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  • Luis Islas: el campeón que no vive de recuerdos, su mirada sobre el Dibu y las anécdotas con Diego

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/04/2025 04:35

    Luis Islas es un exfutbolista y actual entrenador argentino que se desempeñó como arquero. Desde joven mostró su talento en el fútbol. Debutó profesionalmente a los 16 años en Chacarita Juniors y su buen rendimiento lo llevó a Estudiantes de La Plata en 1983, donde se consagró campeón nacional. Fue parte del equipo subcampeón en el Mundial Sub-20 de 1983, obtuvo el Balón de Bronce y fue incluido en el once ideal del torneo. En 1986, se incorporó a Independiente, donde alcanzó su máximo nivel con títulos como la Supercopa Sudamericana en 1994 y la Recopa Sudamericana en 1995. A nivel internacional, fue parte de la selección argentina que se coronó campeona del mundo en el Mundial 86 y fue titular en la Copa del Mundo de 1994. A lo largo de su carrera, defendió el arco en diversos clubes, tanto en Argentina como en el extranjero. En España, jugó para el Logroñés, donde fue reconocido como el mejor arquero de la liga en la temporada 1989/1990. En México, defendió los colores del Toluca y León. Tras su retiro en 2003, se dedicó a la dirección técnica. Se incorporó al cuerpo técnico de Alfio Basile como entrenador de arqueros hasta 2011. Posteriormente, trabajó con Diego Maradona en Dorados de Sinaloa, desempeñando el mismo rol hasta 2019. En 2011, obtuvo su título como director técnico y comenzó su carrera en solitario. Además, dicta clases en las escuelas de la Asociación de Técnicos de Fútbol Argentina y es analista deportivo. Islas es considerado como uno de los arqueros más destacados de la historia del fútbol argentino, tanto por su rendimiento en la cancha como por su carácter y liderazgo. Su legado perdura en la memoria colectiva de los aficionados al fútbol mundial. Luis Islas: “Diego está presente permanentemente presente en mi vida”. (Candela Teicheira) Leo: — Fuiste campeón de América y del mundo con la Selección, con Carlos Bilardo como DT y con Diego Mardona como compañero. Pero no sos de quedarte en el pasado y en la nostalgia, ¿no? Luis: — Es un ADN mío. Vos calculá, a los 15 años de debutar en Primera División, donde competía con hombres de 30 años, competía sanamente, con el Pato Fillol, con Maradona, todos más grandes que yo. Claro que sé lo que hice, lo que hago, todos los recuerdos, ser campeón del mundo, de América, Supercopa, Recopa, etcétera. Pero lo tengo guardado, lo tengo agendado, lo tengo ahí. Sé lo que hicimos, pero vivo mucho más el hoy. Leo: — ¿No sos de tener fotos, de mirar partidos viejos yesas cosas que te aparecen ahora por YouTube? No te regodeás en eso. Luis: — No, porque vivo mucho el hoy. Si me preguntás, ¿cuál es tu mejor momento? Te respondo: hoy. Me mantiene permanentemente informándome, aggiornándome, abriendo horizontes, trabajando. Está bueno que eso siga fluyendo de esa manera. Leo: — ¿Qué te pasa cuando te encontrás con otro campeón del mundo, de tu misma generación, que sí es súper nostálgico y te dice: “Luisito, te acordás cuando...”? ¿Qué le decís? Luis: — Pasa mucho eso. Es lindo y yo lo sé, pero es como que lo tengo guardado. Le digo: “Sí, ser campeón del mundo es lo más lindo que te puede pasar como jugador y como entrenador”, pero enseguida también te digo: “Tengo el proyecto este de tal equipo, estoy trabajando acá”. Eso me hace aggiornarme y estar vivo permanentemente, no vivir de lo que uno hizo, sino de lo que está por hacer. Leo: — El mundial de Qatar 2022, más allá de lo que fue la Selección como equipo, resaltó la figura del Dibu Martínez. ¿Es uno de los mejores arqueros de la historia? Luis: — Sí, claro. No tengo dudas. No me gusta poner todo en una misma persona, pero si vos me querés decir, no sé, de los diez mejores arqueros de la historia, sí, claro. Pero no quiero ser irrespetuoso con los antecesores. Por ejemplo, yo no lo vi atajar a Amadeo Carrizo. Pero tengo que respetar lo que me dicen y lo poquito que lo vi. Entonces, ahora