07/04/2025 02:04
07/04/2025 02:03
07/04/2025 02:01
07/04/2025 02:01
07/04/2025 01:54
07/04/2025 01:53
07/04/2025 01:52
07/04/2025 01:52
07/04/2025 01:50
07/04/2025 01:49
Buenos Aires » Infobae
Fecha: 06/04/2025 02:47
Personajes - Noelia Marzol Con los miedos típicos de cuando se emprende algo nuevo, Noelia Marzol se animó a sumar una faceta más y debutó como productora en Bloody Tango, un espectáculo que siempre soñó, con sello argentino y mucho baile sobre el escenario. En una charla con la sinceridad a flor de piel, la artista habló con Infobae sobre los desafíos de su rutina diaria, los tabúes de la maternidad, los cambios en la relación con su marido, Ramiro Arias, y la decisión de hacer terapia de pareja. “Como es mi primera producción, fue un proceso realmente agotador, por todo lo que conlleva empezar a producir en un mundo que está muy copado por los hombres, y encima yo también subo al escenario; así que estoy con la presión de pagar el derecho de piso y demostrar que lo que estamos haciendo es una gran producción”, expresa sobre la nueva apuesta en su carrera. Durante años tuvo la idea en mente, pero después de ser mamá empezó a replantearse seriamente su proyección laboral. “Ser madre me cambió la perspectiva de la vida en general, y empecé a ver la finitud de mi carrera como bailarina, porque sé que tiene una vida útil corta”, reflexiona. Noelia es mamá de Alfonsina, de 2 años, y Donatello, de 3, y contó con el apoyo de su marido para emprender este nuevo camino. “A mí el mundo del teatro me apasiona, y está relacionado con la danza, que es mi gran pasión y algo que no quiero resignar, entonces la única manera que se me ocurría era pasar del otro lado para intentar aportar en lo que amo hacer”, cuenta. Y en paralelo se subió a las tablas en el elenco de Un viaje en el tiempo, la obra que protagoniza junto a Pedro Alfonso, Paula Chaves, Pachu Peña, Viviana Saccone y Sebastián Almada. “Las dos obras son en el Teatro Astral, así que es como mi segundo hogar. De jueves a domingo vivo ahí, de mi casa al teatro todos los días”, dice con humor. En medio de esa ajetreada agenda, trata de organizar momentos únicos con sus dos hijos, que tienen personalidades totalmente diferentes. “Me derriten, son dos bebotes hermosos, y están en mi etapa preferida, cuando ya hablan, se entienden entre ellos, y de repente salen con un plan que me sorprende”, comenta conmovida. —¿Cómo fue la decisión de ponerte a producir un espectáculo? —Hubo que invertir mucho. Gran parte de nuestros ahorros tuvieron que ir destinados a este nuevo proyecto, que era bastante arriesgado porque un show de tango quizá se asocia a un público chico, pensábamos que había un nicho muy chico que lo iba a consumir. Pero de repente explotó y estamos felices, porque íbamos a hacer solo dos funciones y la gente quiso más. Estar en calle Corrientes es un sueño. Noelia Marzol debutó como productora en Bloody Tango. —¿Estuvieron ambos de acuerdo en usar los ahorros de la familia para esta apuesta? —Sí, Rami es de esos hombres que te incentiva todo el tiempo. Lejos de ser una pareja que cela, que genera miedos o inseguridades, siempre fomenta que lleve a cabo mis ideas. Eso es justamente lo que me falta a mí, que muchas veces no me atrevo a llevarlas adelante porque tengo un grado de inseguridad muy grande. —¿Y de dónde crees que viene esa inseguridad? —Creo que de mi familia, de mi papá quizás, pero tampoco es que recuerdo de manera negativa mi educación. Me hizo mucho más rebelde para afrontar otros desafíos y de alguna manera me dio un balance. —Te escuché decir que tu papá no fue el hombre más afectivo del mundo en tu infancia. ¿Creés que tiene que ver con eso? ¿Con una cierta exigencia? —Sí, mi papá tiene un grado de exigencia muy grande para él mismo, y nos lo transmitió a mi hermano y a mí también. Su intención era la de hacernos fuertes, como se decía antes, entonces no nos felicitaba constantemente. Y esa es nuestra relación, un tire y afloje, pero yo sé que él se alegra y se pone feliz por mis