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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 30/03/2025 16:36
El 7 de marzo, Bahía Blanca sufrió la peor inundación de su historia, con más de 300 mm de lluvia en solo ocho horas, un fenómeno sin precedentes que afectó a más de 300.000 personas. (REUTERS/Juan Sebastian Lobos) El 7 de marzo último, Bahía Blanca fue golpeada por un evento climático sin precedentes. En apenas ocho horas, más de 300 mm de lluvia cayeron sobre la ciudad, una cantidad que casi equivale a la mitad del promedio anual de precipitación en la región. Este fenómeno, que se registró como el más intenso en la historia conocida de la ciudad, estuvo precedido por un calor extremo que se había mantenido en el norte de Argentina, Paraguay, Brasil y Uruguay desde mediados de febrero. Las condiciones cálidas y húmedas que prevalecieron durante esos días contribuyeron a una saturación del suelo que, sumada a la lluvia torrencial, provocó una grave inundación, resultando en 16 muertes, más de 1400 desplazados y pérdidas económicas estimadas en 400 millones de dólares. La combinación de calor extremo y lluvias torrenciales, alimentadas por el cambio climático, provocó una tragedia en Bahía Blanca, con 16 muertes y más de 1400 desplazados. (REUTERS/Juan Sebastian Lobos) Este evento trágico puso de manifiesto el papel crucial del cambio climático antropogénico, como se evidenció en un reciente estudio realizado por investigadores de Argentina, México, Estados Unidos, el Reino Unido, y varios más. El análisis se centró en evaluar cómo el cambio climático contribuyó a la magnitud e intensidad de las precipitaciones extremas y el calor severo que antecedieron a las lluvias. 2024 fue el año más caluroso registrado en la historia “El estudio muestra que la influencia del calentamiento global asociado a las actividades humanas favoreció la prevalencia de calor extremo durante buena parte del verano y, en particular para el centro de Argentina, desde la segunda quincena de febrero. Asimismo, estas condiciones de temperaturas muy por encima de los valores normales estuvieron acompañadas por elevados niveles de humedad, lo cual generó bastante malestar en la población durante la semana previa al evento como consecuencia de la elevada sensación térmica. Estos ingredientes (calor y humedad) son el combustible perfecto para el desarrollo de tormentas severas como la registrada en Bahía Blanca y alrededores”, explicó a Infobae el doctor en ciencias de la atmósfera y los océanos Juan Rivera, investigador del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales del Conicet. “En cuanto al análisis de las precipitaciones acumuladas durante la primera semana de marzo, existe una mayor incertidumbre en la atribución, lo cual se asocia a las distintas fuentes de datos utilizadas para cuantificar esta variable. No obstante, si consideramos los datos del Servicio Meteorológico Nacional, existe una clara señal del cambio climático, la cual está favoreciendo una mayor recurrencia de estos fenómenos extremos y una mayor severidad”, precisó el experto. El cambio climático antropogénico influyó en la intensidad de las lluvias y las olas de calor que precedieron a la inundación de Bahía Blanca, según un nuevo estudio internacional. (SMN) Como explicó la doctora Mariam Zachariah, investigadora del Imperial College London, “a medida que el planeta se calienta, debemos prepararnos no solo para eventos de calor extremo y lluvias torrenciales, sino también para situaciones en las que estos eventos se agraven en un área relativamente pequeña, sobrecargando los hospitales y dificultando la asistencia a las personas necesitadas”. Esto subraya la creciente necesidad de sistemas de alerta temprana efectivos y bien financiados, como los que fueron puestos en marcha por el SMN de Argentina durante el evento, pero que, según los expertos, aún tienen espacio para mejoras sustanciales. Cambio climático y sus efectos: el evento de Bahía Blanca Las rutas nacionales 3, 33, 35 y 252 sufrieron daños severos en Bahía Blanca El estudio de la organización World Weather Attribution reveló que el cambio climático inducido por el hombre fue un factor clave en la intensidad de la tormenta en Bahía Blanca. La investigación mostró que el evento de calor previo a las lluvias extremas no solo fue más prolongado, sino también más intenso de lo esperado, y que la combinación de estos factores fue exacerbada por el calentamiento global. A lo largo de la semana previa a la tormenta, el suelo ya estaba saturado por más de 80 mm de lluvia, lo que amplificó el impacto de los 290 mm de lluvia que cayeron en tan solo 10 horas. La tormenta se originó por un frente frío que, tras varios días de clima cálido y húmedo, generó las condiciones perfectas para un evento de tal magnitud. “El cambio climático antropogénico impulsó las altas temperaturas, en parte responsables de las lluvias extremas que azotaron la ciudad argentina de Bahía Blanca a principios de este mes, causando la muerte de al menos 16 personas”, detalló el informe. Sin embargo, los expertos subrayaron que, si bien el calentamiento global probablemente haya aumentado la probabilidad de lluvias intensas, la evidencia disponible no es concluyente en cuanto a la frecuencia de estos eventos. El cambio climático está causando una mayor recurrencia de fenómenos climáticos extremos, como evidenció la tormenta de Bahía Blanca, que dejó consecuencias devastadoras para la ciudad. Sobre ello, Rivera reflexionó: “Si bien hay otros impactos asociados al cambio climático, como el aumento en el nivel del mar, la reducción