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» Misionesparatodos
Fecha: 30/03/2025 16:41
En las últimas semanas apareció una novedosa sensación entre aquellos dirigentes que fueron elegidos para ocupar el rol de oposición. Contando en esa calificación a los que se asumen como tales y a los que siguen mostrando dudas al respecto. Esa sensación tiene que ver con el debilitamiento que perciben por primera vez de la imagen del Gobierno. Lo que es atribuido a la cantidad de errores de Javier Milei en los últimos dos meses, desde Davos hasta la criptoestafa, y desde la reducción al 1% del crawling peg hasta el incremento posterior del dólar libre y de la inflación. En ese contexto, volvió a aparecer en la oposición algo de la autoestima perdida tras el ascenso al poder de un outsider que les había ganado sin experiencia política, sin estructura partidaria y sin antecedentes de gestión. Ahora, empiezan a creer que quizá dependa de ellos obtener un buen resultado en las elecciones de este año y también en las presidenciales de 2027. Celebro la novedad porque considero riesgosa la construcción de hegemonías absolutas que excluyan la representación opositora de aquellos sectores críticos de los gobiernos de turno. Y el mileísmo, contrario a lo que podrían suponer sus debilidades de origen, muestra una tendencia natural hacia cierto autoritarismo hegemónico. Pese a todo, es probable que el eventual éxito de estos opositores en los próximos comicios no dependa tanto de ellos, sino de las condiciones políticas y socioeconómicas, nacionales e internacionales, que les permitan recuperar la centralidad pasada. En cualquier caso, lo mejor que pueden hacer quienes aspiren a algún liderazgo futuro es seguir a Hegel y estar preparados –bañados, cambiados y peinados– para que la historia los reconozca cuando la vean pasar frente a sus ventanas. Peronistas. En el peronismo las expectativas crecen en función de esa novedosa debilidad que detectan en el Gobierno y de la incapacidad del oficialismo para acordar con el macrismo candidaturas unificadas. El porteño Leandro Santoro es el caso más notorio ya que, según las encuestas, aparece con la sorpresiva chance de ganar en los comicios de mayo para legislador de la Ciudad, un distrito siempre esquivo. No es que los porteños se volvieron mayoritariamente peronistas, sino que la división del electorado macrista entre el PRO y La Libertad Avanza (más los votos que les podrían restar Ramiro Marra y Horacio Rodríguez Larreta) haría posible tal resultado. Tras la caída de la imagen de Milei y la incertidumbre financiera, reapareció en la oposición algo… Su perfil de alfonsinista devenido en peronista moderado es el más digerible para el electorado de CABA. Su campaña intentará despegarse de dirigentes como Cristina Kirchner y Sergio Massa, para centrarse en los asuntos vecinales. Aunque confía en que, además de la división del voto macrista-libertario, lo acompañe el voto anti-Milei de los sectores independientes y progresistas de la Ciudad. Si el PRO y LLA tampoco terminaran acordando candidaturas conjuntos en la provincia de Buenos Aires, también allí crecerían las chances de que el peronismo se vuelva a imponer en el distrito más grande del país. Y aun yendo juntos (¿con Diego Santilli encabezando la fórmula?), la apuesta de Axel Kicillof es que se haga lo suficientemente notorio el deterioro de la administración libertaria para convertir la elección provincial en un plebiscito contra Milei. Haya o no desdoblamiento de esos comicios. Macristas. El mayor desafío lo tienen los opositores más moderados que gobiernan distritos como el de la Ciudad de Buenos Aires. Si se profundiza la imagen negativa de Milei y ellos no se diferencian lo suficiente, podrían quedar pegados al descrédito. Pero si se diferencian demasiado y Milei logra encauzar su gestión, quedarían asosiados a una oposición minoritaria. Las últimas encuestas que manejan cerca de Jorge Macri, además de marcar un virtual triple empate entre el PRO, LLA y el PJ, indican una