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Concordia » Diario Del Sur Digital
Fecha: 25/03/2025 14:19
Con fuertes críticas al negacionismo, el ajuste y la represión del Gobierno, los organismos de derechos humanos encabezaron el acto central en Plaza de Mayo. La provocación de la Casa Rosada y el mensaje de lucha de las Madres y Abuelas. La Plaza de Mayo está repleta. Las Madres y las Abuelas sonríen. Y es Taty Almeida, la presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, quien pone en palabras lo que esa multitud representa. “Tenemos la fuerza de la historia de nuestro pueblo, y por eso (Javier) Milei y (Victoria) Villarruel pretenden negar el genocidio y desmantelar las conquistas en materia de Memoria, Verdad y Justicia”. A su lado, Estela de Carlotto asiente. Las mujeres que desafiaron la más cruenta dictadura ahora también desafían a un Gobierno que banaliza los crímenes y las provoca, pero esta vez no están solas. Ese fue el mensaje que la multitud que caminó por las calles del territorio argentino dejó al cumplirse 49 años del último golpe de Estado. El gobierno de La Libertad Avanza (LLA) buscó dominar la agenda en un día sensible para el pueblo argentino. Primero, difundió un video en el que monologaba el politólogo Agustín Laje para instalar que en Argentina se libró una guerra y que hay verdades que no se cuentan. Después, el vocero Manuel Adorni hizo su aparición para anunciar con bombos y platillos una desclasificación de archivos –que ya había sido decidida por un decreto de 2010 de Cristina Fernández de Kirchner– y avisar que el gobierno presentaría el asesinato de un militar como un caso de lesa humanidad ante la Comisión Interamericana de Derechos (CIDH). En el movimiento de derechos humanos tomaron el spot y los anuncios como provocaciones que no pudieron enturbiar lo importante: que miles de personas salieron para renovar un compromiso con la memoria, la verdad y la justicia. En la Plaza, la Madre de Plaza de Mayo Elia Espen repite lo que dice todos los jueves cuando marcha con la foto de su hijo Hugo Miedan: que abran todos los archivos del Estado desde 1974 a 1983 para avanzar con las investigaciones de los responsables de los crímenes más aberrantes. “Seguimos exigiendo que nos digan dónde están”. Estela de Carlotto arranca aplausos cuando dice que en los últimos dos meses encontraron dos nietos y que ya contabilizan 139 restituciones. Ella levanta el brazo y celebra también. Es la lucha en la que las Abuelas están desde 1977. Son poquitas. En el escenario solo se encuentran ella y Buscarita Roa, que llegó del brazo de su nieta Claudia Victoria Poblete. “La apropiación es una desaparición forzada y hasta tanto no se conozca la verdadera identidad se sigue cometiendo”, afirma. “El Estado debe garantizar la restitución de la identidad de los nietos y nietas”, reclama después de un año de humillaciones por parte de la administración libertaria: el desmantelamiento de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) –el organismo encargado de buscar a los bebés robados durante la dictadura– y el desfinanciamiento del Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG). No son los únicos organismos mutilados por la motosierra del Presidente: los sitios de memoria están en riesgo, la Secretaría de Derechos Humanos se reduce a su mínima expresión y ya no hay quien releve los archivos del Ministerio de Defensa para aportar a las causas por crímenes contra la humanidad. A su turno, el Premio Nóbel Adolfo Pérez Esquivel, referente del Servicio de Paz y Justicia (Serpaj), denuncia la pobreza, la destrucción de la salud pública, la entrega de los recursos naturales y el agobio sobre la educación pública. “La educación del pueblo no se vende, se defiende”, corean, registró Página 12.
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