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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/04/2025 16:50
Blue Prince, de Dogubomb. Puede que suene algo polémico, pero los rompecabezas constituyen uno de los pilares fundamentales -aunque frecuentemente infravalorado- sobre los que se construye un videojuego. No todo pasa por pegar tiros con una escopeta o matar un monstruo a espadazos. A veces es necesario buscar soluciones usando la cabeza y no la fuerza bruta. Un acertijo bien planteado puede llevarnos sin escalas a ‘La Zona’, recompensando nuestra concentración y compromiso con una resolución ingeniosa y creativa que nos hace sentir como un genio. En este sentido, Blue Prince es prácticamente una obra maestra; un título donde nada está puesto al azar y todo tiene una razón de existir. Una propuesta que puede remitir a muchas cosas, pero que paralelamente no se parece a nada que hayamos podido jugar previamente. No es fácil definir con exactitud qué es Blue Prince, pero intentaré hacerlo del mejor modo posible. El trabajo de Dogubomb es como un juego de mesa que a priori recuerda a Clue Detective, pero con muchos rompecabezas. Sin embargo, también entra en juego una mecánica estilo roguelike muy ingeniosa que le confiere al título una personalidad única y radicalmente diferente a todo lo que podemos ver en dicho género. El resultado es el de una propuesta increíblemente adictiva gracias a los múltiples misterios que plantea. Un videojuego que no sólo consiguió atraparme con una facilidad inusitada, sino que me dejó pensando más allá del tiempo que pasé frente a la pantalla intentando dilucidar el secreto de Mount Holly. Blue Prince, de Dogubomb. El juego nos pone en los pies de un joven llamado Simón que hereda una enorme mansión (Mount Holly) de un pariente fallecido. Pero como suele suceder cuando una persona adinerada y excéntrica escribe su testamento, hay trampa. Para ser considerados como los dueños de esta magnífica propiedad, primero vamos a tener que completar un desafío inusual, y no consiste pasar la noche allí. Por el contrario, el objetivo consiste en recorrer y explorar la gigantesca residencia que consta de 45 habitaciones y encontrar el modo de acceder a la misteriosa habitación 46. El detalle es que somos nosotros los que, al encontrarnos con una puerta cerrada, vamos a decidir qué es lo que aparecerá detrás de ella. Dicho de otro modo, mediante nuestras decisiones nos convertimos en los responsables directos del éxito o fracaso del protagonista. Jugué a Blue Prince por primera vez en la Gamescom 2024, aproximadamente durante una hora, y desde entonces no pude sacar al juego de mi cabeza. Cada vez que Raw Fury (la editora del título) compartía un nuevo avance, sólo pensaba en lo poco que había visto y lo mucho que me quedaba por ver. Ahora, a poco más de 8 meses de haber estado probando el juego junto a Tonda Ros, fundador de Dogubomb, finalmente logré resolver el misterio que me tuvo en vilo durante tanto tiempo. Pero para mi sorpresa, lejos de haber alcanzado el final, apenas estaba comenzando a dar los primeros pasos para hallar la solución de un rompecabezas mucho más grande y complejo. Fue en ese momento en que mi cabeza explotó. Blue Prince, de Dogubomb. De más está decir que no pienso revelar ni un solo acertijo o sorpresa en este artículo. La gracia pasa justamente por descubrir cómo funcionan cada uno de los engranajes de esta compleja ‘maquinaria’, por llamarlo de algún modo. El juego se divide en días y siempre comenzamos nuestra jornada en el vestíbulo de la mansión donde tenemos tres puertas desbloqueadas frente a nosotros. Al tocar una de ellas vamos a recibir tres opciones que nos permiten decidir que vamos a encontrar del otro lado. También contamos con 50 pasos, de los cuales perdemos uno cada vez que entramos o salimos de una habitación. Esto significa que debemos planificar cuidadosamente nuestra ruta y optimizar el recorrido, ya que cuando el contador de pasos queda en cero, el día llega a su fin y las habitaciones descubiertas se borran. Cada habitación de la casa, entre las que se incluyen armarios, dormitorios, talleres, bodegas, una capilla y hasta una sala de seguridad, tiene un número diferente de puertas. Algunas tienen elementos establecidos o generados aleatoriamente, mientras que otras demandan de requisitos especiales o recursos para poder construirlas. Ciertas habitaciones cuentan con efectos que se activan al introducirlas en el plano de la mansión que estamos creando ese día en concreto. Por ejemplo, accediendo a un dormitorio podemos obtener 10 pasos adicionales, pero dado que no cuenta con otras puertas habremos creado un callejón sin salida lo cual nos obliga a buscar otro camino. Este tipo de elecciones son las que pueden llegar a dejarnos atascados, provocando que el día llegue a su final de forma prematura, aunque en determinadas circunstancias esos pasitos adicionales son los que pueden ayudarnos a avanzar un poco más. Blue