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  • El dólar, la calle y la rosca convierten a Milei en un presidente terrenal

    » La Capital

    Fecha: 23/03/2025 08:24

    La casta le tiró al presidente una soga en el Congreso para sacarlo del pantano. El acuerdo con el FMI y un mes que marcará el año electoral. Se reactiva la protesta y el gobierno recula. Pullaro y Unidos hacen números de cara a la Constituyente El blindaje del DNU sobre el acuerdo con el FMI cortó una sequía de victorias del gobierno de Javier Milei. Javier Milei respiró. El presidente consiguió blindar el DNU para inaugurar un nuevo ciclo de endeudamiento con el FMI . Con sólo 39 legisladores libertarios, el libertario necesitó otra vez la ayuda de la casta, que le salió de garante sin haber leído el contrato . Para el relato de la Casa Rosada, las ratas del Congreso volvieron a la forma humana y fueron reconocidas como representantes responsables que supieron interpretar el mandato de las urnas. Todo porque votaron a favor del gobierno. En medio de un escenario de descontrol creciente en el palacio, la calle y los mercados, el miércoles Milei se enfrentaba a la votación más importante desde la segunda versión de la ley Bases . Otra vez, sobrevolaba la pregunta por la gobernabilidad . Es el principal interrogante que arrastra desde el comienzo de un experimento orgullosamente amateur, en hiperminoría en el Congreso y que se propone un reseteo político, económico y cultural. En un recinto de Diputados donde las mayorías son líquidas, Milei logró el acompañamiento del PRO, buena parte del radicalismo y el bloque de Pichetto y los legisladores que responden a los gobernadores. Atravesado por una interna que desborda al propio Martín Menem, que tiene que oficiar como presidente informal del bloque, La Libertad Avanza consiguió los 129 votos de carambola. Más por otro gesto de buena voluntad —y van— de la humillada oposición dialoguista que por pericia legislativa del oficialismo. La jugada de encorsetar al acuerdo con el FMI con un DNU puso a ese conglomerado heterogéneo ante un momento Massa. Tenían que votar por sí o por no. image.png Ninguno de ese collage de dirigentes en el que se mezclan los que acompañan el rumbo de Milei a pesar de las formas, los que hacen cálculos electorales, e incluso los que buscan algún rédito personal, quería ser señalado como generador de turbulencia. Menos en un momento en que como señaló el economista Cristian Buteler en las últimas seis jornadas las reservas del Banco Central bajaron 1.476 millones de dólares. Una hemorragia que no puede sostenerse en el tiempo. >> Leer más: Romina Diez: "El nuevo préstamo con el FMI traerá nuevas inversiones y aumento del salario real" Paradójicamente, el execonomista del grupo Eurnekian y expanelista encuentra mayores problemas en la economía que en la política. En el ámbito del poder mostró capacidad para domar a la vieja clase política y maximizar sus escasos recursos, mientras en el mercado crece la incertidumbre sobre cuál será la política cambiaria del acuerdo por nacer con el Fondo y se empieza a desarmar el carry trade. El futuro inmediato, en manos del FMI En lo que queda de marzo y abril se dirime si con la ayuda del Fondo y los dólares de la cosecha Milei encuentra un sendero relativamente despejado hacia las elecciones o, por el contrario, llegó al abril de 2018 de Mauricio Macri, pero antes de los comicios de medio término. Usando la promesa del entonces presidente que no pudo conseguir la reelección: lo mismo pero más rápido. Cualquiera de los dos escenarios plantea un problema narrativo para el gobierno. No sólo el archivo tuitero condena a Milei y a Manuel Adorni, que se cansaron de escribir que pedir ayuda al Fondo significaba un fracaso y una forma de patear los problemas para adelante, o agravarlos. También porque el FMI suele ser un salvavidas de plomo. En términos económicos y políticos. El combo del Fondo viene con devaluación. Justo lo que quiere evitar el gobierno en un año electoral. image.png De todos modos, el blindaje parlamentario del DNU y la escena de una protesta al Congreso sin choques entre manifestantes y policías le permitieron al gobierno transmitir cierta idea de recuperación del control. Desde el estallido del criptogate, el gobierno sólo acumulaba tropezones. Como esos equipos que entran en una racha perdedora, se desesperan cada vez más por un triunfo y el clima en el vestuario se empieza a poner espeso. El regreso de la protesta La erosión de la imagen pública del presidente que recogen, con sus matices, encuestadores de todo el espectro político, va en paralelo con una mayor tensión en la calle. Con una combinación de audacia y sensibilidad para leer a una sociedad agotada de la dinámica de la movilización permanente, en su primer año Milei redujo al mínimo el poder de fuego de los movimientos sociales, fragmentó el bando opositor en un archipiélago de resistencias y