Contacto

×
  • +54 343 4178845

  • bcuadra@examedia.com.ar

  • Entre Ríos, Argentina

  • Contra la fuerza ciega de la ignorancia

    » Diario Cordoba

    Fecha: 01/04/2025 07:05

    Hace algunas décadas no nos hubiésemos imaginado el retroceso político y social que nos embarga. Un avance de la extrema derecha, del fascismo, empezando por los Estados Unidos e Israel y terminando en Rusia. Hace tres años hubiese sido inconcebible pensar en una guerra en plena Europa o en una matanza de miles de niños y niñas en Palestina. No nos hubiésemos imaginado los parlamentos de países democráticos con porcentajes tan altos de grupos políticos xenófobos, racistas, homófobos, machistas, supremacistas del hombre blanco... Políticos, además, que en muchos casos se vanaglorian de su fe cristiana. Una gran desfachatez tomar el nombre de Dios en vano. Gente que no han leído el Evangelio o son unos cínicos de cuidado. Basta con dos pasajes del Evangelio para desmontar sus bulos y artimañas (Lc 6,20-26; Mt 25, 31-46). Traigo a colación el pensamiento del padre de la patria andaluza, Blas Infante, en su libro ‘La Sociedad de las Naciones’, publicado en 1919, tras la finalización de la Primera Guerra Mundial, muy apropiado para el contexto internacional que estamos viviendo. En esos años se fue fraguando un nuevo orden mundial donde se reivindicaba el respeto y las aspiraciones de los diferentes pueblos que habitan el planeta. Para ello se propugnó un organismo supraestatal, la Sociedad de las Naciones. Blas Infante relacionaba en su obra la absoluta subordinación de las naciones a los fines de la humanidad, planteando que «tanto debe lucharse por la libertad de los pueblos como por la solidaridad de todos ellos». Idea que quedaría recogida en el bello lema con el que termina el himno de Andalucía: «¡Sea por Andalucía libre, España y la Humanidad!». No conozco ningún himno que proclame a los cuatro vientos la causa común de la humanidad. Ya que el fin de la humanidad es «la solidaridad entre todos los pueblos». Blas Infante atribuía a los pueblos y sus naciones los mismos derechos imprescriptibles que la Revolución Francesa atribuyera al individuo: «La intercomunicación de todos los pueblos del mundo va propagando y afirmando el alma de la Sociedad de las Naciones, la unidad moral de que hablara Séneca; y al dotar a los pueblos de igual inspiración, acentúa la semejanza de sus necesidades». Don Blas sintetizaba los objetivos de la Sociedad de las Naciones en el mantenimiento de la paz y el reconocimiento de la libertad de los pueblos, garantizando la independencia política y territorial de cada uno de ellos. Abogaba por la supresión de las barreras económicas y por la descolonización. En definitiva, por una justicia universal. Un mundo de justicia e igualdad no necesita rearmarse, mostrando Blas Infante su radical tendencia pacifista: «conviértanse en mercantes los buques de guerra (...), fúndanse cañones y fusiles y funcionen las fábricas de guerra como forjas de industrias de vida y útiles de labranza». La sociedad no necesita una gran milicia para la guerra, sino un gran colectivo de maestros y profesores «contra la fuerza ciega de la ignorancia». *Profesor y escritor Suscríbete para seguir leyendo

    Ver noticia original

    También te puede interesar

  • Examedia © 2024

    Desarrollado por