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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 27/03/2025 16:57
Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. Luego del éxito cosechado con Get Even, en 2019, The Farm 51 presentaba Chernobylite, un survival horror RPG ambientado en una Chernóbil postapocalíptica plagada de horrores y misterios. El título no sólo logró cautivar gracias a su atmósfera opresiva, sino también a una particular combinación de elementos que ofrecía una experiencia única y particular. Ese balance entre shooter, juego de terror, mecánicas de gestión de bases y recursos, sumados a una narrativa no lineal, lo convirtió en una excelente alternativa a títulos como S.T.A.L.K.E.R., de GSC Game World. Ahora, a prácticamente 6 años del lanzamiento de dicha propuesta, el estudio polaco regresa con Chernobylite 2: Exclusion Zone, una secuela que sigue por la senda de su predecesor, pero añadiendo algunas novedades por el camino. Voy a comenzar dejando en claro una cuestión que considero importante: Chernobylite 2: Exclusion Zone todavía está muy verde. Está claro que al igual que la primera parte, The Farm 51 va a necesitar -por lo menos- un par de años o tres para poner esta secuela a tono. El juego retoma las bases sobre las que el equipo construyó su anterior trabajo, pero le añade una estructura de mundo abierto y un combate que alterna entre la primera y tercera persona, que me recordó mucho a Dark Souls, salvando las grandes distancias, claro está. Por lo demás, tenemos los elementos RPG, la gestión de bases, y la construcción, pero se siente como si algo se hubiera perdido por el camino. Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. El título nos pone en los pies de Cole Gray -entiendo que se trata de una referencia a Cole Black de Get Even-, un ex-militar que busca sostener a su familia trabajando como mercenario para una corporación que se dedica a visitar universos paralelos en busca de chernobylita. El caso es que en la realidad que el juego plantea, este ‘mineral’ se usa como fuente de energía y para desarrollar tecnologías avanzadas. Técnicamente hablando, nuestro protagonista es un ‘Planeswalker’, un caminante de los planos que visita mundos destruidos, peligrosos e infestados de mutantes con el objetivo de extraer los codiciados cristales verdes, sólo para regresar a casa y cobrar un jugoso cheque. Al inicio tenemos un breve tutorial mediante el cual se nos explican las mecánicas básicas y las diferentes formas de combate. Básicamente es una interesante forma que el juego tiene para introducir las diferentes clases. Podemos especializarnos en combate cuerpo a cuerpo, a distancia, o hacer uso de unos guanteletes que disparan proyectiles como si de un mago tecnológico se tratase. Luego tenemos híbridos entre cada clase que combinan un poco de esto y de aquello. De todos modos, el impacto que esto tiene a nivel jugable es el equipo con el que comenzamos y los atributos iniciales que pueden darnos acceso a diferentes opciones de diálogo o a realizar determinadas acciones contextuales. Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. Chernobylite 2: Exclusion Zone comienza en serio cuando un salto dimensional sale mal y terminamos atrapados en el mismo mundo del primer juego. Ahí también conocemos a Igor, personaje que todos aquellos que jugaron a Chernobylite recordarán con cariño, y quién nos explica que para regresar a casa debemos destruir una cúpula que cubre el lugar en que nos encontramos. La narrativa se desarrolla mediante cinemáticas, un escáner con el que podemos reconstruir eventos pasados, y flashbacks que nos llevan a paisajes oníricos muy raros. Por supuesto, también tenemos conversaciones con NPC que nos ponen al día de cómo está la situación en la actualidad. Dado que estamos frente a un RPG, contamos con la posibilidad de tomar decisiones que pueden modificar la forma en que se desarrolla la narrativa. En mi experiencia, pude comprobar amargamente que una vez que me decanté por un camino, ya no hubo vuelta atrás. Sucede que en este mundo, además de decenas de criaturas extrañas, también habitan tres facciones: Los Mercenarios, los Científicos y los Mutantes. Durante una secuencia de diálogo, Igor me recomendó unirme a una facción, por lo que debía hablar con el líder de una de ellas. Como primera opción, me dirigí a la base de los Mercenarios y me hicieron una oferta para trabajar con ellos, la cual rechacé. No hubo una segunda oportunidad. Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. En este sentido, el juego me recordó mucho a Gothic: una cúpula ‘mágica’ que cubre al mundo, tres facciones encerradas bajo un mismo techo, y decisiones complicadas que no tienen vuelta atrás. Además, al igual que en dicho título, cada facción está relacionada a uno de los arquetipos iniciales que podemos elegir y a los tres árboles de habilidad con que cuenta nuestro personaje. Por lo tanto, a fin de adquirir nuevas habilidades, vamos a tener que mejorar nuestra reputación con cada una de ellas y luego encontrar a un ‘maestro’ para que nos enseñe lo que deseamos aprender. Indudablemente la mayor diferencia respecto al primer juego, es que esta secuela abraza de lleno al género RPG. Aquí podemos hablar de atributos, objetos y armas con diferentes características, y puntos de experiencia para subir de nivel al mejor estilo Dark Souls. A todo esto, se suma una fina capa de simulación, dado que nuestro protagonista puede sufrir diferentes tipos de daño que van más allá de lo físico. Por ejemplo, matar a muchos humanos tiene un impacto en la psique de Cole Gray, lo que provoca que la regeneración de resistencia sea mucho más lenta. Encontré estos detalles bastante interesantes ya que me hicieron pensar dos veces antes de disparar a todo lo que se cruzara por mi camino. Algunas batallas es mejor evitarlas, ya que para recuperarnos de estas ‘heridas’ hacen falta diferentes tipos de medicamento que no siempre resulta sencillo encontrar. Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. Ahora, donde el juego comienza a dejar evidente sus costuras y falta de pulido es en el sistema de combate. En este sentido, Chernobylite 2: Exclusion Zone resulta -actualmente- un poco ‘torpe’, por decirlo de algún modo, y carente de diversión. Por un lado, tenemos el combate cuerpo a cuerpo, que desde mi perspectiva busca emular al trabajo de FromSoftware. Podemos hacer uso de espadas, hachas, lanzas y objetos contundentes para golpear a nuestros enemigos, realizar volteretas para esquivar ataques y también hacer parrys o desvíos. Incluso hasta podemos atacar por la espalda y asestar golpes críticos. Todo mientras mantenemos un ojo en la barra de resistencia que delimita el margen de acción, dado que si se agota, Cole se moverá muy lento y apenas podrá blandir su arma. En los papeles esto puede sonar bien, pero en la práctica no lo es tanto. La falta de retroalimentación o feedback hace que los golpes no se sientan bien, ya que parece que atraviesan a los enemigos que apenas reaccionan a ello. Los efectos de sonido tampoco ayudan demasiado y los patrones de ataque de las criaturas a las que enfrentamos son tan básicos que todo se reduce a mantenernos alejados y esperar al momento adecuado para golpear. La cosa no mejora mucho cuando pasamos al combate a distancia, donde si bien las armas de fuego se sienten ligeramente más satisfactorias, el sistema en sí se siente poco convincente. Chernobylite 2: Exclusion Zone, de The Farm 51. Respecto a la exploración, el mapa del mundo se me hizo algo estéril. Hay varios puntos de interés y lugares que visitar, pero rara fue la vez que sentí un incentivo para ir hacia un lugar en concreto. Todo se siente igual; ruinas por aquí y por allá, enemigos desperdigados que corren como pollo sin cabeza a nuestro encuentro y poco más. No estoy seguro de qué es lo que falta, pero pareciera que esta Chernóbil careciera de alma. Desde mi punto de vista, esto se debe a que en el primer juego los escenarios parecían estar diseñados de una forma más meticulosa y aquí se cayó en algo más ‘genérico’. Finalmente, otro problema que no puedo pasar por alto es el doblaje del juego. El personaje principal tiene un tono de voz y un acento que constantemente me recordaba a Billy Butcher de The Boys, pero la verdad es que no le sienta nada bien al modelo de Cole Gray. De hecho, todos los personajes parecen tener un acento que no cuadra con su aspecto. Hablan de una forma extraña y no estoy seguro de hasta qué punto se trate de actores de doblaje reales. En varias ocasiones me encontré con NPC cuyas líneas de diálogo son como una suerte de ‘bocetos’ sin terminar, hechos por una IA carente de expresión que rompe completamente con la inmersión. También encontré varios errores ortográficos y gramaticales en la interfaz de usuario en la traducción al español. He de reconocer que algunos se me hicieron graciosos, como por ejemplo que en lugar de ‘Cofre’, la palabra ‘Chest’ se tradujo como ‘Pecho’, o que en lugar de ‘Guardar Partida’ se lea ‘Ahorrar’. Creo que vale la pena destacar que The Farm 51 es un estudio pequeño y que consiguió comenzar con el desarrollo de Chernobylite 2: Exclusion Zone gracias a una campaña de financiación colectiva. De todos modos, eso no quita el hecho de que ahora mismo el juego está muy verde. Indudablemente necesita más tiempo de desarrollo y entiendo que el feedback que el estudio está recibiendo por parte de la comunidad, en especial de los fanáticos de la primera parte, ayudarán a mejorar el título. Está claro que la ambición por crear algo especial y único forma parte del ADN del juego y posiblemente en dos o tres años, estemos hablando de una propuesta completamente diferente. Por lo pronto, no puedo más que señalar que es un ‘potencial’, un ‘what if’ al que le pongo una ficha, pero no sin tomar algo de cautela.
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