logros. Tampoco está bueno que todo lo que yo emprenda sea para demostrarle a él que puedo. —¿Te amigaste con ese vínculo con tu papá? —Sí, después de tener a los nenes realmente el rol que él ocupa como abuelo es alucinante. Todo lo contrario a lo que es como padre, en cuanto al amor, el cariño, estar atento, presente con ellos. Por ahí conmigo no fue así, porque trabajaba 80.000 horas, no estaba nunca en casa, y no era tan afectuoso. —Ahora vos estás con dos trabajos, con Bloody Tango y con Un viaje en el tiempo. —Es que yo siento que el tren pasa una vez, más allá de que en aprendí a dejar pasar cosas y soltar algunas, por la preponderancia que tiene estar un rato más con mis hijos. Cuando llegó la propuesta de irme a Carlos Paz había decidido operarme las lolas porque después de amamantar a los dos niños, tenía ganas de hacerme un retoque estético, y ahí si no pude bailar durante tres meses para que cicatrizara bien. Entonces llegó la posibilidad de ir a Carlos Paz y me gustó, porque es una comedia que es para toda la familia, y podía ir con Rami, que está haciendo de representante de jugadores y puede hacer home office algunos días. Todos cambiamos de ambiente, y también es un grupo súper familiero. Paula y Pedro están con sus hijos colgados del cuello, como estoy yo, así que nos entendimos bárbaro. Noelia Marzol: "Tuve miedo de tener un infarto, porque en un momento estuve muy estresada" —¿Y te gusta tu nuevo rol de productora? —Sí, me gusta. Siento que tengo un nivel de ansiedad muy grande porque me gusta desactivar las cosas o tratar de solucionarlas rápido. Y en este rol lo primordial es solucionar problemas a gran velocidad. Entonces creo que me sienta muy bien. —¿No te estresó mucho? —Muchísimo. Casi me quedo pelada. Tuve muchos meses de caída de pelo, y yo siempre soy bastante trágica, con todo. Entonces todo ese período traté de tomármelo con un poco de humor porque realmente me angustiaba. En mi cabeza siempre iba a quedarme pelada, a morirme de un infarto, a tener que ponerme un stent, ideas catastróficas de ese estilo. —¿Tuviste miedo de tener un infarto? —Sí, tuve miedo de tener un infarto, porque en un momento estuve muy estresada. Me cuesta mucho delegar y había tomado la posta de todo, de vestuario, producción, coreografías, todo lo que tiene que ver con variedades, que es el gremio. Hacía las negociaciones con todo el mundo y me ocupaba de todo. Bordaba vestidos a la noche, me levantaba y arrancaba a llamar, a conseguir canje de zapatos, unas lámparas para que el escenario se vea luminoso y hermoso. Realmente no podía parar de maquinar. Y una noche me agarró un dolor, que era muscular, de haber ensayado ocho horas por día, y la angustia, pero ahí pensé: ‘Acá la quedo’, pero por suerte Rami me ayudó a bajar mi ansiedad. —¿Y hay un diagnóstico de ansiedad? —Sí, hago terapia desde los 15 años. Y hay un diagnóstico, no de pánico, porque nunca tuve ataques de pánico, pero sí sufro de ansiedad. —¿Te dieron alguna medicación en algún momento para la ansiedad? —No, y yo trato de no medicarme, no tomo ni una aspirina, y en mis partos no quise tener anestesia. Trato de no fomentar el negocio de los laboratorios, que muchas veces es un exceso, porque no puede ser que necesitemos medicación para todo. —¿A los chicos los vacunás? —Sí, por supuesto, y también los medico. Si tienen fiebre los medico, porque cuando hay una enfermedad claro que se necesita un medicamento para mejorar. —Hoy si mirás para atrás, ¿sentís que en algún momento dijiste que sí a cosas que hoy ya no te representan? —No, tengo una mirada muy amorosa con todas las decisiones que tuve y con mi pasado. Entiendo que no todas las cosas que hice fueron ideales, soñadas o lo que hubiera esperado, pero a la larga creo que para algo me sirvieron, algún contacto que me quedó de ese momento, alguna persona que conocí, algo, aunque sea muy ínfimo, que después de muchos años por lo general vuelve. Entonces con mi pasado soy bastante amorosa. —Entendiste con el tiempo que los “no” también son importantes. —Sí, lo