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» Diario Cordoba
Fecha: 23/03/2025 08:58
No existe un único camino para descubrir una pasión, pero sí un factor determinante: seguir las señales. A Juan, el olfato lo guió. Cuando era niño, pasaba por el taller de un vecino que se dedicaba a la que sería su vocación. "Me gustaba el olor", dice. Es lo que más recuerda. El resto, un largo camino. José, sin embargo, lo lleva en la sangre. Su bisabuelo era carpintero y su padre tuvo una tienda de muebles. A Olivier le llegó por impulso. Lo dejó todo y, solo, en casa, siguió una especie de orden del corazón. Empezó haciendo cosas para él y, luego, para los amigos. Esos tres caminos tan distintos confluyeron en Córdoba hace apenas dos años. Son tres artesanos con una misma pasión: la ebanistería. Palda, una perra bautizada por su color pardo en un acento francés, es la primera que recibe a quienes visitan el taller de Estudio Trebarte. Lo primero que se percibe es el ruido: una orquesta de sierras, lijas y gubias. Lo segundo es el olor, aunque uno no tenga el olfato tan entrenado como para distinguir cada una de las 30 variedades de maderas que guarda la cooperativa en un almacén del polígono de Las Quemadas. Lo tercero, el serrín. Y uno se pregunta: ¿Cómo puede salir del polvo y de tal alboroto una pieza artística? La respuesta está en las manos del cordobés Juan M. Trujillo, del francés Olivier Kuhn y del cacereño José D. Martos. Para ellos resulta sencillo resumirlo: "Le damos un toque más fino al mueble". Un trabajo "para toda la vida" Los ebanistas labran, tallan y realizan incrustaciones en la madera que hacen único el producto final. Detrás hay mucho de culto por al trabajo artesanal, grandes dosis de creatividad y un amplio abanico de conocimientos, desde artísticos a matemáticos, que hacen posible, por ejemplo, que una tabla rota dé para una elegante mesa decorada con resina. Y tiempo. El tiempo es otra parte importante. Hacer una muestra les puede tomar varios días; producir la pieza encargada por el cliente puede irse a los meses. Lo que no tiene plazos es la duración de sus obras, aseguran: "Todo lo que sale de aquí es para toda la vida". Olivier y José trabajando en el taller de Estudio Trebarte. / Ramón Azañón Como todo artista, el ebanista, a quien no le gusta que le llamen carpintero, tiene sus manías, sus particularidades. Para Juan, que según Olivier y José es un romántico, tintar la madera puede considerarse "un crimen". "Si tiene este color, tiene este color", zanja Juan, sonriente, con un trozo entre manos. Después de cortar, dar forma y limpiar la madera, el barniz realza los colores. Antes, claro, hay que elegir la adecuada. Un niño puede querer ser artesano tanto como médico, y falta hace El taller de Estudio Trebarte parece una enciclopedia interactiva: las autóctonas conviven con piezas importadas de África y Sudamérica. Cuando las necesitan, pasan un día en Madrid explorando uno de los dos grandes almacenes que quedan, según explican, en España: "No es fácil conseguirlas. Hay maderas que están regular. Debe ser así. El sello de sostenible también lo buscamos". Juan, Olivier y José no solo fabrican mobiliario, sino que producen piezas artísticas con las que participan en exposiciones. Eso y el boca a boca es prácticamente toda su publicidad. Un juego de tres Juan y José se llevan 18 años, pero se conocieron en las aulas. El cordobés empezó a formarse en 1994, dos años antes de que naciera su compañero. Desde entonces, no ha dejado de hacerlo. Por eso, tiene presente lo mucho que cuesta "llegar a lo que tenemos hoy por hoy". Siempre fue su ambición, aunque comenzó solo, como autónomo. Ahora son tres. "Nos complementamos", afirma Olivier, el autodidacta. "Nos potenciamos, aprendemos unos de los otros todos los días", aseguran. José, en primer plano, Olivier y Juan, en el taller. / Ramón Azañón Pero más allá de aquella trinchera en la que conviven, la realidad creen que es otra. Consideran que existe una falta de cultura sobre este trabajo. "Todos somos artesanos por naturaleza, es innato", piensan. Y, por eso, tratar de llegar a las escuelas es uno de los proyectos que tienen en mente: "Un niño puede querer ser artesano tanto como médico, y falta hace". Desde esa posición, tienen claro que "jamás" competirán "con grandes superficies". "El que viene aquí sabe a lo que viene. Por suerte, nuestros clientes son muy atrevidos", cuentan. Cada proyecto es una oportunidad para divertirse. "Esto para nosotros tres es una sala de juego", aseguran. Porque el infinito cabe en un tronco. Suscríbete para seguir leyendo
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