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  • La historia del empresario millonario que asesinó a tres personas y escapó de la justicia disfrazado de mujer muda

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 31/03/2025 02:42

    Robert Durst, millonario y asesino (Captura de video) Su abuelo paterno fue el fundador de un imperio inmobiliario en los Estados Unidos. Como era el hijo mayor, su padre fue quien lo alentó y preparó para ser su sucesor. Estudió economía. Esperaban de él todo y más. Y, por supuesto, que manejara el billonario negocio familiar de bienes raíces. Nadie estaba preparado para ser testigo y víctima de los futuros que Robert Durst destruiría voluntariamente. Esta es la historia de un hombre que podría haberlo tenido todo, pero que vivió camuflando su lado oscuro para convertir su porvenir de gloria en una historia macabra. Una desaparición misteriosa, una ejecución oportuna y un descuartizamiento salvaje forman parte de la trama que se fue desarrollando a lo largo de las décadas y que, al final, logró ser en parte revelada. La danza de los millones Su padre Seymour Durst, tuvo con su mujer Bernice Herstein, cuatro hijos: Robert, Douglas, Tommy y Wendy. Robert nació en Scarsdale, Nueva York, el 12 de abril de 1943. Era el mayor y, para cuando llegó al mundo, Seymour ya era un empresario de éxito con la compañía de bienes raíces National Debt Clock, radicada en la costa oeste de los Estados Unidos. Su abuelo, el padre de Seymour, era quien había comenzado a acumular fortuna. Llegó a los Estados Unidos como un inmigrante judío proveniente de Austria/Hungría donde se había ganado la vida como sastre. En Norteamérica se reconvirtió en empresario. En 1927 fundó una inmobiliaria que pronto empezó a dar cuantiosos frutos económicos. Su visión en los negocios fue certera y su hijo Seymour siguió sus exitosos pasos. Los mismos que su nieto Robert Durst desandaría inescrupulosamente. Cuando Robert tenía solamente 7 años su madre, Bernice, se salió del cuadro familiar. El 8 de noviembre de 1950 ella resbaló, o más bien se arrojó, desde el techo de la casa familiar sobre la calle Hampton, en Scarsdale. La supuesta felicidad de la familia se disolvió en ese instante. Ya por entonces la rivalidad de Robert con su hermano Douglas era tan intensa que terminaron en un terapeuta familiar. Robert le decía a todo el mundo que él había presenciado el suicidio de su madre; Douglas, por el contrario, sostenía que no había sido así, que eso era un invento de su hermano mayor. En 1953 un psiquiatra diagnosticó a Robert con una posible “descomposición de la personalidad y esquizofrenia”. A pesar de estos vaivenes mentales, en 1965 y con 22 años, se licenció en Economía en la Universidad de Lehigh. Trabajaba con su padre. Todos creyeron que las cosas mejorarían en lo sucesivo. No fue así. De hecho, años después, sería su hermano Douglas quien terminaría llevando las riendas de la rica empresa familiar enfrentándose definitivamente con la oveja negra de la familia: Robert. La esposa fantasma A finales de 1971 Robert Durst conoció a la bellísima rubia de 1,70 de altura, Kathleen McCormack, quien trabajaba en un consultorio de higiene dental. Después de unas pocas citas terminaron mudándose juntos, a principios de 1972, a Vermont donde terminaron poniendo un local de comida saludable al que llamaron All good things (Todas cosas buenas). En 1973 la pareja decidió regresar a Nueva York así Robert podía volver a trabajar en el negocio de bienes raíces de su familia. El mismo día en que cumplió 30 años, el 12 de abril de 1973, Robert Durst y Kathleen se casaron. Vestido blanco, ramo de flores, celebración y amigos. Kathleen continuó con sus estudios y se graduó como enfermera. En 1978 entró al Colegio de Medicina Albert Einstein en el Bronx. Pero la relación