tuve que aprender porque yo soy del “sí” fácil. La maternidad fue un gran aprendizaje para eso. Cuando llegó Donatello a mi vida, recién ahí empecé a decir mucho más que no, porque tenía otras prioridades y ganas de hacer otras cosas. —Aparte, cuando nació Donatello, y después vino Alfonsina, con ellos nació otra mujer, con intereses y sentimientos distintos. —Sí, la verdad es que sí. Hablar de la maternidad a mí me conmueve muchísimo. No quiero caer en el llanto, pero yo amo ser mamá. Amo a mis hijos, amo criarlos, amo estar con ellos. Me emociona mucho hablar de mis hijos, los amo profundamente. La maternidad me trajo un nivel de felicidad que no había experimentado antes. Noelia Marzol embarazada de Alfonina junto a Donatello. —¿Siempre quisiste ser mamá? —No. Nunca quise. Nunca soñé ser mamá, ni con casarme. —Pero tampoco estaba la negativa. —No, pero en realidad nunca fui de planificar las cosas, traté siempre de que la vida me vaya sorprendiendo. Siempre le digo a mis hijos que uno siempre tiene un abanico de posibilidades, y cuanto más amplio sea, mejor. Está buenísimo tener la libertad de poder elegir qué es lo que uno quiere. Y después hacerse cargo de esas decisiones. Hay algunas que son experiencias positivas, decisiones buenas, y otras que no lo son, pero es uno quien lleva las riendas. —¿Y cómo te llevas con la mamá que sos? —Súper, amo esa faceta. Me encantaría estar en casa muchísimo más tiempo, sobre todo estos días que estuve muy a full, que me mudé a Córdoba y los nenes ya habían arrancado del jardín. No es que me da culpa, porque la verdad es que no siento culpa, porque ellos están con el papá y están súper bien, súper contenidos. También con mi suegra, mi mamá, y están felices. No hay sensación de culpa, sino de ganas, de que realmente anhelaría estar más presente. —¿Qué te gusta hacer con tus hijos? —Me encanta hacerlos reír. Cada uno necesita una actividad diferente para estallar de risa y de alegría. Amo ese momento. Donatello es amante del campo, y hago actividades relacionadas a eso. Aprendí a manejar un tractor, y me voy con él en tractor a cortar el pasto. Lo llevo a ver cómo se siembra y pone mucha atención. Sabe qué mes se cosecha y traté de hacerle una granja en el campo, con gallinas, conejos, gansos. Toda esa vida salvaje a él le fascina y le encanta. —¿Y Alfonsina? —Alfi es mucho más tranquila. Le gusta acompañarme al teatro, hacer salidas gastronómicas, le encanta morfar. Me gusta mucho ir con ella a algún lugar nosotras dos solas, a almorzar, y ella la pasa súper. Le encanta la comida muy condimentada y también lo dulce. Si vamos a merendar a un lugar donde están las tortas expuestas, se vuelve loca, empieza a señalarme todo. Y otra cosa que ama es dibujar. Ella es mucho más de escritorio, más tranquila. Noelia Marzol: "Rami está convencido de hacerse ya la vasectomía, pero yo estoy dudando." —¿Les decís todo lo que los querés? —Sí, todo el tiempo. Al punto que creo que los harto. Realmente, todo el tiempo estoy ‘Donna, te amo’, ‘Alfon, te amo’. Todo el día puedo estar así, abrazándolos, chuponeándolos. Creo que soy una madre densa en ese sentido. —¿Hay algo de ese papá que no lo hacía que generó en vos las ganas de decirlo todo el tiempo? —Si, tal cual. Creo que todo esto es prueba y error. No sé cómo van a salir ellos. Pero tampoco es que lo hago solamente porque me faltó a mí, sino porque me desesperan de amor. —Te derretís con ellos. —Demasiado. —¿Hay un preferido? —No. Pero voy a confesar algo. Esto es re tabú y nadie lo dice. Creo que los primeros meses de Alfi, yo sentía que tenía que proteger a Dona de esta hermana que venía, que un poco le sacaba su espacio. Entonces estuve mucho más atenta a él. Capaz la dejaba la gorda, porque entre que llore Donna con su angustia de hermano mayor, entendiendo lo que le estaba pasando, y que llore Alfi, que era una recién nacida, que lloraba porque no tenía otra manera de expresarse, alguna vez dejé que llore Alfi, y me ocupé de Donna. Eso sí lo hice. Ahora lo que me pasa es que