vos me decís: “¿Cómo atajaba?” Y no sé bien porque lo vi muy poco. Pero Amadeo, yo lo pongo en ese ranking. ¿Se entiende? Leo: —¿Y tu ídolo? ¿Cuál era el que más te gustó a vos? Luis: — Un arquero que yo te nombraba de chiquito era Carnevali. Si me decís: ¿Por qué? No sé. Pero me gustaba mucho de chiquito. Después tuve la suerte de competir con el Pato Fillol, con Nery Pumpido. Yo soy más chico que ellos, pero cuando arranqué en la Selección competía con el Pato, con Nery, y yo tenía 10 o 15 años menos que Fillol. Leo: — Habrás te habrás cruzado en tu carrera con un montón, como el Loco Gatti, Chilavert. Luis: — Claro, un placer. El Mono Navarro Montoya, Chilavert. Leo: — De la vieja época y de los actuales, incluyendo al Dibu, a Armani, a Chiquito Romero, ¿cuál es el más Islas de todos? Luis: — Es una muy buena pregunta. Yo creo que tenía mucho del Pato. Muy rápido, muy explosivo. Y también tenía, un poquito, lo del Loco Gatti, pero no tanto. Yo jugaba mucho en el área también. Si tenía que salir, lo hacía. El Loco era un poquito más extremista en ese aspecto, pero yo reunía esas dos cualidades: la del Pato bajo los tres palos, que era un animal, y después jugaba un poquito más el área, manejaba mucho más el área, como el Loco. Leo: — ¿Tuviste la chance de charlar con alguno de los jugadores de las últimas generaciones, de compartir y de tener relación? Luis: — Con el Kun Agüero tenemos una muy buena relación. Con Sebastián Verón, también. Con los jugadores de hoy, los trabajo, los dirijo. Pero es muy lindo también cuando me encuentro con los más grandes que yo, por ejemplo, el otro día me encontré con (Jorge) Olguín, que le tengo mucho respeto. Hay una mezcla: el pasado, el presente y el futuro. Leo: — ¿Hay respeto entre las distintas generaciones que vistieron la camiseta de la Selección? Luis: —Sí, claro que sí. El jugador de fútbol en general. Vos sos deportista de naturaleza. El jugador de fútbol se empapa en todo. Sabe quién es José Luis Chilavert, el Pato Fillol, el Loco Gatti. Obviamente, yo respeto mucho esta generación, la valoro muchísimo. Cuando me toca tener una charla, compartir algo de fútbol, lo primero que digo es: “Felicitaciones y gracias”. Porque futbolísticamente: campeones del mundo, bicampeones de América. Ahí hay un proyecto muy elaborado de su presidente, el Chiqui Tapia. Para mí es un proyecto fantástico el de Selecciones Argentina. Un trabajo extraordinario con el cuerpo técnico de Lionel Scaloni, y un plantel de una jerarquía... Leo: — Sumale la Finalissima, los 36 partidos invictos. Un proyecto, una identidad de juego recuperada, me parece. Luis: — Es un equipo que tiene demasiados argumentos futbolísticos para decirte: por algo sos campeón del mundo, bicampeón de América. Leo: — Y qué “alegría” verlos jugar como la última presentación con Brasil, a pesar de no estar Messi. Luis: — Totalmente. Tenemos tanto a Messi como a Diego, los dos mejores jugadores que he visto en mi vida. No lo vi a Pelé, lo respeto, obviamente, pero de lo que uno vio son dos jugadores inigualables. Cuando juega Messi tenés un plus porque él individualmente te rompe cualquier sistema defensivo. Pero no juega Messi y la Selección juega. La Selección tiene un ADN futbolístico. No juega De Paul, la Selección gana. No juega Lautaro, la Selección sigue. Es una Selección con muchos argumentos y mucho recambio aparte. "Ser campeón del mundo es lo más lindo que te puede pasar como jugador y como entrenador”, confesó Islas. (Candela Teicheira) Leo: — Ya hablamos de que no sos nostálgico, pero ¿pasa un día o dos en que no te acuerdes de Diego? Luis: — No. Leo: — ¿Y qué te pasa a vos cuando te acordás de Diego? Porque laburaste con él, jugaste con él. ¿Cómo te pega su ausencia? Luis: — Quizás me ves exactamente igual por fuera, pero cuando me lo comentás, automáticamente es como que se me empieza a generar fuego por dentro. Diego está siempre en mi vida, está en mi casa. Yo no soy de tener camisetas mías, pero tengo una camiseta del Diego, firmada y regalada por él. Tengo un muñequito que se lo regaló a una de mis hijas. Diego, para