caída de la imagen positiva presidencial al 46%. En este caso, la estrategia también es debatir solo los temas de la Ciudad y transmitirle al vecino la incertidumbre de qué pasaría con una futura administración libertaria o peronista en la capital del país. Tanto en la Ciudad como en el resto del país, la relación “frenemy” Milei-Macri confunde a votantes y dirigentes del macrismo. El viernes, el expresidente debió viajar a Córdoba para alinear a su tropa, parte de la cual le pidió en la semana un acuerdo explícito con LLA. El problema adicional que enfrentan es que no es por Macri que ese acuerdo no ocurre, sino por los hermanos Milei y Santiago Caputo, que creen que el macrismo ya es historia. Así, el líder del PRO transmite la peligrosa impresión de que, si no fuera porque el Gobierno le da la espalda, él apoyaría sin fisuras la política, la economía y la filosofía de este presidente. Moderados. Para colmo apareció Larreta, uno de los socios fundadores del PRO, que encarna a los que sostienen que la cercanía del macrismo con Milei está destruyendo la base social que en su momento había captado Cambiemos. Gobernadores con expectativas presidenciales como el peronista Martín Llaryora y el radical Maximiliano Pullaro se enfrentan a una disyuntiva similar a la del macrismo: qué tanto separarse o alejarse de esta experiencia libertaria. Los separan de ella diferencias de todo tipo, pero los une la responsabilidad de gestionar provincias sometidas a la típica extorsión de los gobiernos centrales de limitar el giro de fondos a los gobernadores críticos. En 2024, Córdoba y Santa Fe ocuparon el segundo y tercer lugar entre los distritos que más ATN (Aportes del Tesoro Nacional) recibieron, apenas por debajo del territorio bonaerense. Llaryora y Pullaro pueden ser muy distintos de Milei, pero son las necesidades de sus provincias las que condicionan su rol de opositores. Al menos por ahora. La razón de ser de la oposición inevitablemente se relaciona con la razón de ser del oficialismo. En la medida en que Milei consiga que la inflación continúe bajando (uno de los dos mandamientos del 56% que lo votó en el balotaje, el otro fue derrotar al peronismo), es probable que el porcentaje que lo acompañe en las elecciones de este año siga siendo importante. Si bien habrá una pérdida de votos de aquellos desilusionados por la crisis económica o por su antirrepublicanismo; es posible que, con una inflación de un punto o menos, al oficialismo le alcance para salir airoso. De lo contrario, será la hora en que se empezará a vislumbrar quiénes serán los mejor posicionados para suceder a Milei. … de la autoestima perdida. Empiezan a creer que depende de ellos obtener un buen resultado electoral Mientras que eso ocurra, hay dos caminos que los opositores tienen para encontrar su razón de ser. Uno es el del cálculo profesional de estudiar cada paso en función de los pasos del oficialismo, de sus errores y aciertos. Tiene el riesgo que se conoce: que la sociedad descubra el truco y sospeche que a esa oposición no la guían las convicciones políticas sino las especulaciones electoralistas y hasta sus propias preocupaciones laborales. Riesgos y oportunidades. El otro camino es el de ser fiel a las genuinas creencias de cada opositor. Ya sea para decidirse a apoyar abiertamente lo que hace este presidente, como ya hicieron prominentes figuras del PRO, empezando por Patricia Bullrich, o para expresar con claridad su rechazo a las formas y al fondo del modelo Milei. Tiene el riesgo que también se conoce: que ese posicionamiento inequívoco choque con lo que en este momento sienta una mayoría social. Si fueran ciertos ambos riesgos y si se sumara uno más, el de que para una oposición pseudooficialista los votantes preferirán siempre al oficialismo original, quizá lo más recomendable es que los opositores sean lo más parecido posible a lo que de verdad son. Al actual presidente no le fue mal mostrándose tal cual es. Por Gustavo González -Perfil
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