la gorda cualquier cosa la resuelve sola. Es re independiente. Y Dona es todo trágico, y yo creo que tiene que ver con eso. —Vos dijiste antes que sos trágica, así que si la criatura tiene a quién salir. —Sí, Dona es re parecido a mí y Alfi es re parecida al padre en cuanto a la personalidad. —Hablaste de tabúes, vinculados a la maternidad. En cuanto al instinto materno que supuestamente nos tiene que surgir. ¿Vos cómo lo viviste? —Con Dona tuve un embarazo muy lindo, y mi relación con todo lo que tiene que ver con la maternidad fue hermosa. Después, a medida que fue creciendo, eso se fue incrementando. Cuando empezó a expresarse el amor fue instantáneo y progresivo. Con Alfi tuve un embarazo horrible. Tuve un período de depresión preparto. En vez de después del parto, a mí me agarró antes de parir. Estuve muy mal. La panza era muy molesta, me sentía muy mal con el embarazo, y llegó un día que tuve que decirle al médico: “Necesito que me la saques a Alfonsina”. Sentía que estaba generando un vínculo, y que no se malinterprete, porque yo a mi hija la amo, pero necesitaba que estuviese fuera de mi cuerpo. Sentía que me estaba haciendo mal a mi salud. No estaba pudiendo con mi vida, no era feliz, no lo estaba disfrutando. Y ese parto lo indujimos. —¿Estaba término Alfonsina? —Sí, ya estaba término. No había riesgo en adelantar un poco la fecha. Después de haber parido, ahí sí me volvió a surgir el amor. —¿Hubo una conexión rápida? —Sí, estaba muy feliz de haberla parido porque había estado muy deprimida en el proceso anterior. Tuve que hacer mucha terapia. —¿Y tuviste depresión postparto? —No, con ninguno de los dos. —A mí me parece súper importante lo que estás contando, porque le pasa a un montón de mujeres. —Sí, pasa, y mientras te pasa te juega en contra. Es horrible, porque una piensa: “Estoy embarazada, mi hijo está bien, es un bebé sano y me falta un mes para parir como máximo”, entonces querés bancártela y tratar de disfrutar, pero siempre se puede. Incluso en el postparto, que tenés a tu hijo, lo querés, lo amas y por ahí te invade ese sentimiento horrible de no poder disfrutar. —Yo tuve depresión postparto con mi primera hija y sentí que la vida se había vuelto horrible. Tardé dos años en quedar embarazada, y sin embargo por momentos sentía “sáquenme de acá”. Decía: “Está sana, es hermosa, es lo que yo quería, pero no me siento bien”, y creo que está bueno hablar de este tipo de temas tabú. —Exactamente. Yo lo exterioricé un montón. Cada vez que tenía un episodio así, de estar muy angustiada, de no querer levantarme de la cama, de no poder moverme, siempre se lo comenté a Rami. Lo hablé mucho con él, lo hablé con mi médico, con el obstetra, con mi psicóloga, y con mi mamá. Mi mamá, pobre, no lo terminaba de entender porque ella no tuvo ninguna de esas experiencias, ni post ni previo. Pero no me lo guardé y me hacía bien permitirme quejarme de algo que teóricamente no me tenía que quejar. —¿Sentías que tal vez la panza le robaba un poco de mamá a Donatello y que eso te jodía? —Sí, un montón. Cuando quedé embarazada, Dona tenía diez meses. Quería explicarle que iba a venir un bebé, que un bebé estaba creciendo en mi panza, que iba a tener una hermana, pero Donna era tan chiquitito que no entendía. No hablaba, quizá algo intuía, pero no sé si terminaba de entender lo que estaba pasando. Entonces le agarraban berrinches de celos. Y yo pensaba cómo organizar el día del parto, porque me iba a ir de mi casa, y él como hijo único, re apegado a mí, me iba a ver volver con otro bebé. Me preocupaba cómo le iba a afectar, cómo organizarlo para que fuese lo menos traumático posible para él. Así que sí, me re costó. Noelia Marzol: "me costó mucho amamantar a mis hijos porque los dos estaban con libre demanda, y en un momento los amamanté a los dos a la vez" —Hoy estás enamoradísima de ambos. Y antes de empezar la nota, me dijiste que estabas abierta tener un hijo más. Hace un tiempo habías dicho que Ramiro se iba a hacer la vasectomía, pero hoy escuché una Noelia