mí, está presente permanentemente. Por eso hablo mucho en presente, como que Diego está. Leo: —Vos lo compartiste en Arabia, como asistente, entrenador de arquero y parte del cuerpo técnico. ¿Lo extrañás más como amigo que como el Maradona futbolista? Luis: — No. Yo a Diego siempre lo respeté y como jugador no me gusta hablar porque sería repetir las cualidades infinitas. Yo lo valoro muchísimo como persona, con sus cosas. Cada uno es dueño de hacer de su vida lo que quiere. Yo, por ejemplo, soy totalmente distinto a él. Y pudimos compartir dos años y medio dirigiendo juntos, en los Emiratos y en Dorados, en México. Estábamos muy abocados en el trabajo, en la pasión por el fútbol. Entonces lo disfruté muchísimo. Leo: — ¿Y cómo era el día a día con Diego? Porque él era un intuitivo, pero también conocía mucho a los jugadores. Luis: — Todos los días planificábamos. Yo soy un tipo que analiza mucho, planifica mucho. Todos los días nos juntábamos una hora y media antes, dos horas antes para diagramarlo. En Emiratos, nos juntábamos en el hotel. Yo era más de analizar, de evaluar, del análisis de video, de estudiar un poquito más. Después se lo expresaba a él y ahí compartíamos y armábamos una estrategia. Y él participaba muchísimo. Esto es lo que él valoraba, era un tipo muy inteligente. Generalmente todo el mundo le decía: “Sí, sí”, y yo a nivel laboral le decía: “No, va por acá Diego”. Y debatíamos. Había que decirle “no” a Diego... Leo: — Pocos le dicen que no. Luis: —Yo creo que muy poca gente. Grave error porque él lo valoraba muchísimo. Leo: — O sea que a Diego en algún punto le hizo mal que todo el tiempo todos le dijeran que sí. Luis: — No tengo dudas de que decir todo que sí a cualquier persona está mal. Yo nunca me metí en la vida de él y él nunca se metió en mi vida. Compartimos dos años y medio. Yo tomo gaseosa light, no fumo, no tomo nada. Él le gustaba tomar su cerveza, le gustaba fumar su habano. Y siempre compartimos los momentos. Pero él a su manera y yo a la mía. Un día me agarró de la cara y me dijo: ”Luis, vos sos mis ojos futbolísticos”. Cuando me acuerdo de eso, me corre ese fuego por dentro. Yo lo respeté mucho, lo respeto mucho y lo quiero mucho. Sé que está descansando en paz con su mamá y su papá, y está siempre, siempre en mi vida, en mi familia. Leo: — Debés tener muchas anécdotas de la época de Emiratos Árabes. Luis: — Hermosas. Un día estábamos en el banco en los Emiratos y viste los nombres de los jugadores emiratíes. Entonces era difícil recordarlos. Un día estábamos en el banco y estaban calentando los suplentes atrás del arco. Le digo: “Vamos a meter a Khalil Abdullah”. Leo: — ¿Vos los conocías bien? Luis: — Yo, claro. Entonces, le digo: “Llamemos a Khalil Abdullah”. Se para, hace dos o tres pasos, se da vuelta y me dice: ”¿Quién es ese?” Con esa cara de Diego como diciendo: “¿Quién? ¿Cuál es?”. Ahí me paré: “¡Khalil, camon!” para que se levante (risas). Leo: — Extraordinario. Cuando vino corriendo, lo registró. Pero le tiraste el nombre y no sabía cuál era cuál. Luis: — No sabía cuál de todos era. Es que pronunciarlo también era difícil. Después siempre estaba la grandeza de él. A un volante, que era un fenómeno, le decía Mascherano. Lo apodaba “Masche”. Pero el jugador, es una descripción no es discriminación: era negro, morocho, de rulos, nada que ver con Mascherano. Pero como jugaba de cinco, el lo identificaba como Mascherano... Leo: — ¿Y cómo eran ellos con él? Luis: — Tenían mucho respeto. En México, cuando fuimos a Dorados, también. Aparte el idioma era más flexible desde lo técnico, táctico, estratégico. Teníamos encima el plus de lo que generaba Diego. Viste lo que genera Diego en un plantel. Los jugadores nos respondieron muchísimo. Leo: — Y en los Emiratos, que hay muchos regalos constantes y el dinero para ellos no es un problema, le habrán llevado a Diego fastuosidades que seguro te habrás reído en su momento… Luis: — No, en ese sentido no. Diego es muy agradecido. Vos le regalabas algo y él te lo quería agradecer. En un momento pasó con un jugador de fútbol, que es