entre ellos no era buena. Robert Durst y Kathleen McCormack (Captura de video) A principios de enero de 1982 Kathleen fue tratada en la guardia del Hospital Jacobi del Bronx por heridas en la cara. Reconoció que esas lastimaduras se las había hecho su propio marido. Las agresiones, tanto físicas como verbales, de Robert hacia Kathleen eran frecuentes. El 31 de enero de ese mismo año Kathleen salió de una comida con amigos en Connecticut para volver a la casona de madera que la pareja tenía en el número 62 de la calle Hoyt, en South Salem. La propiedad tenía 220 metros cuadrados cubiertos, 3 habitaciones, 2 terrazas y 4 baños y miraba al lago Truesdale. Dos chimeneas, una en el living y otra en la suite principal con una impresionante vista al agua. Esa noche volvieron a pelear, como siempre. De hecho, Kathleen le había avisado a sus amigos que si algo le pasaba, la culpa sería de su marido. Según la versión de Robert, luego de discutir, él la terminó llevando a la estación de trenes de Katonah para que Kathleen volviera al departamento que tenían en Manhattan sobre Riverside Drive. Esa noche fue la última vez que alguien vio con vida a Kathleen McCormack, que tenía 29 años. El 1 de febrero una mujer que se identificó como Kathleen Durst llamó al colegio médico aduciendo que estaba enferma por lo que no podría asistir a la residencia pediátrica que estaba comenzando justo esa mañana. Recién el 5 de febrero Robert Durst denunció la ausencia de su esposa al regresar a Manhattan. En una época sin redes ni móviles ni cámaras ni GPS era mucho más fácil que el rastro de alguien se pudiera perder y que no se pudieran reconstruir sus pasos. El caso, al involucrar a una familia rica y conocida, no demoró en llegar a los titulares de los medios. Fue entonces que la mejor amiga de Robert Durst, Susan Berman, ofició de manera espontánea como vocera de él. Se habían conocido en su época de estudiantes en la Universidad de California, en Los Ángeles y se querían mucho. Siguiendo los dichos de Robert la policía buscó a Kathleen primero en Manhattan. Nadie pudo encontrar un solo rastro de ella. Robert sostenía que su mujer podría haberse ido con otro hombre. Meses después la investigación sobre su paradero se estancó sin novedades, a pesar de las sospechas de la familia de Kathleen sobre la participación de Robert en su desaparición. La familia llegó a ofrecer 15.000 dólares por alguna información sobre Kathleen McCormack (Captura de video) La familia de Kathleen había hecho todo lo que podía. Incluso habían confeccionado posters con su cara que pegaron por todos lados ofreciendo 15 mil dólares de recompensa por algún dato sobre ella. En febrero de 1990 Robert vendió la casona de South Salem que había compartido con Kathleen en más de un millón de dólares. En junio del mismo año consiguió que se le concediera el divorcio alegando que había sido abandonado por esposa ocho años antes. En 1994, luego de que su hermano Douglas fuera puesto al mando de la empresa familiar, Robert decidió abandonar los negocios de la familia y cortó lazos. En 1999 el investigador policial Joseph Becerra reabrió el caso de la desaparición de Kathleen McCormack luego de que le llegara una pista anónima que aseguraba saber dónde estaban sus restos: en el lago Tuesdale. Buzos expertos buscaron en el lago de Salem y peritos forenses revisaron una vez más el cottage que había sido de la pareja. Buscaban algo. Cualquier cosa que pudiera darles la punta de un hilo del que tirar. Pero había pasado demasiado tiempo y la desaparición había sucedido antes de que la ciencia tuviera las tremendas herramientas del ADN. Meses después, iniciado el año 2000, la reapertura del caso llegó a los medios. Casamiento conveniente La amistad de Robert Durst y Susan Berman había proseguido con normalidad. Ella se había convertido