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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 25/03/2025 04:54
Los libros "IAM/PDR (Instituto de Arte Moderno / Premio De Ridder)" arroja luz sobre una de las iniciativas culturales más influyentes y menos reconocidas de la historia contemporánea argentina Allá por 2008, la muestra Amigos del Arte, que se desarrolló en el Malba recuperó la historia de la institución cultural más importante de la primera parte del siglo XX del país, la Asociación Amigos del Arte (AAA), que funcionó entre 1924 y 1942, pero que luego fue “borrada”, o por lo menos no se le dio su trascendencia, en la construcción del relato del arte nacional realizado a partir de la posguerra. La exhibición, con co-curaduría de Marcelo Pacheco, entonces director artístico del espacio, y Patricia Artundo, reunió alrededor de un centenar de obras de Fernando Fader, Cesáreo Bernaldo de Quirós, Ernesto de la Cárcova y Pedro Figari, entre muchos otros, y presentó un valioso libro con una serie de textos que recorrieron distintos aspectos de la institución, siendo el primero de su tipo sobre la institución. La anécdota revela que, más allá de lo expositivo, las publicaciones mantienen un valor imprescindible al momento de rescatar espacios y momentos de la historia del arte, como ahora sucede con el libro IAM/PDR (Instituto de Arte Moderno / Premio De Ridder), que arroja luz sobre una de las iniciativas culturales más influyentes y menos reconocidas de la historia contemporánea argentina. La publicación recupera la obra y el legado de 1200 artistas que formaron parte del premio y el instituto Tras ocho años de una profunda y compleja investigación, que por momentos se realizó en museos, bibliotecas y hemerotecas, el trabajo liderado por Jorge “Pepe” De Ridder, Julia Petersen y Sigismond de Vajay recupera la obra y el legado de 1200 artistas que formaron parte del premio y el instituto, conformando una propuesta editorial de orden enciclopédico fundamental para el enriquecimiento de las instituciones e investigadores, además de los amantes de la historia del arte nacional. A pesar de los desafíos, como la pérdida de documentos y registros debido al paso del tiempo, el equipo logró compilar un volumen que refleja la riqueza artística y cultural de la época con dos obras monumental que no solo funcionan como archivo, sino también son un ensayo histórico y sociocultural que destaca la importancia del IAM, por ejemplo, en el panorama local e internacional. Sin embargo, no siempre fue posible localizar todos los datos o imágenes relacionados con los artistas y eventos documentados, por lo que en algunos casos, la falta de retratos o fechas específicas de nacimiento y fallecimiento de los participantes limitó la reconstrucción histórica, por lo que el equipo priorizó las fuentes más específicas y confiables para garantizar la calidad del contenido. El Premio De Ridder fue un elemento clave en la promoción de jóvenes talentos, ya que se otorgaba anualmente a artistas menores de 30 años, y a partir de 1973, tras la muerte de Marcelo De Ridder, a menores de 35 El libro del IAM adopta un enfoque narrativo e inclusivo, que no se limita a los artistas visuales argentinos, sino que también incluye músicos, actores, bailarines, coreógrafos, autores y poetas, tanto nacionales como internacionales en una obra cronológica y por disciplinas, comenzando con una presentación de Marcelo De Ridder y un texto sobre la inauguración del IAM. A partir de ahí, se despliega como un calendario de actividades que abarca diversas categorías artísticas, acompañado de biografías de los participantes. En el corazón de la calle Florida y fundado por Marcelo De Ridder, entre 1949 y 1952, el IAM se convirtió en un epicentro cultural que ofreció exposiciones de pintura, escultura, fotografía, teatro, música y cine que atrajeron a los porteños interesados en las vanguardias artísticas. Aunque su actividad plena se limitó a esos tres años, su impacto fue tan significativo que su legado perduró en el tiempo, consolidando a una generación de artistas que serían conocidos como “la generación De Ridder”. El IAM nació en un contexto de profundos cambios sociales y políticos en Argentina. Su creación coincidió con el gobierno de Juan Domingo Perón, un régimen que, aunque popular y enfocado en la educación primaria y secundaria, mostraba poco interés por las expresiones culturales de vanguardia. Este desinterés oficial, sumado a la persecución política que sufrió De Ridder en 1952, marcó el fin de la etapa más activa del Instituto. Sin embargo, su