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» Diario Cordoba
Fecha: 29/03/2025 20:47
La despoblación en el mundo rural —la España vacía— ocupa la agenda política desde hace algunos años. Las administraciones están preocupadas por un fenómeno que parece ligado a una transición demográfica que arrancó con la anterior crisis de la primera década del siglo. Con una población ya de por sí envejecida, el descenso de la natalidad y los menores flujos de inmigración dieron como consecuencia un crecimiento vegetativo nulo, cuando no en números rojos. Sencillamente, mueren más personas de las que nacen, y en el mundo rural no hay reposición. Se pierde población irremediablemente. Sin embargo, esa tendencia no es ni de lejos nueva. En el caso cordobés, la mayoría de los municipios, sobre todo los pequeños —aunque también alguno de tamaño medio— llevan casi un siglo perdiendo población. Muchos alcanzaron su pico máximo entre los años 30 y 50 del siglo XX, y a partir de ahí comenzaron un declive continuado, más o menos acusado según la región. Las estadísticas oficiales de los registros históricos del INE indican que hay unas 15 localidades de la provincia que en la última centuria han perdido en torno a la mitad de su población. Otras 16 sobreviven con un tercio de las almas registradas antaño. Pero es que hay incluso quienes están peor y ahora tan sólo tienen una cuarta parte, una quinta o incluso menos. Otro puñado de poblaciones han perdido población en menor medida y sólo unos pocos (salvando la capital) han conseguido ganar habitantes. Evolución de la población desde 1900 en los 16 municipios con mayor riesgo de despoblación de la provincia de Córdoba. / Ramón Azañón Casi todos los pueblos que han perdido población de manera destacada en el último siglo están en la zona norte (ver gráfico de arriba). En términos relativos, el que tiene la tendencia más acusada es Valsequillo, una pequeña población del Valle del Guadiato que hoy en día tiene censadas 361 personas —según el INE—, cuando en la década de los 50 superaba los 2.000. En esa comarca minera se han dado las pérdidas más notorias precisamente tras el cierre paulatino de la minería de carbón y toda su industria asociada. Peñarroya-Pueblonuevo, cabecera de comarca, es la localidad que más ha visto vaciarse su núcleo principal: llegó a tener más de 30.000 habitantes en la década de los 40 del pasado siglo —era la segunda ciudad de la provincia sólo detrás de la capital—, y hoy aguanta a duras penas con 10.000. Justo al lado, Belmez ha sufrido lo mismo —aunque a menor escala— y de 10.000 moradores se ha quedado en menos de 3.000. Y así sigue la lista en prácticamente todos los rincones de la provincia, de Norte a Sur y de Este a Oeste: Belalcázar (de 10.000 a 3.000 habitantes), Bujalance (de 16.000 a 7.000), Cañete (de 7.000 a 3.000), Conquista (de 1.850 a menos de 400), Fuente Obejuna (de 20.000 a 4.500), Zuheros (de 2.500 a 600 y poco)... Sólo un puñado aguantan al calor de la agroindustria. La despoblación desde mediados del siglo XX se debió fundamentalmente a la concentración de la población en la capital; ocurrió lo mismo en casi todas las zonas de producción primaria del país. La gente buscaba oportunidades en las grandes ciudades que por entonces vivían el incipiente desarrollismo e industrialización del país, que pasó de largo en el mundo rural. Sin embargo, algunas comarcas y sobre todo determinadas ciudades medias lograron situarse en el centro de esta revolución urbana y no sólo pudieron estabilizar su población, sino que incluso han ido incrementándola poco a poco. Ciudades medias Así se aprecia en algunas localidades del cinturón que rodea a la capital y en la Vega del Guadalquivir. En esta comarca, La Carlota lleva desde décadas ganando habitantes (ahora son más de 14.000) de forma constante e ininterrumpida y a punto está de duplicar su población con respecto al inicio de la curva ascendente, a principios de los 80. Hoy es el municipio que más crece de toda la provincia. Almodóvar ha incrementado su censo en una cuarta parte desde la misma fecha y ahora supera los 8.000 habitantes. Fuente Palmera está a punto de superar de nuevo la barrera de los 10.000 moradores, que perdió en la anterior crisis, pero su crecimiento sigue un curva ascendente desde principios del siglo XX. Y Palma del Río ha doblado sus registros en los últimos cien años y se mantiene por encima de los 20.000 habitantes. El Norte y el Sur Pozoblanco, en el Norte, supo alzarse como el referente socioeconómico para toda la comarca de Los Pedroches y, gracias a una potente industria ganadera, empezó a incrementar su censo desde principios de los 70. La anterior crisis frenó en seco la tendencia y ya lleva 12 años perdiendo habitantes, aunque a un ritmo muy inferior al de otros municipios del Norte cordobés. En la zona Sur, sobresalen algunas poblaciones medias pujantes gracias al desarrollo industrial ligado al campo o a nichos de mercado como el mueble o el sector del frío de Lucena. La ciudad, la mayor de la provincia tras la capital, lleva creciendo desde los años 60 y ya hay más de 43.000 lucentinos. Montilla, CabraPuente Genil y Priego, todas ellas de tamaño medio en la zona Sur, han conseguido estabilizarse a lo largo de las últimas décadas. En este panorama, la Junta de Andalucía ha elaborado una estrategia para luchar contra la despoblación que se ha puesto negro sobre blanco en un documento aprobado hace escasas fechas. Tiene como objetivo desarrollar políticas para intentar revertir la situación. En la foto fija de la despoblación rural, el citado Plan Estratégico localiza los municipios de toda la región que presentan un mayor riesgo de seguir perdiendo población, basándose en parámetros estadísticos. Son un centenar en toda Andalucía, de los que 16 están en la provincia. De todos ellos, sólo uno en toda la comunidad autónoma tiene más de 10.000 habitantes. Se trata de Peñarroya-Pueblonuevo. Medidas de la Diputación La Diputación, como la administración más cercana a los municipios, también está desarrollando políticas para tratar de rebajar la tasa de despoblación. La vicepresidenta segunda y diputada de Presidencia, Marta Siles, señala que las tres líneas básicas de apoyo son la energía, el agua y la conectividad (tanto digital como física). En su opinión, «sabemos que la despoblación está presente en todo el territorio español y en Córdoba se ha notado más. Debemos generar oportunidades de crecimiento económico en los municipios, que se mejore la calidad de vida de los vecinos sin dejar a nadie atrás». Entre las medidas concretas, Siles destaca las ayudas a la natalidad, la capacitación digital (en colaboración con la Junta), los proyectos Córdoba Distrito Smart o Puntos Vuela y las inversiones en carreteras y en obras hidráulicas. Suscríbete para seguir leyendo
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