en escritora de policiales. Pero en el año 2000 los rumores de siempre se habían vuelto insistentes: sostenían que Susan sabía muy bien lo que le había ocurrido a Kathy, la primera esposa de Durst. Muchos pensaban que ella conocía la identidad del asesino y que era ella quien había llamado en nombre de Kathleen a la escuela de medicina para decir que no iría a las prácticas pediátricas. Susan Berman era hija de un mafioso de Las Vegas, los temas policiales y de muertos no la asustaban demasiado. Era confidente de Robert y tampoco fue muy discreta. A algunos amigos les había contado que ella le había proporcionado la coartada falsa que necesitaba. El 11 de diciembre Durst dio un paso más: como ya estaba divorciado se pudo volver a casar. Fue en una ceremonia pequeña en Nueva York y la elegida fue una broker del mundo inmobiliario llamada Debrah Lee Charatan. Se habían conocido ocho años antes por amigos en común. No fue amor. Fue, claramente, conveniencia. Un buen arreglo, protección por dinero. Solamente vivieron juntos por un corto período pero continuaron casados por siempre. El asesino y su amiga asesinada. Robert Durst junto a Berman (Captura de video) El 19 de diciembre Robert voló al norte de California donde tenía una casa y oficinas. Al día siguiente usó una tarjeta telefónica para hacer dos llamadas desde una cabina de Garberville. El 23 de diciembre visitó a su querida amiga Susan en su departamento en Benedict Canyon, en Los Ángeles. Le pegó un tiro en la nuca. Fue a modo de ejecución. Ya no podría hablar con nadie. Luego de mandar una nota anónima a la policía local, manejó hacia el norte del estado y tomó un avión desde San Francisco hacia Nueva York. Iba a pasar año nuevo con su nueva esposa. El 24 de diciembre el cadáver de Susan fue hallado luego de que sus vecinos dijeran que los perros de la escritora estaban sueltos por el vecindario. También había llegado a la policía la nota sin firma que hablaba de que había un cadáver en Beverly Hills. Los detectives que andaban tras Robert Durst se habían quedado sin su testigo clave… la que podría contar lo que sabía sobre Kathleen. Susan era ahora la segunda víctima de esta historia. Robert Durst por consejo de sus abogados de que fuera señalado por el crimen de su mujer, había alquilado un mes antes de matar a Susan, un departamento miserable en Galveston, en el estado de Texas. Después del crimen de su amiga decidió instalarse a vivir allí. Se disfrazó con ropa de mujer, se colocó una peluca e hizo el papel de una mujer muda. Se hacía llamar Dorothy Ciner, era el nombre de una ex compañera de colegio de Scardale a la que no había visto en décadas. Había empezado a jugar a las escondidas. El vecino incómodo A fines de septiembre de 2001 hubo otro hallazgo espantoso de alguien cercano a Robert Durst. En la Bahía de Galveston, Texas, se encontró el cuerpo desmembrado de Morris Black (71). El muerto resultó ser vecino de Durst. Había sido asesinado con un disparo certero antes de ser descuartizado meticulosamente. Cuánta muerte rondando al mismo personaje. No sería pura coincidencia. Robert Durst vivía cerca de Morris Black desde hacía varios meses, fingiendo ser la mujer muda. Llevaba peluca y simulaba no poder hablar. Pero en dos oportunidades enfrentó contratiempos: una vez entró por equivocación, vestido de mujer, a un baño de hombres; otra, al encender un cigarrillo, se le prendió fuego la peluca sintética. Decidió dejar de usar su disfraz. Investigando la muerte violenta de Morris Black, los detectives llegaron a Durst: había asesinado a su vecino el 28 de septiembre y, al día siguiente, lo había desmembrado para arrojarlo en una bahía cercana. El 9 de octubre fue arrestado e imputado por los hechos. Ante un juez explicó muy serio que había tenido una violenta discusión en la casa de su vecino Black y