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  • Así era la infancia en la época de los incas: crianza, deberes y el camino a la adultez

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 23/03/2025 18:31

    El nacimiento en tiempos de los incas incluía rituales en huacas y prácticas para fortalecer al recién nacido, formando parte de una estricta cosmovisión (Natgeotv.com) La infancia dentro del Imperio Inca no era solo un periodo de crecimiento, sino una etapa crucial en la formación de individuos fuertes y resistentes, alineados con las necesidades de su sociedad. Desde el nacimiento hasta la adolescencia, los niños eran criados bajo un estricto código de costumbres, rituales y responsabilidades que los preparaban para la vida dentro del Tahuantinsuyo. Nacimiento y primeros cuidados Los niños incas llegaban al mundo con un destino trazado por rituales. Desde su primer baño en el río hasta el contacto con el frío, su crianza fortalecía cuerpo y espíritu. (Imagen generada por IA) Si bien los registros sobre el embarazo en la época incaica son escasos, los cronistas ofrecen algunos detalles sobre la forma en que las mujeres enfrentaban la maternidad. Según el cronista español Bernabé Cobo, las futuras madres no abandonaban sus labores diarias durante la gestación y, antes del parto, acudían a las huacas para pedir a los dioses un alumbramiento sin complicaciones. Generalmente, daban a luz sin asistencia y, tras el nacimiento, la madre y el bebé realizaban un baño ritual en un riachuelo. Por su parte, Garcilaso de la Vega documentó que, al nacer, los niños eran bañados con agua fría y a veces expuestos a la intemperie para fortalecer sus cuerpos. Se creía que esta práctica los volvía resistentes y aptos para el trabajo. Además, sus brazos eran envueltos con telas para evitar que se volvieran “flojos”, asegurando así el desarrollo de una musculatura firme desde temprana edad. Crianza y alimentación Desde pequeños, los niños incas estaban preparados para la vida. La crianza evitaba la dependencia, promovía la resistencia física y respetaba la leche materna como alimento exclusivo. (Imagen generada por IA) Las madres incaicas evitaban cargar a sus hijos en brazos, incluso durante la lactancia, pues se creía que esto generaba dependencia. En su lugar, se sentaban junto a ellos y los amamantaban tres veces al día. Si la madre tenía suficiente leche, el bebé no consumía otro alimento hasta el destete, pues se consideraba una ofensa para la leche materna. Para evitar que los niños exigieran ser cargados, se los colocaba en hoyos poco profundos en la tierra, donde podían moverse, jugar con pequeños objetos y fortalecer sus extremidades. Este método, además de estimular su independencia, impedía que se desplazaran libremente antes de haber adquirido las destrezas motoras necesarias. Los primeros ritos: Rutuchikuy y Huarachicuy Un corte de cabello, un nombre nuevo, una prueba de fortaleza. Los niños incas crecían bajo ceremonias que los preparaban para su rol dentro de la sociedad. (Imagen generada por IA) El primer gran hito en la vida de un niño inca ocurría entre el primer y segundo año de vida, cuando se realizaba la ceremonia del Rutuchikuy. En esta ocasión, el tío más anciano cortaba el cabello y las uñas del infante, guardándolos cuidadosamente. Este acto marcaba la transición a la siguiente etapa de la niñez y estaba acompañado de regalos simbólicos, como lana y alimentos, mientras se elevaban oraciones al sol para bendecir su futuro. A los 14 años, los varones pasaban por la ceremonia del Huarachicuy, un rito de iniciación que los preparaba para la vida adulta. Mientras que para los plebeyos era un evento sencillo, para los hijos de la nobleza representaba una prueba de resistencia física y espiritual. En Cusco, una vez al año, se celebraban sacrificios y competencias en las que los jóvenes debían demostrar su fortaleza. Como parte de este proceso, elaboraban chicha de maíz y ejecutaban la danza guerrera conocida como Warri, tras lo cual se les concedían las orejeras que los distinguían como hombres adultos. Por su parte, las mujeres atravesaban el Kikuchikoy, ceremonia que coincidía con su primera menstruación. Durante tres días, la joven debía ayunar y mantenerse en aislamiento antes de ser presentada en un evento donde se le asignaban nuevas responsabilidades dentro de la comunidad. Educación: un privilegio de casta No todos los niños incas recibían la misma educación. Mientras los nobles aprendían con los amautas, el pueblo heredaba los oficios de sus padres, marcando así su futuro. (Imagen generada por IA) La educación en el incanato estaba estrictamente regulada según el origen social. El gobernante Inca Roca estableció las primeras escuelas para la élite, donde los sabios o amautas instruían a los hijos de los nobles en artes, ciencias y letras. Pachacútec amplió estas instituciones en Cusco, promoviendo el runasimi (quechua) como lengua oficial y consolidando un sistema educativo que fortalecía la cohesión política y cultural del imperio. Para la nobleza, el inca mantenía en su palacio un espacio de enseñanza exclusivo, en el cual durante cuatro años se impartían conocimientos en religión, interpretación de quipus, administración y estrategias militares. Los hijos del pueblo, en cambio, aprendían el oficio de sus padres y tenían la obligación de ayudar en el hogar hasta los 25 años. Las escuelas se dividían por género: en los Yachaywasi estudiaban los varones nobles, mientras que en los Acllawasi se formaban las mujeres escogidas, instruidas por las mamaconas en tejido, religión y preparación de ceremonias rituales. Responsabilidades y juegos El juego existía, pero el trabajo dominaba la niñez inca. A través de tareas asignadas según la edad, los niños aprendían desde pequeños a contribuir a su comunidad. (Imagen generada por IA) Desde una edad temprana, los niños incas adquirían responsabilidades dentro de su comunidad. Eran agrupados en distintas categorías según su edad y participaban en labores como la agricultura, el pastoreo y el cuidado de sus hermanos menores. El tiempo para el ocio era limitado, aunque se han encontrado evidencias de un juego llamado kiwi, que consistía en un cordel con tres ramales y bolillas en los extremos, posiblemente usado también para espantar aves en los sembríos. El papel de la religión en la infancia Dentro de la cosmovisión incaica, la infancia también tenía un papel en la esfera religiosa. En ocasiones, ciertos niños eran escogidos para sacrificios en honor a los dioses, un acto que buscaba aplacar la ira divina o asegurar favores para la comunidad. Este destino recaía sobre infantes de particular belleza o linaje, quienes eran preparados durante meses antes de ser llevados a su destino final. Los maestros de la sabiduría en el Imperio inca En el Tahuantinsuyo, la educación de la nobleza estaba en manos de los amautas, sabios escogidos por su vasto conocimiento en ciencias, religión, historia, matemáticas y estrategia militar. Su enseñanza era oral, y los jóvenes debían memorizar cada lección con gran disciplina. Además de educadores, los amautas tenían autoridad para castigar a sus alumnos si era necesario. Sin embargo, si abusaban de su poder, también eran sancionados.

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