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    » Diario Cordoba

    Fecha: 28/03/2025 05:38

    El uso de la inteligencia artificial generativa en la producción de cine y televisión es cada vez más habitual. Hollywood lleva ya más de dos años testando tecnologías, posibles usos y valorando los resultados. Eso sí, se ha hecho de manera discreta. El discurso anti-IA que cristalizó a raíz de las huelgas de guionistas y actores en 2023 impuso cierta cautela a la hora de compartir públicamente las pruebas que se han desarrollado para explorar todo su potencial. Esto, en el último año, ha cambiado de manera radical. Tanto empresas como creadores están siendo bastante transparentes sobre la contribución de la IA en el producto final que llega al público. Hace unas semanas Amazon anunció que comenzará a doblar películas y series del catálogo de Prime Video usando inteligencia artificial. De momento es tan solo una prueba que afectará a una selección reducida de títulos (un total de 12) y de idiomas (inglés y español latino). La interfaz de la plataforma no ocultará este hecho. Al contrario. Cuando el usuario despliegue las opciones de idioma, encontrará un mensaje que indicará si el idioma de doblaje disponible se ha generado de esta forma. Hay más ejemplos. En plena carrera a los Oscar la polémica salpicó a The Brutalist después de que Dávid Jancsó, responsable del montaje de la película, reconociese en una entrevista que había utilizado Respeecher (un software de edición de voz con IA) para mejorar la pronunciación en húngaro de los dos personajes principales, interpretados por Adrien Brody y Felicity Jones. La producción, además, había recurrido a IA generativa para crear algunos de los dibujos y edificios que aparecen en las escenas finales de la película. «Hablar de IA en la industria es difícil, pero no debería serlo», afirmó Jancsó. «Deberíamos tener un debate muy abierto sobre las herramientas que la IA puede proporcionarnos». Los últimos en sumarse a esta oleada de transparencia en cuanto al uso de inteligencia artificial en su trabajo han sido los hermanos Russo, directores de El estado eléctrico, uno de los estrenos más recientes de Netflix. En una entrevista durante la promoción de la película admitieron haber empleado IA para modular las voces de los actores. Lo compartían precisamente con la vocación de normalizar su uso en Hollywood, una realidad que muchos trabajadores de la industria no quieren reconocer. «Se señala a la gente con el dedo y se exagera porque la gente tiene miedo». La incorporación de la IA al día a día de los ciudadanos se está produciendo de manera acelerada y Hollywood no es la excepción. Probablemente sea una de las industrias cuya economía justifique el uso de técnicas que permitan aligerar gran parte de la carga financiera que implica una gran producción. Aunque hoy en día se mantiene parte del discurso que alerta sobre los riesgos que comporta generalizar su uso (como la destrucción de puestos de trabajo o los riesgos para la creatividad), está cobrando fuerza el otro argumento, el de las ventajas que comporta, siempre y cuando se respeten las líneas rojas y se supedite a una clara supervisión humana. De momento podemos estar tranquilos. El impacto en la dimensión más creativa no es inminente. La IA tiende a alucinar cuando se la somete a este tipo de procesos. Pero, en su vertiente más mecánica, las pruebas piloto han constatado que puede hacer el mismo trabajo que un humano con una calidad aceptable en menos tiempo y con menos coste. En un entorno en la que el marco regulatorio es ineficaz dada la velocidad a la que se produce la innovación, la industria parece confiar en que el sentido común será capaz de contener los abusos. El problema, en realidad, está en otra parte. El conflicto no es que se use IA para mejorar el diálogo en húngaro que podemos escuchar en The Brutalist sino en que esa dicción mejorada forme parte de una interpretación que, en este caso, ha hecho que el protagonista ganase un Oscar de la Academia. Incluso podríamos llegar a justificar el uso de una IA para doblar una película a un idioma minoritario. Probablemente, si no fuese por la IA solo se podría ver en su idioma original, ya que no sería rentable doblarlo. El problema, en realidad, es que estos ejercicios ponen a prueba nuestra tolerancia. Y si el espectador lo acepta, la IA le ganará un terreno a los humanos que será muy difícil recuperar. *Profesora de la UOC

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