que había actuado en defensa propia. En el forcejeo el arma que tenía se le disparó. La bala destrozó el rostro de Black. Sin saber qué hacer, Robert dijo haber recurrido a un par de cuchillos, dos sierras y un hacha para desmembrar el cuerpo e introducirlo en bolsas. Una de las mansiones de Robert Durst. Era millonario y su familia se había enriquecido debido al negocio inmobiliario (Captura de video) La cabeza de Black nunca fue recuperada. Quienes vieron cómo había sido cortado el cadáver intuyeron que no era la primera vez que Durst acometía algo así: sabía muy bien cómo hacerlo de manera prolija. A pesar de lo macabro de los hechos, Durst fue convincente y logró quedar en libertad bajo palabra luego de pagar 300 mil dólares de fianza. El 16 de octubre debía presentarse en la corte de Galveston y no lo hizo. Fue declarado fugitivo. El 30 de octubre, identificándose como Morris Black, alquiló un auto en Mobile, Alabama. Exactamente un mes más tarde fue arrestado en el supermercado Wegmans en Bath, Pensilvania, acusado de robar un sándwich de pollo, curitas y unos diarios. El millonario se comportaba como un pordiosero. Pero cuando lo requisaron le encontraron 38 mil dólares en efectivo y dos armas cargadas. Hubo algunos investigadores que tejieron hipótesis para nada descabelladas sobre el móvil del segundo crimen. Morris Black tenía un hermano llamado Harry y juntos habían trabajado para los Durst en una quinta orgánica que tenían en Vermont. La ex mujer de Harry fue una de las que dijo que ellos podrían haber ayudado a Robert a deshacerse de Kathleen. De hecho, por aquellas épocas, los hermanos habían empezado a tener más dinero del que había dispuesto nunca. A Robert Durst, viendo sus cables sueltos del pasado, no le alcanzó con matar a Susan, decidió también acabar con su primera mano de obra. Y alquilar una vivienda en ese sitio de gente de bajos recursos podría haber sido la mejor manera que encontró de hacerlo. Esa teoría fue sostenida por la investigadora privada Bobbi Bacha quien trabajó durante años en el caso. En septiembre de 2003 empezaron las audiencias. Él testificó entre el 22 y el 28 de octubre. Negó haber asesinado a Black, aseguraba que había sido un desgraciado accidente con su 22. El 11 de noviembre de 2003 fue hallado no culpable por la muerte de Black. Pero tendría que depositar tres millones de dólares por obstrucción a la justicia y por alterar pruebas. Apeló y la cifra fue rebajada a 450 mil dólares. Los cargos contra él en distintos estados complicaron su liberación. Para octubre de 2004 se esperaba que él pudiera obtener la libertad bajo palabra, pero recién se la dieron en julio de 2005. En diciembre de 2005 fue vuelto a detener por violar su libertad condicional al visitar Galveston. En febrero de 2006 estando preso, llegó a un acuerdo con sus familiares por un reclamo de 60 millones de dólares y el 28 de ese mismo mes fue liberado. Ansias de fama El 3 de diciembre de 2010 se estrenó la película titulada Todas las cosas buenas, inspirada en la compleja historia de Durst. El título aludía al local de comida que habían puesto con Kathleen. Los protagonistas fueron Ryan Gosling y Kirsten Dunst. Nada menos. La imagen de Robert Durst en la serie documental de HBO, llamada The Jinx Lo curioso del caso es que Robert Durst concurrió a ver la película y quedó muy contento: le pareció que había sido precisa y que había pintado un retrato bastante comprensivo de él, a pesar de que lo implicaba en los tres asesinatos. Reconoció que dos de las escenas ficcionadas sobre sus peleas con Kathleen se parecían mucho a lo que había ocurrido en la realidad: una en la que arrastra de los pelos a su mujer luego de una fiesta familiar y otra en la que Kathleen huye a la casa de un vecino. Su única crítica al filme fue la parte en la que se sostenía que había