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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 29/03/2025 03:13
Javier Milei y Kristalina Georgieva, en la pasada cumbre del G7, en Italia. Negociación en continuado La secuencia construida con un único hecho fuerte y muchos mensajes sobre las tratativas con el FMI es impresionante. El hecho significativo fue el aval de buena parte de los bloques legislativos y gobernadores al DNU de la negociación con el Fondo. La seguidilla posterior incluyó una consideración de Javier Milei sobre la posible fecha del acuerdo y anuncios de Luis Caputo sobre las cifras en juego, fruto de otro contacto con Kristalina Goergieva que a su vez demandó declaraciones desde Washington. Para completar, el Presidente habló de una jugada golpista o desestabilizadora. No disipó el panorama y hasta puede haberlo tensionado. Parece una mezcla de error de cálculo y problema conceptual: en su pulseada con los mercados, Olivos no destacó el dato político más favorable, que fue el respaldo de Diputados a su decreto. El Gobierno decidió hablarles a los mercados frente a un clima de especulación y tensión financiera que, en principio, está asociada a la negociación con el FMI -especialmente, al refuerzo de las reservas del Banco Central-, a los plazos para salir del cepo y al precio del dólar. Hubo mensajes directos, empezando por la cifra que se negocia y que, según algunas estimaciones podría ser mayor con asistencia de otras entidades internacionales. Y eso fue acompañado finalmente más por señales para correr el foco a la batalla política centrada en el kirchnerismo. En estos cruces, es curiosa una de las señales desde la otra vereda, vinculada con una cuestión institucional: la Corte Suprema. Ese último es un tema crucial para la semana que viene, si no se alteran las fechas, algo también atado a la interna del oficialismo en el Senado. Por lo pronto, no sería éste el mejor terreno para un traspié oficialista. La proyección es también compleja en caso de un avance para allanar el camino: cualquier tipo de acuerdo demandaría negociaciones de fuerte impacto público, porque incluiría en la mesa a algunos rivales reanimados en la escalada de estas horas. Cristina Fernández de Kirchner fue repuesta en la mira, centro del que había sido excluida temporalmente por el oficialismo para apunta contra Axel Kicillof. Desde hace tiempo, la ex presidente viene escalando en sus tuits para volver a ser contraparte exclusiva del Gobierno. Insiste con el “Che, Milei” y un estilo lejano a pretensiones académicas que, según algunos consultores, sería parte de la batalla por un público antes considerado propio y que ahora aparece en disputa con el oficialismo. Como sea, el propio juego presidencial la colocó otra vez como contrafigura, con alusiones a un futuro de “presa” y acusaciones sobre intentos desestabilizadores. Milei mezcló diferentes cuestiones y tal vez eso mismo no represente una buena reacción a la ofensiva, sino más bien al revés. Hubo parte dedicada claramente a los mercados: calificó como irrelevante la cuestión del tipo de cambio y descartó otra vez una devaluación fuerte. La repetición del mensaje, como siempre, puede tener efectos no deseados. Pero más llamativo resultó la descarga estrictamente política, con argumentos que difícilmente conmuevan al mundo financiero. El Presidente dijo que existiría una especie de intento golpista y en esa trama incluyó a las especulaciones de los mercados, a los intentos de la oposición dura para frenar en Diputados el DNU sobre las tratativas con el Fondo, y a la violencia en la penúltima marcha frente al Congreso. Visto como un plan de tres patas, sería una operación de enorme gravedad. Pero el modo en que fue incluido el tema en declaraciones presidenciales lo agotó sin trascendencia incluso como discurso. En definitiva, quedó como un reflejo más de inquietud con eje en el dólar. Luis Caputo con Gita Gopinath, en una de las primeras tratativas con el FMI La reacción de CFK terminó colocando el tema en el mismo barro, es decir, como parte de una disputa de arrastre y con intención de polarizar desde el arranque del año electoral. Eso mismo le resta dramatismo. De todos modos, la ex presidente aprovechó para colocar sobre el tablero la incertidumbre por los pliegos para la Corte. Resultó llamativo que cuestionó sólo a Manuel García-Mansilla y a los jueces designados en la etapa macrista. Eso, mientras siguen abiertos los interrogantes sobre la sesión del Senado convocada para el jueves de la semana próxima. Es un dato que observan desde los miembros de la Corte hasta el juez Alejo Ramos Padilla, además, naturalmente, de Ariel Lijo. Ese capítulo, abierto desde hace meses, no es un tema menor para algunas franjas del empresariado, aunque no asoma determinante en la pulseada del dólar a pesar de su trascendencia institucional. Dicho de otro modo: en todo caso, la expectativa puede estar puesta en el modo en que el oficialismo enfrenta esta prueba, que se viene dilatando. Es quizás el renglón más destacado de la agenda legislativa en los próximos días, después del aval de Diputados al decreto del Fondo. Transcurrió poco más de una semana desde entonces. Pero el movimiento posterior del Gobierno, frente al clima financiero, dejó de lado ese dato al menos en la ofensiva discursiva posterior. La aprobación del referido DNU fue entendido por legisladores dialoguistas y también por algunos muy críticos de la gestión nacional como una señal de gobernabilidad. Pero en sentido contrario, Milei sobrecargó el discurso político: no fue, como indica la secuencia referida, algo adjudicable a una reacción aislada y asociada exclusivamente al carácter presidencial. El problema para el modo de operar de Olivos es la contradicción entre el desprecio a los acuerdos políticos y su necesidad de tejerlos, especialmente aunque no sólo en el Congreso. Coronado el respaldo al DNU en Diputados, todo indicaba que las votaciones que vienen, incluso las de mayor importancia, quedarían al margen de una medición sobre la salud de la gestión. Ahora, en cambio, el discurso frente al inquietante cuadro del mundo financiero podría terminar connotando como prueba crucial cualquier otra entrega legislativa, desde la Corte a las estribaciones del criptogate. Ese cuadro es, en buena medida, un desafío para la oposición más razonable y, antes, un síntoma de las limitaciones del oficialismo.
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