Prince, de Dogubomb. Al principio todo parece muy sujeto al azar, pero lo cierto es que existe una estrategia tanto en la construcción de la casa, como en la forma de recorrerla. Gestionar el recuento de pasos es crucial y nos obliga constantemente a tomar decisiones difíciles. Sucedió que en una partida, luego de recorrer 10 habitaciones, me encontré con una puerta cerrada lo que provocó que tuviera que volver hacia el vestíbulo, perdiendo varios pasos en el proceso. El caso es que accedí a otro lugar y encontré una llave. En ese momento pensé ¿Debería regresar hacia esa puerta y abrirla, o seguir avanzando por esta nueva ruta?. Esto se antoja como un simple dilema, pero lo cierto es que Blue Prince nos somete constantemente a este tipo de elecciones, por lo que debemos pensar detenidamente antes de movernos por instinto. Además de las llaves también tenemos gemas que sirven para construir habitaciones especiales, y monedas de oro que se pueden gastar en comprar comida para recuperar pasos o en otros objetos extremadamente útiles. Tenemos un martillo con el que podemos abrir cofres que normalmente requieren de una llave, un detector de metales para hallar tesoros escondidos, o una pala para desenterrarlos, entre otros tantos. Lo interesante es que todos cumplen con una función específica que justifica su existencia. Cabe destacar que no siempre vamos a tener que comprarlos, ya que se puede encontrar estos ítems durante la exploración. Eso sí, cuando los pasos se acaben y termine el día, todo se reinicia, incluyendo aquello que hayamos encontrado. Blue Prince, de Dogubomb. Ahora, si bien la jugabilidad es entretenida, lo mejor de Blue Prince son los rompecabezas. Están tan bien pensados que resolverlos se siente tan satisfactorio como eliminar a ese poderoso jefe opcional de tu RPG favorito. Algunos se concentran en habitaciones individuales, pero la mayoría forman parte de algo más grande. Al principio pensé que todo estaba limitado a lo que ocurría dentro de la mansión. Sin embargo, hay mucho más que descubrir fuera de las paredes de Mount Holly. Por supuesto, explorar las habitaciones me permitió recopilar pistas, indicios y fragmentos de información presuntamente inútiles. El tema es que de repente el juego me permitía acceder a una nueva habitación y ahí, todo ese sinsentido comenzaba a tomar forma. Ahí me di cuenta que el juego esconde una metanarrativa que se desarrolla a lo largo de varias partidas. Como resultado, ahora tengo una libreta con páginas garabateadas, llenas de diagramas, números y códigos. De hecho, a algunos de ellos todavía no les encontré utilidad, por lo que no estoy seguro de si se tratan de pistas falsas o verdaderas. He dedicado bastante tiempo a estudiar cada detalle de la mansión y gracias a ello pude darme cuenta de que había cosas que encajaban con algo que había descubierto con anterioridad. Y es que estamos frente a un juego que no nos lleva de la mano. Nos deja hacer y deshacer a nuestro antojo, haciendo que aprendamos de nuestros errores. Blue Prince, de Dogubomb. Todo este conjunto de mecánicas, acertijos y secretos también confieren a Blue Prince un fuerte aire a ‘Sala de Escape’ (Escape Room). La diferencia es que aquí no intentamos huir de la mansión, sino adentrarnos en ella. Cada nuevo día se presenta como una oportunidad de desenredar la maraña de misterios que aquí se esconden, mientras que cada paso nos lleva un poco más cerca de la inamovible y siempre perenne habitación 46. Es un título que cuanto más jugamos, más aprendemos, por lo que conforme pasa el tiempo es fácil darse cuenta que no siempre vamos a estar a merced de los crueles caprichos del azar. Por el contrario, es posible comenzar a tomar control y moldear la mansión, conquistarla y hacernos merecedores de ella, tal como si fuéramos el propio Simón. Es fácil comprender porqué Dogubomb tardó más de 8 años en concluir con el desarrollo, pero el resultado valió la pena. Blue Prince es una joya dentro del ámbito de los videojuegos independientes. Un título que evidencia que los juegos de rompecabezas bien planteados resultan tan divertidos y satisfactorios como uno de acción, y que dentro del género roguelike no está todo dicho. En lo personal, considero que lo mejor que me pudo pasar es jugar sin poder consultar guías, soluciones o pedir pistas a otros jugadores. Esto aportó una capa de desafío extra que se vio recompensada con dosis de dopamina que me hicieron sentir como un genio al descubrir la forma en que todo funciona dentro de Mount Holly. Ojalá que quien lea esto pueda tener una experiencia similar a la que tuve. 9 Un día y muchas opciones Con una premisa sencilla que itera sobre el roguelike y la resolución de rompecabezas, Blue Prince ofrece una experiencia única y satisfactoria donde cada paso y cada puerta nos acerca un poco más a desentrañar un misterio fascinante. Revisado en PC Plataformas: PC PlayStation 5 Xbox Series X Xbox Series S
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