distinta. —Viste cuando te dicen que te olvidás del parto, que después te olvidás de todo, y sí, en un momento te vas olvidando. A mí me costó mucho amamantar a mis hijos porque los dos estaban con libre demanda, y en un momento los amamanté a los dos a la vez. En toda esa etapa le pedí a Ramiro que me grabara videos, que me saque fotos y que me los muestre el día que yo decida querer tener otro hijo, para recordarme todo. —¿Grabó esos vídeos videos? ¿Existen? —Existen, aparezco yo angustiada y llorando. Rami está convencido de hacerse ya la vasectomía, pero yo estoy dudando. —Bajó un poco la angustia. Se ordenaron las hormonas. Terminó el puerperio. —Exacto, sí. Y también que ya tienen cierta individualidad, entonces me dan ganas por momentos de otro bebé. —¿Cómo te llevás con las opiniones en redes? —Me parece increíble lo de opinar de la maternidad. Siempre pienso qué ego debe tener esa gente como para pensar que su opinión es la más importante, cuando la mamá es la persona que más ama a esos niños, y la persona que más desea que sean felices y estén bien. Entonces, qué ego hay que tener para venir a decirme a mí cómo tengo que hacerlo, de qué manera, como si existiera un manual, y que la opinión de esa persona sea la única y válida. —¿Qué te llegaron a decir? —Me han llegado a decir estupideces, pero ya a un nivel de “ojalá se mueran tus hijos”. La gente está muy mal de la cabeza. A veces muestro cosas que sé que van a generar controversia, porque me gusta que se empiece a hablar de determinadas cosas, pero hay otros días que estoy más mala onda, que por ahí leo un comentario que me jode y contesto a la misma altura. Lo uso un poco para drenar mi ira. —Si te agarra más insegura o en algún momento más angustiada, ¿te puede doler algo de lo que te digan sobre tus hijos? —Hoy ya no. Creo que mi exposición fue muy progresiva. Arranqué a trabajar en los medios a los 17 años. Me fui haciendo un caparazón y aprendiendo que la gente opina porque sí, porque está el espacio, y la mayoría de las veces esa opinión frente a frente cambia radicalmente. —¿Y en algún momento te pasa eso de querer escaparte de tu casa? —No, nunca me pasó. Sí quizá invento que tengo una reunión una hora antes de lo que realmente la tengo, o que tengo un ensayo más largo, pero la desesperación por tomarme el palo, esa angustia de encerrarme en el baño y llorar, eso no me pasó. —Pero podés reírte de la situación y decir: “Finjo demencia, que se ocupe Ramiro”. —Tal cual. Y de hecho siento que eso nunca me pasó porque con Rami siempre nos dimos mucha libertad. Él sabe que yo no tengo el ensayo hasta las ocho, pero me puedo quedar hasta las ocho y no pasa nada. Ramiro se ocupa mucho de los nenes. —Lo que tiene que hacer. —Exacto. Él cumple su rol de padre perfecto. Y creo que si los padres ocuparan ese rol activamente, nosotras tendríamos un poco de paz mental para estar más aliviadas. Ramiro se ocupa de las fechas importantes, lleva conmigo la agenda mental, sabe cuándo les toca pediatra, una vacuna, todo. —Compartir la carga mental es un montón. —Es un montón. Creo que no desesperé nunca a tal nivel porque está Ramiro. Si fuera cualquier otra persona me hubiera desesperado un millón de veces. Noelia Marzoil: "Estamos haciendo terapia de pareja" —¿Y como pareja se pudieron reencontrar después de los nacimientos? —No, la verdad que no. Y ahora estamos haciendo terapia de pareja. Nos cuesta mucho encontrar el momento para estar solos, mirar una película, ir a cenar, cosas simples. Antes Rami era muy atento conmigo, en cuanto a cuidarme, tener un esguince y ponerme hielo, llamarme para ver cómo estoy. Todo eso dejó de existir cuando tuvimos los dos nenes porque nos tenemos que ocupar más de ellos. Y a mí me agarró una angustia tremenda. —Dejaste de ser novia. —Sí. —Si yo le pregunto a él, qué cosas tuyas dejaron de existir a partir de la llegada de los chicos, también me va a decir seguramente unas cuantas. —Sí, por supuesto. En principio, compartir la cama de noche es complicado porque siempre termino en el