influencia se extendió más allá de su cierre, gracias al Premio De Ridder, que reconocía a jóvenes artistas y que se mantuvo vigente, con interrupciones, hasta 1977. Fundado por Marcelo De Ridder, entre 1949 y 1952, el IAM se convirtió en un epicentro cultural El Instituto de Arte Moderno abrió sus puertas con la exposición “El arte abstracto en Francia”, que reunió obras de artistas como Wassily Kandinsky, Jean Arp, Francis Picabia y Fernand Léger, entre otros. La selección, realizada por el crítico Léon Degand, incluyó 82 piezas provenientes de galerías francesas, coleccionistas y estudios de los propios artistas. Este evento marcó una declaración de principios por parte de De Ridder, quien apostó por lo más innovador y desafiante del arte contemporáneo, en un contexto donde estas expresiones eran rechazadas por gran parte del público y las autoridades. A lo largo de su breve pero intensa existencia, el IAM presentó exposiciones de figuras internacionales como Pavel Tchelitchew, Giacomo Manzù y el fotógrafo alemán Gustavo Thorlichen, además de artistas argentinos como Juan Batlle Planas, Leopoldo Presas y Carlos Torrallardona. Entre las figuras que pasaron por el Instituto se encuentran, entre muchos otros, Norma Aleandro, Beatriz Bonnet, Jorge Luis Borges, Nora Borges, Silvina Bullrich, Giorgio De Chirico, Robert y Sonia Delaunay, Alberto Ginastera, Alfredo Hlito, Enio Iommi, Ana Itelman, Wassily Kandinsky, Tomás Maldonado, Giorgio Morandi, Manuel Mujica Lainez, Victoria Ocampo, Lidy Prati, Ernesto Sabato, Jean y Sophie Taeuber-Arp, Rufino Tamayo, Pavel Tchelitchew, Joaquín Torres García y Victor Vasarely. El libro del IAM adopta un enfoque narrativo e inclusivo, que no se limita a los artistas visuales argentinos, sino que también incluye músicos, actores, bailarines, coreógrafos, autores y poetas, tanto nacionales como internacionales Por su parte, el Premio De Ridder fue un elemento clave en la promoción de jóvenes talentos, ya que se otorgaba anualmente a artistas menores de 30 años, y a partir de 1973, tras la muerte de Marcelo De Ridder, a menores de 35. El premio no solo reconocía la calidad artística, sino que también ofrecía una plataforma para que los ganadores exhibieran sus obras en un contexto de alta visibilidad. El impacto del premio fue decisivo en la consolidación de una nueva generación de artistas que, en la segunda mitad del siglo XX, se convirtieron en referentes del arte argentino. Esta “generación De Ridder” incluyó a pintores, escultores, fotógrafos y músicos que marcaron el rumbo del arte contemporáneo en el país. Entre los seleccionados del galardón se encontraron Jacques Bedel, Remo Bianchedi, Martín Blaszko, Oscar Bony, Ary Brizzi, Mildred Burton, Juan José Cambre, Diana Dowek, Fermín Eguía, Nicolás García Uriburu, Norberto Gómez, Alberto Greco, Narcisa Hirsch, Roberto Jacoby, Gyula Kosice, Rómulo Macció, Marta Minujín, Luis Felipe Noé, Alicia Orlandi, Martha Peluffo, Federico Peralta Ramos, Rogelio Polesello, Marcia Schvartz, Aldo Sessa, Pablo Suárez, Jorge de la Vega y Horacio Zabala, por nombrar algunos. El impacto del premio fue decisivo en la consolidación de una nueva generación de artistas que, en la segunda mitad del siglo XX Ambos libros, editados por KBB (Kültur Büro Barcelona/Buenos Aires), poseen una introducción del periodista y crítico literario Hugo Becaccece, quien desde su labor en medios como la revista Sur y los diarios La Opinión, Convicción y Tiempo Argentino, entre otros, fue testigo de primera mano de los los entresijos del espacio. En ese sentido, Becaccece ofrece una mirada profunda de la influencia de los acontecimientos políticos y sociales de su tiempo, el enfrentamiento entre el Instituto y el gobierno peronista que culminó en 1952, cuando De Ridder fue encarcelado por el gobierno de Perón y posteriormente se exilió en Bolivia. De Ridder intentó revivir el Premio en 1959 y 1960, aunque los problemas económicos le impidieron continuar con su labor de mecenazgo y tras su muerte en 1973, el pionero en el coleccionismo argentino, Marcos Curi, retomó la entrega del galardón en colaboración con el Museo Nacional de Bellas Artes, extendiendo su influencia hasta 1977. La obra, que fue lanzada oficialmente en febrero de 2025, se encuentra disponible en librerías seleccionadas en Argentina y en plataformas en línea como la página web de KBB. También se planifican presentaciones públicas en ciudades como Ciudad de México, Buenos Aires, Madrid y París, con fechas confirmadas a través de los canales oficiales de distribución.
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