de los glaciares y la ocurrencia de sequías, las olas de calor y las lluvias extremas tienen un poder de daño muy alto. Esto se debe a que ocurren en períodos de tiempo relativamente cortos (horas a días) y cuando suceden en áreas urbanas vulnerables a estos fenómenos, el impacto en la población es enorme”. Según el estudio, los modelos climáticos también muestran que el cambio climático está provocando que dichas temperaturas sean mucho más frecuentes e intensas. Sin embargo, el aumento en los modelos es menor que en los productos de reanálisis, por lo que probablemente subestime el efecto del cambio climático. “No obstante, mirando hacia el futuro, los modelos muestran una tendencia muy marcada que aumenta con el calentamiento futuro, lo que convierte a este evento en algo común en un clima 2,6 °C más cálido en comparación con la era preindustrial”, sostienen los investigadores firmantes. “Desde la ciencia tratamos de reproducir de la mejor manera posible la dinámica de la atmósfera y todos sus mecanismos, utilizando las supercomputadoras más avanzadas del mundo. Pero a veces las actividades humanas hacen que lo que podemos predecir como un escenario posible para dentro de 20 o 30 años, suceda en la actualidad. Esto pone de manifiesto la necesidad de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero de forma rápida y eficiente, de forma tal de evitar los escenarios con mayores impactos en la sociedad y la biodiversidad del planeta”, analizó Rivera. Desafíos y vulnerabilidades estructurales Más de 400 millones de dólares en pérdidas económicas fueron el saldo de las severas inundaciones en Bahía Blanca, un recordatorio del impacto del cambio climático en las ciudades vulnerables. Además de la dimensión climática, el estudio también destacó la importancia de la infraestructura de la ciudad y su capacidad para manejar eventos meteorológicos extremos. Otro de los hallazgos más significativos del trabajo fue la identificación de vulnerabilidades adicionales en la región, particularmente en el norte de Argentina y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA). Aquí, la alta densidad poblacional, la urbanización descontrolada y el envejecimiento de la población aumentan la exposición de las personas a estos eventos extremos. El informe también destacó que aproximadamente el 50% de la población urbana está empleada en la economía informal, lo que hace que muchas personas sean más vulnerables a los impactos de los fenómenos climáticos extremos, debido a la interrupción de su empleo o la exposición directa al calor y las lluvias intensas. “Este es el primer estudio de atribución relacionado con un evento de lluvias extremas en Argentina. Lamentablemente, si no se toman medidas para limitar la quema de combustibles fósiles, no será el último, dado que las proyecciones futuras indican un probable incremento en la ocurrencia y severidad de estos fenómenos en nuestra región. Es necesario que la planificación urbana, diseñada para el clima del pasado, empiece a considerar lo que nos espera a futuro”, concluyó Rivera. Riesgos futuros y recomendaciones Las precipitaciones extremas en Bahía Blanca, que superaron los 300 mm de lluvia en horas, reflejan un patrón más severo de lluvias debido al aumento global de la temperatura. (AP Foto/Juan Sebastian Lobos) El cambio climático dejó clara su huella en los modelos climáticos, que ahora predicen una mayor frecuencia e intensidad de eventos como el que devastó Bahía Blanca en marzo. Según los modelos utilizados en el estudio, el calentamiento global está haciendo que eventos como las olas de calor extremo sean mucho más comunes. Las temperaturas de verano más altas, que en algunos casos superaron los 40 °C en el norte del país, se esperan cada vez con mayor frecuencia en un futuro cercano. En cuanto a las precipitaciones extremas, el estudio muestra un aumento de entre el 7% y el 30% en la intensidad de las lluvias extremas en las áreas afectadas por el evento, en línea con el calentamiento global de 1,3 °C. Aunque la relación entre el cambio climático y las lluvias es más difícil de establecer, los datos disponibles sugieren que es probable que el cambio climático haya aumentado tanto la probabilidad como la intensidad de las precipitaciones extremas. Con la previsión de un clima más cálido, expertos advierten que eventos climáticos extremos como el de Bahía Blanca serán cada vez más comunes en el futuro cercano. Los expertos concluyen que, para enfrentar los retos futuros, será crucial invertir en sistemas de alerta temprana, una planificación urbana climáticamente inteligente y una preparación que contemple los riesgos múltiples a los que nos enfrentamos. La creación de espacios verdes y azules en las ciudades puede ser una medida clave para reducir el calor en las áreas urbanas, proporcionar alivio durante las olas de calor y disminuir el riesgo de inundaciones. Con estos hallazgos, se refuerza la necesidad de que las políticas públicas se adapten rápidamente a la nueva realidad climática. Esto incluye la mejora de la infraestructura urbana, el fortalecimiento de los sistemas de alerta y respuesta ante emergencias, y un enfoque más holístico que combine la gestión de riesgos climáticos con desarrollo urbano y justicia social. El cambio climático no es un desafío lejano, sino una realidad que ya está afectando a millones de personas en Argentina y en todo el mundo, y las soluciones deben ser implementadas de inmediato para evitar que eventos como el de marzo de 2025 se repitan con mayor frecuencia y con consecuencias más graves.
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