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  • La política, un problema económico para Javier Milei

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    Fecha: 27/03/2025 05:00

    Las encuestas cuantifican la crisis de confianza que golpea al Presidente. Las dos caras del acuerdo con el FMI. Mercados alterados y quema de reservas. La crisis política que se autoinfligió Javier Milei desde el Libragate, de la que intentó salir baleándose reiteradamente los pies, se ha traducido en encuestas que coinciden en reflejar una reducción sensible de la aprobación popular a su gestión y, en menor medida, de la intención de voto de La Libertad Avanza (LLA). Los estrategas oficiales barajan sus opciones ante una batalla que presumen decisiva para la suerte del proyecto ultra: ¿soledad para derrotar a las derechas en una suerte de interna abierta y así absorberlas? ¿Acuerdos sólo en ciertos distritos con el PRO? ¿Unidad total? En concreto, ¿cómo sería el bienio final del Presidente en caso de derrota a nivel nacional o, casi tan importante, en la provincia de Buenos Aires a manos de la oposición peronista? Sin FMI no hay paraíso El plan diseñado por Toto Caputo para intentar salir por arriba del laberinto macro que él mismo ha creado otra vez podría encontrar en lo político-electoral un escollo severo. La secuencia imaginada por el ministro lleva del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) a una mejora de las expectativas, a la contención –resta saber con qué concesiones y en qué plazos– de la presión sobre el dólar, a una reducción del riesgo país y al restablecimiento del financiamiento voluntario para aflojar –un poco– el ajuste, excluyendo de la motosierra los recursos para el pago de vencimientos de deuda. Sin embargo, si octubre sugiriera la posibilidad de un renacimiento del peronismo, todo ese castillo construido sobre el suelo inestable de “la confianza” podría venirse abajo. Al mercado no le gusta el populismo, a menos que sea de derecha, y la posibilidad de un regreso del peronismo en 2027 agitaría las aguas. Las encuestas desvelan a Javier Milei Las dos últimas encuestas difundidas ratifican el escenario de una aprobación a Milei en baja y de un panorama electoral hoy prácticamente empatado, lo que pone al oficialismo en una zona de riesgo de la que se creía a salvo hasta hace poco. Un sondeo de la Universidad de San Andrés (Udesa) indicó que la relación entre las personas que se declaran insatisfechas o satisfechas sobre el rumbo del Gobierno arroja hoy 61% a 36%. De cara al 26 de octubre, con todo, arrojó un empate en 29% entre quienes dicen que votarán al oficialismo y quienes lo harían por la oposición. Más en detalle, en un escenario en el que LLA y el PRO compitan por separado, el partido violeta vencería al peronismo por 27% a 24%, mientras que el macrismo capturaría 10%. Esos tres puntos, en realidad, son virtuales, ya que caen dentro del margen de error. Zuban Córdoba y Asociados también arrojó un escenario de paridad, ubicado dentro del margen de error. Hoy, La Libertad Avanza le ganaría al peronismo por unos cuatro puntos si no formara alianza con el PRO. En el supuesto de una alianza LLA-PRO, el resultado arroja una ventaja de unos ocho puntos para el oficialismo. El asunto es cómo llegaría el Gobierno a ese entendimiento. Una alianza de Javier Milei y Mauricio Macri llevaría al oficialismo a una intención de voto del 40%. Esas tensiones, efecto del colapso de la política de tercios de 2023, explican al runrún de los últimos días, la visita de Cristian Ritondo y Diego Santilli a los hermanos Milei y la declaración en la que Mauricio Macri se ofreció –otra vez– para la unidad, pero sin ocultar demasiado bien que aquella pareja no acudió a la Casa Rosada precisamente en representación suya. Las urgencias de Javier Milei En este escenatio, el Gobierno debe resolver asuntos urgentes. La desesperación para anticipar la percepción de un acuerdo con el FMI que sigue en fase de negociación se tradujo en el ilegal decreto de necesidad y urgencia (DNU), validado por una ínfima mayoría de la Cámara de Diputados. Reaparece en este punto el dilema que la política que pone a la economía: sin ese acuerdo hay garantía de inestabilidad cambiaria, rebrote de la inflación, recaída de los ingresos populares y freno de la reactivación; con el entendimiento, una desconfianza social ampliamente justificada por los antecedentes. La confianza, claro, es un fenómeno estrictamente político. El acuerdo con el FMI genera desconfianza en amplios sectores de la población, según esta encuesta. De hecho, la rueda de este lunes extendió la saga de quema de reservas–109 millones de dólares–, al filo de la prudencia, para evitar una disparada de los tipos de cambio paralelos, sobre los que no cesa la presión del desarme de posiciones del carry trade armado una vez más por el especialista Caputo. El venteo, destinado a aplicar un precario techo de 1.300 pesos a cotizaciones en alza, ya cumple siete ruedas seguidas y acumula una pérdida de 1.313 millones de dólares. En tanto, el riesgo país se consolidó en 762 puntos básicos y complica los planes que pergeña el creativo ocupante del Palacio de Hacienda. Fuente: Rava Bursátil. Hay que recordar que en 2018 el megapréstamo del Fondo no evitó, sino que acompañó la declinación del macrismo. ¿Qué sería hoy un éxito que evitara esa trayectoria? Mientras, el economista Juan Carlos de Pablo salió a dar entrevistas para llamar a la calma. Su figura interesa, más allá de su trayectoria, por su carácter de amigo, confidente y contertulio operístico del jefe de Estado, lo que busca sugerir que su palabra tranquilizadora es la de un vocero oficioso. El análisis de Juan Carlos de Pablo sobre el cepo cambiario, el acuerdo con el FMI y la política económica del Gobierno https://t.co/xXeMgRiV8i pic.twitter.com/PBeG8xIzf5 — LA NACION (@LANACION) March 24, 2025 Con todo, el préstamo adicional a la millonada que ya se le debe a un organismo que se apresta a disciplinar de una vez y para siempre a este país incorregible supondría un nuevo régimen cambiario, esto es una devaluación del peso, ya sea de un tajo o más probablemente en etapas que atiendan las necesidades electorales del Gobierno. Ojo: no hay que excluir que, merced a esa sensibilidad del Fondo, el día D –el de la devaluación– no esté a la vuelta de la esquina. El timing es todo en este caso. Más allá de eso, los precios de los alimentos siguen empujando hacia arriba la inflación, lo que podría provocar que en marzo el IPC del INDEC –cada vez menos creíble por la falta de actualización de su canasta de bienes y servicios– arroje un número similar o incluso mayor que el de febrero. La maldita meseta del “dos y pico” se extendería por sexto mes consecutivo y erosionaría la confianza pública en la épica de la desinflación incluso antes de que el acuerdo con el Fondo desvelara sus filos. Y todo, con los comicios de mitad de mandato tan cerca. Por Marcelo Falak-Letra P

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