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  • Betis gana a Sevilla tras siete años en clásico andaluz apasionado

    » Misioneslider

    Fecha: 31/03/2025 02:50

    Una noche de pasión y razón en el Benito Villamarín **Dicen que pasión y razón no maridan bien**. Que una inhibe los sentimientos. Que la otra los hace descarrilar. Sin embargo, sucedió todo lo contrario en la fresca y ardiente noche de domingo en el **Benito Villamarín**, el hogar del *Gran Derbi*, el clásico de Andalucía, por esta fecha 29 de **LaLiga** de España. El fútbol, se sabe, todo lo hace posible. Así fue cómo **pasión y razón se unieron en feliz y alocado matrimonio** al menos para una mitad de la ciudad que está dividida por las aguas del Guadalquivir y partida por los colores de **dos clubes que se necesitan casi tanto como se odian**. Porque **Betis**, por fin, le ganó a **Sevilla**. Fue un merecido y apretado 2-1. Así, remontada incluida, **hizo añicos una maldición de 12 partidos y siete años sin festejar en el clásico**. Alguien había roto un espejo por la Avenida de Las Palmeras. Y no había avisado. Ya poco importa, claro. Porque será una semana larga. Para los que ganaron. Y también para los que perdieron. La *guasa*, como se dice aquí a la burla, estará a la orden del día. La pasión desbordada en el estadio **La pasión desbordó antes, durante y después en un estadio**, muy parecido al Cilindro de Avellaneda, que late y ensordece. Los béticos no paran de saltar. No paran cantar. No paran. Porque **la afición verdiblanca destila amor por un equipo que no siempre pudo devolverle tanta devoción** a lo largo de una sufrida historia… Fueron días de ansiedad extrema a raíz del parate por la fecha FIFA. Tanta espera -las dos semanas, los siete años y los 12 partidos- provocó que la victoria se celebrara como un título. Hubo vuelta olímpica. Hubo abrazos al por mayor. **Hubo desahogo dentro y fuera de la cancha**. Hubo despedida con términos no aptos para menores para los 500 sevillistas que ocuparon un rincóncito de la bandeja alta del Benito Villamarín y que tuvieron que guardarse en donde les cupiera las pancartas con el escudo de Betis tachado. La razón detrás de la pasión **Toda esa pasión se desató, esta vez, por culpa de la razón**. Porque el equipo del chileno **Manuel Pellegrini**, con 20 minutos del recuperado **Gio Lo Celso** y con el **Chimy Ávila** en el banco, justificó ampliamente la victoria. Y eso que la noche había arrancado cuesta arriba. **Todos los fantasmas, absolutamente todos, aparecieron pasado el primer cuarto de hora**. Hasta ahí había sido un monólogo del dueño de casa. Con **Isco** como manija, con **Antony** y su peligro pirotécnico y con un chico que se llama **Jesús Rodríguez**, que tiene 19 años y que seguramente, en un pestañeo, valdrá entre 30 y 40 millones de euros gracias a su poder de gambeta. Pero en el minuto 17 el belga **Dodi Lukebakio** picó al vacío a la caza de un pelotazo largo, le ganó en la carrera a la defensa rival, pero no se apuró. Todo lo contrario. Frenó, juntó a dos defensores, y esperó para habilitar al suizo **Ruben Vargas**, que controló y le pegó con alma y vida para silenciar -por apenas un ratito- a todo Betis. La remontada y la emoción del clásico **Película repetida pensaba el Ingeniero Pellegrini**, quien todavía nunca había podido ganar el *Gran Derbi*. Pero no se desesperó su equipo. Y siguió tejiendo jugadas para asediar el área del noruego **Orjan Nyland**. Así fue cómo a los 25 minutos, el lateral senegalés **Youssouf Sabaly** llegó hasta el fondo y la picó para que **Johnny Cardoso**, estadounidense con ADN *verdeamarelo* y volante más que interesante, igualara el marcador con una volea al borde del área chica. Era merecido. Y también era una locura lo que empujaban los fanáticos. **El partido tomaba temperatura de clásico. Llegó a tener fiebre**. Una piernita olvidada por ahí. Un empellón por allá. Un empujón de más y todo lo que uno se pueda imaginar. Pero en lo que importaba, el juego, Betis era más. Mucho más. Y la remontada se concretó un ratito antes del descanso. Jesús Rodríguez gambeteó para adentro por enésima vez en la noche, tocó para Isco y el ex Real Madrid, de primera, habilitó a Cucho Hernández, que picó y definió de punta para anticipar la salida de Nyland. **Fue un golazo por la precisión y por la repentización**. Fue un gol que seguramente quedará en la galería de los recuerdos grandes de Betis. Fue una señal de que el colombiano está encendido. Dos goles en los últimos partidos luego de su paso por la MLS. Vigente y picante. El éxtasis de la victoria y la celebración **Esos 45 minutos fueron vibrantes**. Fueron también un gran espectáculo. **Raro para un derbi donde el nervio suele ganarle la pulseada a la calma. Donde la pasión casi siempre traiciona a la razón**. Y se hace esa mala fama de la que todos ya sabemos. La segunda parte mostró a un Betis seguro de que la victoria, esta vez, no se le iba a escurrir de las manos. Isco siguió manejando todo hasta que, condicionado por una amarilla, le dejó su lugar a Lo Celso. Fue la vuelta del miembro estable de la Scaloneta tras una lesión que lo había sacado de las canchas y que le hizo perderse la doble cita de Eliminatorias con los *greatest hits* ante Uruguay y Brasil. Mostró chispazos y valentía para pedir la pelota. Le faltó claridad para resolver alguna que otra contra que pudo haber matado al suspenso y adelantado la fiesta. Lo mismo para Antony, que **dejó atrás las nubes de Manchester United y recuperó la sonrisa y la explosión al calor del sol andaluz**. Todo condujo inevitablemente a la celebración. **Casi que no pasó contratiempos Betis**, que con esta victoria llegó a los 47 puntos e igualó la línea de Villarreal en la compulsa por el quinto lugar, ese que entrega una plaza en **Europa League**. Está cerca también el sueño de Champions -a seis puntos de Athletic de Bilbao, a falta de nueve fechas-. Ambiciones de las que está lejos Sevilla en esta temporada de transición, ya sin argentinos. **La fiesta fue total. El éxtasis de las tribunas bajó a la cancha**. Hubo, como se dijo, una vuelta olímpica para saludar a las cuatro tribunas. El Ingeniero Pellegrini y su inseparable ladero, Rubén Cousillas, miraban con orgullo desde la línea central. Lo Celso, entre festejo y festejo, se cruzó con un par de rivales de Sevilla. No pasó a mayores. No era el momento. Era el momento de gozar. Y vaya si se gozó en el lado verdiblanco de la ciudad. **Con razón. Y, obvio, con muchísima pasión**. En una noche donde la pasión y la razón se fundieron en una victoria histórica para el Betis en el clásico de Sevilla, el fútbol demostró una vez más su capacidad para unir emociones y razonamientos en un escenario vibrante y emotivo.

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