matado a su perro. Contactó al realizador Andrew Jarecki. Le dijo que las escenas habían sido caso exactas, que jamás hubiera lastimado a su perro y le aseguró que estaba dispuesto a dar entrevistas y acceso a todo el material que quisiera para filmar un documental sobre su vida. A Robert Durst le gustaba la fama. Y la tendría. Mientras, las peleas familiares de los Durst continuaron escalando. En agosto de 2013 fue acusado de haber ingresado a una propiedad de uno de sus hermanos, algo que tenía prohibido. El 20 de julio de 2014 fue acusado en Houston de hacer pis en un rack de caramelos en un negocio CVS. Su ficha policial engordaba. Un tiempo después, se puso de acuerdo con HBO para el documental de varios episodios sobre su vida al que titularon: The Jinx: La vida y muertes de Robert Durst. Les entregó todo lo que tenía. Era el protagonista, la estrella. El 8 de febrero de 2015 se emitió el primer capítulo. En marzo de 2015 los realizadores del documental recibieron, de un hijastro de Susan Berman, una prueba muy relevante. Era una carta que había escrito Durst en 1999 a Susan. La letra era idéntica a la nota anónima enviada a la policía cuando había sido el asesinato de la escritora Berman donde se decía que había un cadáver. Además, había un detalle crucial: un error gramatical idéntico en ambas misivas. “Beverley Hills” estaba mal escrita en los dos sitios. Lo correcto es Beverly Hills. Una coincidencia altamente incriminadora. Robert Durst, que se creía inatrapable, dijo con cierta soberbia e ironía a los cineastas que “solo el asesino podría haber escrito” esa nota. Ese momento de la grabación fue de tal intensidad que Robert Durst pidió ir al baño. Salió de cámara y, mientras lo hacía, sin darse cuenta de que el micrófono había quedado abierto, murmuró para sus adentros: “Ya está. Te han descubierto. Tienen razón, por supuesto. Pero no pueden imaginar el resto (...) Qué desastre (...) Estoy teniendo problemas con la pregunta („,) ¿Qué es lo que hice?. Matarlos a todos, por supuesto”. El 14 de marzo, horas antes de que saliera al aire el sexto y último episodio de The Jinx, Robert Durst fue arrestado en el hotel JW Marriott de Nueva Orleans por la muerte de Susan Berman ocurrida quince años antes. En su habitación encontraron un revólver calibre 38 y marihuana. La verdad explotó en los medios como una bomba atómica. El descuido del protagonista le había abierto las puertas definitivas de la cárcel. Los fiscales enseguida lo supieron: había sido un acto fallido, una confesión de su inconsciente. Y ese clip casual del documental donde reconocía sus delitos fue utilizado como prueba durante el juicio. Robert Durst calificó su incursión en esta serie como un “muy, muy, muy grave error”. Ese mismo año la mansión de los Durst de estilo Tudor, en Scardale, se vendió por casi 4 millones de dólares. Quizá la fama oscura de uno de sus propietarios haya subido el valor. El 4 de noviembre de 2016 Durst fue extraditado a California. En 2017 se estrenó otra película basada en este caso: La esposa perdida de Robert Durst (The Lost Wife Of Robert Durst). Los libros sobre el caso se reproducían con rapidez. El tema seguía dando rédito al mundo del entretenimiento. El millonario había sido condenado a perpetua por el asesinato de su amiga (Captura de video) Se dice que su esposa Debrah, con quien no vivía, se había opuesto a que participara en la docuserie The Jinx y que, después de todo este lío de autoincriminarse, se negó a hablarle. El día del juicio final El 4 de marzo de 2020 comenzó el juicio en su contra, pero fue suspendido por la pandemia por COVID-19 el día 16. Recomenzó en mayo de 2021. Durante el mismo, Durst negó haber matado a su esposa y a Berman, aunque reconoció que, si lo hubiese hecho, mentiría. A pesar de que Durst había negado haber estado en Los