capitalizó la crisis generalizada de las dirigencias. Sin embargo, la marcha de los jubilados a la que se sumaron los hinchas de fútbol mostró en acción un sujeto inesperado. Una masa sin jefes ni interlocutores, curtida en el cuerpo a cuerpo con la policía. Esta semana, el clima era todavía más denso. La imagen del fotógrafo Pablo Grillo, herido por un efectivo de la Gendarmería, la fuerza fetiche de Patricia Bullrich, metió al gobierno en un laberinto comunicacional. Por momentos, en la previa de la movilización se respiraba una atmósfera similar a la de junio de 2002, cuando fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán. Aunque Milei no es Duhalde y los ciclos y protagonistas de la protesta son diferentes, tanto entonces como hoy el gobierno adoptó un discurso bélico para tratar de mostrarse fuerte en medio de una negociación con el FMI. Pese a todos los intentos del gobierno por desinflar la movilización —desde las escenas orwellianas de los anuncios en el transporte público sobre la disposición del gobierno de reprimir hasta las requisas en el transporte— la marcha fue masiva y en paz. image.png AP Photo/Rodrigo Abd Tanto porque esta vez ganaron protagonismo las organizaciones que calculan los riesgos del enfrentamiento directo con la policía como por la intervención de hecho del triángulo de hierro sobre el operativo de seguridad. Más allá de las bravuconadas en las redes, el gobierno parece haber tomado nota de que la misma opinión pública que demanda orden puede darse vuelta si las fuerzas de seguridad abusan de su poder. Sobre todo si hay víctimas fatales. La serie de movilizaciones con las que abrió el 2025 y el paro de la CGT después de una larga tregua en la que las cúpulas sindicales cambiaron paz social por recursos de poder de los gremios —como los aportes a los sindicatos— despiertan al gobierno del sueño de enterrar a la Argentina plebeya y contestataria de la que, a su modo, también es hijo Milei. “Aquellos que se pusieron en agoreros y subestimaron al gobierno perdieron, pero los que creyeron que siempre les iba a salir todo bien, también. Milei empieza a ser un fenómeno terrenal, con un núcleo duro, un techo que se va marcando y una inflación de marzo que empieza a ser preocupante”, observa desde Santa Fe un dirigente que tiene una silla en la mesa chica de Unidos. Con quince meses de recorrido, Milei archivó sus propuestas más disruptivas y del affaire $LIBRA para acá terminó de convertirse en un presidente argentino con los problemas típicos de un presidente argentino: el manejo del dólar, los desafíos de la calle, las tensiones con un sector del alto empresariado y la sombra permanente de Comodoro Py. Los cálculos de Maximiliano Pullaro A pesar de las diferencias políticas e incluso los chispazos personales, los gobernadores saben que si se desata una crisis de proporciones no hay dique de contención posible. “Queremos que al gobierno le vaya bien, porque la inestabilidad nos perjudica”, dicen desde el entorno más próximo a Maximiliano Pullaro. Convertida en una incumplidora serial de promesas de fondos y obras, la Casa Rosada rota los interlocutores con el gobernador. Ahora es Martín Menem. >> Leer más: Pullaro sobre el acuerdo con el FMI: "Hubiese sido muy malo no aprobarlo" A tres semanas de las elecciones en la provincia, se largó la campaña pero no permea en el electorado. “En una elección que a priori no está despertando pasiones, es clave la última semana, que es cuando los que no saben y no contestan prestan atención. El que llegue con mayor fortaleza va a tener un plus”, observa un estratega de la alianza entre la UCR, el socialismo, el PRO y otras fuerzas. Allí se definirá, entienden, por cuánto gana Unidos y si se despega alguna expresión opositora o quienes están en la vereda de enfrente a Pullaro aparecen fragmentados. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida por Unidos Santa Fe (@unidossantafeonline) El gobernador y su equipo creen que pueden sacar entre 13 y 19 convencionales departamentales y se mueven entre un piso de 30 por ciento y un techo de 48 por ciento en la categoría de constituyentes por distrito único. Aunque ven a Marcelo Lewandowski mejor pisado el inicio, creen que al final La Libertad Avanza será la segunda fuerza y que aún en el caso de que no lleguen a la mayoría propia podrán encontrar los votos necesarios en la propia Constituyente. “Aliados van a aparecer”, aseguran. Más que entre sus rivales electorales, el gobierno ve la principal amenaza en la calle y en las cárceles. Pullaro le dice a los propios que la seguridad lo desvela. Pese a la baja en los homicidios y el endurecimiento de las condiciones de detención de los jefes, el jefe de la Casa Gris advierte que “las bandas están activas” y buscan la oportunidad para generar conmoción pública antes de las elecciones. “Si pudieran hacerme perder, lo harían”, dice a su entorno.

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