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  • Cuando el Cóndor pasa

    Concordia » Diario Junio

    Fecha: 23/03/2025 12:28

    A pesar de que la derecha ha insistido siempre, a través de sus voceros oficiales y de una prensa lacaya, en que la «verdad» de lo ocurrido en 1976 pertenece al basurero de la historia y que ya no vale la pena acudir al rescate de la memoria, se nos impone la idea de que lo importante es solo aquello que cada individuo, en su más absoluta soledad, considere como «verdad». Es decir, la creencia subjetiva por encima de la realidad cotidiana. Así fue como el poder mediático dominante, que ha cogobernado sistemáticamente con la dictadura y después de ella, ha puesto toda su artillería en favor de ocultar la verdad y así poder blindarla antes, durante y después del proceso dictatorial. Por eso la «verdad», entendida como esa relación justa y directa entre lo dicho y lo hecho, ha sido tan manoseada, tan vejada, no solo por los ejecutores infames, sino por la prensa servil y la justicia pusilánime. Enumerar todas las acciones del infausto accionar de la dictadura, sin caer en la redundancia, es necesario, porque tienen bastante similitud con lo que ocurre hoy en nuestro país con este gobierno protofascista. Y si no, veamos: Operaciones políticas, estigmatización permanente de los luchadores sociales, censura mediática, negacionismo, banalización de los derechos humanos, instalación de una agenda propia e interesada postergando las necesidades populares, quiebre de los vínculos sociales a través del miedo y estrangulamiento económico. Todo eso nos ha conducido a ahogarnos en un lodo donde hemos sido manoseados en medio de la desinformación y la distracción. Sin olvidar la cantidad de secuestrados, desaparecidos, torturados y asesinados. Por eso, sumergir a la sociedad en una confusión producida por el terror a partir de mentiras repetidas hasta el hartazgo es siempre una victoria del poder arbitrario, que muchas veces termina con el lacónico: «Por algo será». Es muy probable que la repetición de la denominación «dictadura militar» vaya cayendo en desuso en favor de otra más compleja y aproximada a la realidad de lo que realmente fue: «Un bloque militar, empresario, eclesiástico y comunicacional», que fueron cómplices directos, sin los cuales el golpe de Estado no hubiese podido sostenerse. Sin olvidar a algunos partidos políticos, que prestaron a sus hombres más capaces para diseñar la estructura de poder que les permitió enriquecerse sin control alguno. Por ejemplo, empresarios que fueron procesados penalmente por hacer desaparecer a sus operarios, como Carlos Blaquier, quien murió a los 94 años porque nuestra «Justicia Divina», que reside en los majestuosos tribunales, le congeló la causa. O el caso de Papel Prensa, en una operación manchada de sangre entre el inescrupuloso Magnetto y los militares. Etc., etc. Con respecto a algo que muy poco se cuestionó, fue la participación de los intelectuales en la dictadura y su responsabilidad en la generación de ideas que influyeron en las conciencias. Mariano Grondona, por ejemplo, expresó: «Argentina es y será católica y militar» (?). ¿Por qué es importante el rol que tuvieron algunos intelectuales durante la dictadura? Porque poseen en la «palabra» el instrumento para hacer aceptable, e incluso ineludible, el recurso de la violencia. En un momento histórico lo fue Leopoldo Lugones. Estos intelectuales que fluctuaron en la dictadura fueron funcionales en uno de los escenarios donde se libraba, en un contexto internacional, la llamada Guerra Fría. Por lo tanto, era necesario derrotar militar y culturalmente cualquier movimiento emancipatorio. Como le dijo el cerebro del Plan Cóndor al almirante Guzzetti, de Argentina: «Está bien, den el golpe, pero háganlo rápido y bien». Duró siete años. Había comenzado con el golpe a Salvador Allende, y luego continuó con un vuelo rasante por los demás países de Sudamérica. Con el correr del tiempo, la dinámica de la política hizo aterrizar en nuestro país otro tsunami político con el neoliberalismo, que con la dictadura hizo grandes negocios, como el Grupo Macri, que pasó de cuatro empresas a 47 con la complicidad de los genocidas. ¡Qué tal! Quizá no hayamos aprendido nada. Es posible. ¿No se dan cuenta de que a partir de Menem, Macri y Milei utilizan la democracia como un «caballo de Troya», que en su vientre lleva el crimen perfecto contra la democracia? Es un genocidio a través de sus doctrinas cuasifascistas, buscando la manera de poner el «último clavo» al ataúd de la democracia, que tanta sangre, sudor y lágrimas nos ha costado. No bastará con un acto recordatorio el 24/03/25. ¡Argentina, levántate y lucha!

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