Ángeles cuando asesinaron a su gran amiga Susan, terminó testificando en el juicio que sí había ido porque iban a pasar juntos unos días de vacaciones. Sostuvo que cuando llegó al departamento de Beverly Hills, como ella no contestaba, ingresó por el jardín trasero para ver qué pasaba. Entró a la vivienda con la llave que la misma Susan le había enviado por correo. La halló muerta en el piso del dormitorio. Detalló que ella tenía los ojos cerrados y que él, al principio, pensó que se había caído y golpeado, pero que después vio la sangre. Siempre según su versión, pensó en llamar a la policía pero el teléfono no andaba. Entonces se subió al auto y condujo hacia un teléfono público. No llamó porque se le ocurrió que la policía podría reconocer su voz. Decidió que lo mejor era escribir una nota. Fue breve y solo puso que había un cuerpo y la dirección para que fueran. Introdujo la hoja en un sobre y la envió por correo. “Es muy difícil de creer, de aceptar, que escribí la carta y no maté a Susan Berman”, testificó. En eso tenía razón. Lo que la fiscalía creyó fue algo bien distinto: Susan Berman tenía problemas económicos y Durst le había dado unos 50 mil dólares. Cuando se reabrió la investigación en su contra por la desaparición de Kathleen, Susan fue entrevistada en varias oportunidades. Robert estaba nervioso, sospechaba sobre lo que ella podría contar. Los fiscales creen que, en realidad, ella habría pedido a Durst más dinero por su silencio. El millonario empresario la habría ejecutado para terminar con el chantaje e impedir que ella hablara con la policía y contara toda la verdad. Después de dos días de deliberaciones, fue declarado culpable de asesinato en primer grado, premeditado, por la muerte de Susan Berman y, el 14 de octubre, condenado a cadena perpetua. El cuerpo de Kathleen McCormack jamás fue hallado. Durst nunca fue imputado por la desaparición de su esposa y resultó absuelto por el crimen de su vecino. La sacó barata. A la cárcel lo envió su increíble descuido con el micrófono en la serie de HBO. Los familiares de Kathleen, en 2022, acudieron a la justicia para acusar a Debrah, la segunda esposa de Durst, de haber ayudado a Robert a eludir a la justicia para beneficiarse con un fondo de decenas de millones de dólares. Pero ella nunca llegó a ser imputada legalmente. Matt Birkbeck, autor de la novela Un secreto mortal, le dijo al medio Oxygen que el casamiento con Debrah “no fue un matrimonio celebrado en el cielo, fue claramente un arreglo conveniente”. Robert Durst en los tribunales. Murió en 2022, enfermo de cáncer (Captura de video) Lo cierto es que Ann McCormack, la madre de Kathleen quien vivió hasta los 102 años, le tenía tanto miedo a Robert Durst que, durante décadas, en su casa familiar colocó barricadas en las puertas para protegerse y, en verano, ni siquiera abría las ventanas temiendo que su ex yerno apareciera y les hiciera algo más. Robert Durst supo esquivar a la ley por muchas de sus maldades, pero de la muerte no escapa nadie. Lo alcanzó el 10 de enero de 2022 con 78 años, a meses de ser condenado. Murió por un cáncer de vejiga y ya llevaba algún tiempo conectado a un respirador en el hospital general San Joaquín. Increíble pero cierto: todavía estaba casado con Debra Charatan a quien con su muerte le tocó parte de la fortuna Durst. En 2023 HBO anunció la segunda parte de The Jinx que se emitió en 2024. Esa parte cubrió los ocho años posteriores a la primera serie, con nuevas entrevistas, material no publicado anteriormente y comunicaciones telefónicas con Durst desde la prisión. Aunque el mundo editorial y del cine siga lucrando con su diabólica existencia, la partida de esta tierra de Robert Durst debe haber sido un verdadero alivio para muchos. Incluso para su propia familia.

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