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» Comercio y Justicia
Fecha: 01/04/2025 03:52
En medio de la negociación entre Argentina y el Fondo Monetario Internacional (FMI) que incluye entre los temas en debate la modificación del régimen cambiario, la manera de conciliar posiciones es con un shock de reformas estructurales como se planteó en la Agenda de Mayo, según consideró un informe de la consultora Idesa. El ajuste fiscal es inédito y está teniendo excelentes resultados en términos de reducción de la inflación. Pero hay dificultades para recuperar reservas debido a que se subordinó la política cambiaria al objetivo de bajar la inflación. En diciembre de 2023 las reservas eran de 23 mil millones, subieron a 30 mil millones en diciembre 2024 pero en marzo de 2025 volvieron a bajar a 26 mil millones de dólares y siguen en caída. Ante esta situación de vulnerabilidad, el Gobierno decidió gestionar un nuevo acuerdo con el FMI. Pide posponer los vencimientos de deuda que tiene que pagar en los próximos años por el préstamo vigente y fondos adicionales para fortalecer las reservas del Banco Central. Esto generó una situación paradójica. Por primera vez Argentina acude al FMI con las metas fiscales cumplidas y, sin embargo, el acuerdo se demora. Es muy probable que el principal punto de discordia sea que el FMI es remiso a prestar más dólares si no se revisa la política cambiaria y que el gobierno se resiste a hacerlo, antes de las elecciones, por el posible impacto inflacionario que afectaría negativamente su desempeño electoral. La pregunta que cabe hacerse es cuánto sustento tiene el FMI para considerar que es necesario revisar la política cambiaria. Según datos del Banco Central para los meses de enero y febrero 2025 se observa que: La balanza comercial de bienes fue positiva en 1.200 millones de dólares. La balanza comercial de servicios (de la cual 85% es turismo en el exterior) fue negativa en 2.200 millones de dólares y el pago de intereses de deuda externa fue de 2.000 millones de dólares. Estos datos muestran que la necesidad de divisas que tuvo el Banco Central en los dos primeros meses del año fue de 3.000 millones de dólares. Esto es la diferencia entre el superávit de balanza comercial menos el déficit de la balanza de servicios y el pago de intereses de deuda externa. La brecha se cubrió con entrada neta de capitales (préstamos externos menos salida de capitales) positiva en 1.000 millones de dólares y consumiendo alrededor de 2.000 millones de dólares de reservas. Este desempeño da sustento a las reticencias del FMI de que lo más probable que pase con el préstamo es que sea consumido por el turismo en el exterior o la fuga de capitales. La dinámica que se observa en el mercado cambiario sugiere que la estrategia de mantener la actual política cambiaria hasta llegar a las elecciones es contraproducente. Por un lado, porque profundizará la pérdida de reservas. Por el otro, porque afectará negativamente el tejido productivo tanto de los sectores exportadores como de los que tienen que competir con importaciones. Ambos efectos no favorecen la confianza en la marcha de la economía. Más conveniente puede ser establecer un nuevo régimen cambiario que permita tender a equilibrar la oferta y la demanda de divisas. Esto implica un tipo de cambio que desaliente las importaciones de bienes y servicios (en particular, el turismo en el exterior) y la fuga de dólares e incentive las exportaciones y el ingreso de capitales. Es cierto que permitir el aumento del tipo de cambio para equilibrar el mercado cambiario puede generar un rebrote de la inflación. Pero dado que se da en un contexto de superávit fiscal, este impacto debería ser moderado y por única vez. La contrapartida es que contribuirá a sostener la recuperación de la producción tanto de los sectores exportadores como los que compiten con importaciones. Más importante que la flexibilidad cambiaria es dar mayor velocidad e integralidad a las reformas estructurales. Si se diera una señal clara y creíble de que la “agenda de mayo” se comienza a instrumentar (por ejemplo, aprovechar el vencimiento de la moratoria para avanzar hacia un ordenamiento integral del sistema previsional) sería mucho más fácil acercar posiciones con el FMI y mejorarían las expectativas de los agentes económicos. Con un shock de reformas el impacto inflacionario de equilibrar el mercado cambiario será mucho más acotado y transitorio. Porque las reformas son la manera genuina de mejorar la competitividad y disminuir el riesgo país para facilitar la renovación de la deuda pública.
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