestión la imposibilidad de tomar decisiones cuando hay diferencias más estructurales dentro de ese campo también Nuestro nombre es Frente Amplio por la Soberanía, surgió para ampliar, para seguir ampliando. Hay nueve fuerzas dentro del frente, tuvimos diálogo con el sector de Lewandowski, con distintas fuerzas, pero no se pudo llegar a más acuerdos. También se ponían ciertos límites. Con cierta estructura más conservadora del peronismo creíamos que no era posible. No se llegó a concretar, pero con muchos de esos sectores tampoco se cerró la posibilidad de seguir caminando juntos de cara a los próximos años. —También sos concejal; ¿cómo viste estos años del Concejo? ¿Qué falta trabajar ahí? —La transición no fue sencilla. Del Ejecutivo y de tomar decisiones todos los días a la mañana temprano porque inclusive hasta el formato horario te cambia mucho. Soy el único concejal del frente. El Concejo que yo viví tiene mayoría automática. Te puedo decir la foto del Concejo de este año; en otros momentos según cuentan, cuando la necesidad de llegar a un consenso es mayor para que pueda salir determinada ordenanza, la capacidad de diálogo y de negociación es mayor también. Eso yo no lo vi en estos meses. Veo, a veces, a un Ejecutivo muy apresurado en relación a que salgan determinadas ordenanzas, proyectos que tienen muy poca discusión y poco tiempo para estudiarlos. La inmediatez atenta contra la posibilidad de una mirada más integral de los problemas. Esto no significa estar en contra del desarrollo ni del sector privado, pero sí buscar un equilibrio para pensar esta ciudad con 50% de pobres en 30 años. Creo que no se está pensando, por eso para mí dentro de la discusión de la autonomía municipal también el Concejo entra dentro de las instituciones a las cuales hay que repensar. Como los procesos participativos, que en el Concejo son muchos, pero muy pocos vinculantes también. Por ejemplo, se discute el río, el ambiente y hay muchos elementos, hay organizaciones que vienen militando hace años y saben muchísimo de cada uno de esos temas, pero después hay mucho malestar porque no se traduce en transformaciones concretas de los problemas que denuncian. Hay una situación allí que hay que ver. Además hay mucho legislado y a veces no todo está cumplido y reglamentado. Creo que también es necesario hacer alguna crítica del funcionamiento actual. —¿Cuáles son los problemas que más te preocupan de la ciudad? —Una ciudad con pobreza estructural, con casi 50% de pobres, con gente que depende de un plato de comida de una organización social para poder alimentarse… Nada ha cambiado y se ha profundizado en este último año. Lo decía cuando analizamos el discurso de apertura del intendente. Creo que es una ciudad que omite visibilizar en relación a lo más importante, porque una ciudad con 50% de pobreza es una ciudad que no tiene futuro si no la pensamos en forma integral. Se articulan políticas de seguridad y hay más policía, que era necesario y era necesario bajar la violencia letal, pero si todas las otras dimensiones del cuidado no están no creo que se esté cuidando a los rosarinos. Si no se tiene en cuenta el cuidado de la comida, de la educación, de los jubilados, de la la basura y la limpieza que en los barrios es muy, muy compleja, bueno, no se está cuidando a los rosarinos. Es necesario recuperar proyectos estratégicos de la ciudad.
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