inteligente y pillo. Pero yo, como entrenador, también soy pillo, que le regalaba algo. Por ejemplo, un par de zapatillas. Leo: — El jugador a Diego. Luis: — Sí, entonces después, en la formación, cuando planificábamos, yo le decía: ”Diego va a jugar este, este y este”. Y él me decía: “Ponelo a Juan”, por decir un nombre. Y yo le decía: “No, Juan no está en el equipo hoy. No está porque está Pedro nos da más volumen”. “Sí, pero por qué Juan no está”, me decía (risas). Él quería, por agradecerle al que le regaló las zapatillas, ponerlo un ratito. Leo: — ¿Y vos qué decías? Luis: — Cuando veía un jugador que le iba a regalar algo, le decía: “No, stop. Campeón”. Porque después sabía que me iba a empezar de nuevo... Pero era algo hermoso. A mí me potenció como entrenador vivir experiencias con él. “Te agradezco por haber confiado en mí como entrenador para estar al lado tuyo. Te lo voy a agradecer siempre", fueron las últimas frases de Luis a Maradona. (Candela Teicheira) Leo: — Es lógico que te deje una sonrisa recordarlo. Luis: — Y agradecimiento. Un día sonó el teléfono. “Soy Diego Armando. Luis, quiero que dirijas conmigo”, me dijo. Habiendo 250 mil entrenadores. “Y quiero que vengas conmigo a Emiratos, a Bielorrusia y a Dorados”, dijo después. Un tipo abierto, amable, cariñoso, con sus cosas… Pero un tipo que te da lo que no tiene y tal vez hasta a una persona que ni conoce. Entonces, yo valoro mucho más esos momentos, esos aspectos de la vida. Porque lo que genera Diego es muy fuerte. Estar al lado de él era entrar en un montón de situaciones gracias a él. Que a mí me venga el jeque a hablarme, no me venía a ver a mí, lo venía a ver a Diego. Pero a mí me daba la posibilidad de que el jeque después tenga una charla futbolística conmigo. Leo: — Te hago la última de este tramo homenaje a Diego. Fue durísimo, se nos fue con apenas 60 años y, como muchos dicen, no fue de la manera en que debía ser. ¿Cómo fue tu última charla con él y qué recuerdo final te queda? Luis: — Mi última charla con él fue en México, a punto de jugar la final. Un equipo que habíamos agarrado muy mal, lo llevamos a jugar la final. Creo que uno o dos días previos le digo: “Diego, vení. Vamos a hablar”. Nos fuimos a la mitad de la cancha, nos sentamos los dos en el pasto. La gente pensaba que estábamos hablando de fútbol. Pero como tenía periodistas por todos lados, yo tenía que llegar lo más lejos posible. Y le dije: “Diego, te agradezco haber confiado en mí”, porque habíamos ascendido al Fujairah y llegábamos a la final con Dorados. Entonces le digo: “Te agradezco por haber confiado en mí como entrenador para estar al lado tuyo. Te lo voy a agradecer siempre. Ojalá el próximo partido nos corone campeones”. Jugamos la final y después, obviamente, termina el contrato y me voy a empezar con mi cuerpo técnico. Y él en ese momento me dice: “Para mí también fue un placer. Ojalá vamos a seguir trabajando juntos”. Porque él era más efusivo, no era tan analítico. Y esa fue la última charla en un campo de juego. Después yo me fui a dirigir a Paraguay, a Sol de América. Él agarra Gimnasia, lo empecé a seguir desde la televisión, desde Paraguay. Y lo veía sentado en esos sillones. Tengo esa imagen que me encantaba, verlo en el sillón... Leo: — El sillón del Rey. Luis:— Me parece una actitud fantástica. Pero las últimas imágenes trato de sacármelas rápidamente de la cabeza porque no lo veía bien. Trato de salir de esa imagen rápidamente y me viene a la mente los abrazos, con la remera amarilla de Dorados, cuando hacíamos un gol, nos abrazábamos en el banco. Me quedo con eso. Leo: — ¿Qué ve Luis Islas para él en los próximos 10 o 15 años? Luis: — El próximo equipo que me toque dirigir o el próximo equipo en el que me toque ser director deportivo, quiero ser campeón. Después se puede dar o no. El año pasado me tocó un equipo del ascenso, entonces sabía que no iba a ser campeón, pero tenía que salvarlo del descenso. Siempre son desafíos. Desde los 15, estoy desafiando la vida. Mi vida es un desafío permanente y sigo.

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