02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
02/04/2025 13:30
» Diario Cordoba
Fecha: 01/04/2025 07:03
La compraventa de pisos con inquilinos dentro es una vieja conocida del mercado inmobiliario español. El dueño de una vivienda puede vender la titularidad de la misma -su nuda propiedad- a un tercero y conservar su uso y disfrute, hasta el fallecimiento o el vencimiento del contrato. Esta fórmula, generalizada tanto en plena burbuja del ladrillo como tras la pandemia, en una sociedad envejecida permite a los propietarios lograr unos ingresos adicionales para completar su pensión. Mientras, los compradores pueden hacerse con un bien, casi siempre a precios inferiores a los del mercado. Ello facilita su revalorización y la realización de plusvalías en caso de que decida venderlo ya sin el inquilino. Conocida popularmente como la venta de viviendas con bicho y salvando las distancias, tiene ciertas similitudes con un negocio reciente que prolifera en las grandes ciudades, la comercialización de pisos con okupas dentro. Fondos, particulares e inmobiliarias especializadas compran estos inmuebles a propietarios, aunque en este caso no son ellos los que viven allí, sino los okupas. Asfixiados por la presencia de los usurpadores, venden a precios más bajos con tal de quitarse el problema de encima. Los nuevos dueños hacen sus propios cálculos y, si es necesario, pagan al okupa en negro para que se vaya. Así proceden al vaciado y reforma del piso para su venta a un precio superior, como en el caso de la nuda propiedad. El fenómeno crece amparándose en la ralentización de los procesos judiciales de desahucio y los precios inmobiliarios al alza, explica Patricia Castán. En este contexto, urge agilizar la lucha contra la okupación. Iniciativas como la de la Audiencia de Girona de avalar el desalojo policial exprés sin autorización judicial, si la entrada sin consentimiento se ha producido en las 24 horas anteriores, van en la buena dirección. Deben inspirar a una clase política incapaz de consensuar una legislación en esta línea. Ni los partidos del Gobierno, ni sus socios de investidura, ni la oposición están por la labor de pactar en un Congreso de mayorías tan ajustadas como variables. *Directora adjunta de 'El Periódico'
Ver noticia original