cuarto de los nenes. Antes traíamos a los nenes con nosotros. Después hablamos con la psicóloga y nos dijo que lo ideal es que los nenes no ocupen nuestro lugar. Así que ahora nos pasamos de cuarto nosotros. —En un momento ustedes hacían salida cada dos semanas sí o sí, ¿sigue existiendo eso? —Sí, lo seguimos haciendo. Pero lo dejamos de hacer desde que me fui a Córdoba. En Córdoba tuvimos una crisis muy grande, donde estuvimos muy mal, como diez días. Ahí decidimos hacer terapia. Nunca hubo falta de amor o deseo de separarnos, pero sí tuvimos una crisis grande y dejamos de salir porque ya no tenía ningún sentido. Salíamos para pelear, así que nos propusimos tratar de arreglar esto primero. —¿Y cómo vienen con terapia? —Bien, muy bien. Nos está haciendo muy bien. Está bueno. —Hay parejas que le tienen miedo a entrar en la terapia, porque está la idea instalada de que salís mejor o te separás. —Es verdad. Y uno se termina dando cuenta de que hay que muchas cosas por arreglar. Nos costó arrancar porque teníamos miedo de que termine siendo motivo de separación, o el desenlace. Pero no fue así. Está bueno que haya una mediadora, y sobre todo entender que las peleas que tenemos más que nada tienen que ver con la crianza de los nenes, que él piensa una cosa y yo pienso otra diferente. Ponernos de acuerdo es muy complicado. —Es un papá muy presente. —Claro, y una tiene que darle ese espacio. Me parece que si tu pareja tiene voluntad y quiere ocupar ese lugar de padre presente y estar full, buenísimo. Pero la segunda etapa es que como mujeres tenemos que dejar de pensar que nuestras decisiones son las mejores, y si ese padre va a ocupar ese rol activo, tenemos que cederle ese espacio. —¿Y con qué no acuerdan en la crianza? —Con el tema de límites. Rami es re permisivo y yo vengo de un colegio alemán. Mi papá también fue estricto. Todo tiene que ser de una manera. —Él los podría tener a los dos en la cama. —Él podría no bañarlos durante toda la semana, que estén los dos en la cama, podrían ir al colegio con una zapatilla de un color y otra de otra. Ese tipo de cosas que son inocentes, pero a mí me molestan. Noelia Marzol: "Tenemos que dejar de pensar que nuestras decisiones son las mejores, y si el padre va a ocupar ese rol activo, tenemos que cederle ese espacio". —¿Y en el sexo se reencontraron? —Nunca nos desencontramos, pero tampoco tuvimos la frecuencia sexual que teníamos antes. Siento que lo tenía demasiado sobrevalorado. No ocupa hoy un lugar primordial. Podemos estar tranquilamente teniendo pocas veces relaciones mensuales. —¿Cuánto es “poco” para ustedes? —Eso de “tres veces por semana” en mi caso no pasa, tres veces por semana sería un ideal insoportable con todo el desgaste físico que ya tenemos. Sería casi una tortura tener sexo tres veces por semana. Lo nuestro es muy tranquilo. Podemos llegar a estar una vez cada 15 días, tener un lindo encuentro con los dos concentrados y dedicados a eso. Sino están los nenes que vienen, que van, que se despiertan. —Para algunas personas las mujeres tenemos que tener a los chicos, volver corriendo a trabajar, calzarnos el portaligas y estar tres veces por semana divinas. —Eso es un promedio altísimo, para mí es altísimo. Y cuando la escucho me apiado de esa persona que tiene que poner el cuerpo tres veces por semana. —Hoy una cada dos semanas para vos es un ideal. —Sí, y por ahí intentamos encontrarnos en otro momento, pero cuesta por la rutina. Entonces, una vez cada 15 días, pensamos en un momento lindo para nosotros, concentrados en eso, con una previa, una cenita, un vinito, y concretarlo así, de una manera linda y armónica. —¿Qué se viene para este 2025? ¿Qué crees que pase si charlamos a fin de año? —Por ahí volver a Córdoba con la comedia. Y respecto de Bloody, me gustaría mucho llevar el espectáculo afuera, que estamos tratando de encontrar el contacto. El espectáculo está a un nivel para poder llevarlo, pero hay que hacer un trabajo de hormiga y encontrar a la persona indicada. Ese sería mi sueño.
Ver noticia original