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Parana » AIM Digital
Fecha: 23/03/2025 08:22
Se cumplieron cinco años desde que la pandemia de Covid-19 marcó un antes y un después en la forma en que se trabaja, obligando a empresas y empleados a adaptarse rápidamente a nuevos modelos de trabajo. Lo que comenzó como una medida de emergencia para mantener operativas empresas y organizaciones se convirtió en un fenómeno que transformó la vida laboral, los hogares y las dinámicas sociales. Entre desafíos técnicos, beneficios imprevistos y tensiones personales, el teletrabajo marcó una época de adaptación forzada y dejó un legado que aún resuena en el mundo del trabajo. Cinco años después, estudios como el de la consultora Gallup y WFH Research, a la que accedió AIM, han documentado cómo estas transformaciones han impactado el entorno laboral: desde el auge y caída del teletrabajo hasta los retos relacionados con la salud mental y el compromiso de los empleados. Evolución del trabajo remoto al híbrido Según datos de Gallup, en 2019 el 60 por ciento de los empleados con capacidad para teletrabajar acudían a las oficinas cinco días por semana. El 32 por ciento ya lo hacía alternando días presenciales y de trabajo remoto. Un modelo que ahora conocemos como jornadas híbridas. Antes de que todo cambiara, solo el ocho por ciento trabajaba de forma completamente remota. En la actualidad, los datos sobre la jornada laboral apuntan a una mayor más diversidad. Según Gallup, el 55 por ciento de los 400.000 empleados consultados trabaja en una modalidad híbrida, el 26 por ciento teletrabaja a jornada completa y el 19 por ciento sigue siendo exclusivamente presencial sin opciones a teletrabajar en absoluto. Los datos de WFH Research son más conservadores en sus estimaciones, asignando un 25,7 por ciento a los modelos híbridos, un 12,9 por ciento al teletrabajo a tiempo completo, y un aplastante 61,4 por ciento para el trabajo presencial. Plataformas como Zoom, Microsoft Teams y Google Meet se volvieron imprescindibles, acuñando términos como "zoompleaños" y reuniones virtuales que reemplazaron los encuentros cara a cara. Pero la dependencia de la tecnología expuso desigualdades: mientras en áreas urbanas el acceso a internet permitió cierta continuidad, en zonas rurales o barrios vulnerables la conectividad precaria dejó a muchos fuera del sistema. Una encuesta del Ministerio de Trabajo reveló que el 40% de los teletrabajadores reportó problemas técnicos frecuentes, desde cortes de luz hasta velocidades de internet insuficientes. A esto se sumó el estrés de aprender herramientas digitales sobre la marcha, un desafío especialmente para generaciones menos familiarizadas con la tecnología. El teletrabajo trajo ventajas innegables. La eliminación de traslados ahorró tiempo y dinero —un promedio de dos horas diarias en ciudades como Buenos Aires— y permitió a mucho conciliar mejor sus horarios. Las jornadas se extendieron, las videollamadas se multiplicaron y el "derecho a la desconexión" —recién reconocido por la Ley 27.555 de Teletrabajo, sancionada en julio de 2020— tardó en aplicarse. Un informe de la Organización Internacional del Trabajo señaló que el 60% de los teletrabajadores argentinos sentía que trabajaba más que antes, un fenómeno bautizado como "hiperconectividad". Las mujeres, en particular, enfrentaron una carga desproporcionada: un estudio de Cippec indicó que ellas dedicaban un 30 por ciento más de tiempo a tareas domésticas durante el teletrabajo, profundizando desigualdades de género. A su vez, quienes vivían solos reportaron aislamiento y falta de interacción social, un costo emocional que se sumó al agotamiento. Estancados desde 2023 Aunque el fin del Aspo permitió volver a las oficinas, un relevamiento de Adecco Argentina en 2023 mostró que el 45 por ciento de las empresas mantenía alguna forma de trabajo remoto. Para muchos empleados, la flexibilidad ganada es irrenunciable, pero persisten debates sobre productividad, bienestar y el impacto en las ciudades, donde el tráfico y el uso de oficinas no volvieron a los niveles pre-pandemia. En lugar de priorizar el incremento de estos días de trabajo remoto, los estudios confirman que los empleados dan prioridad a mantener la flexibilidad horaria. En la actualidad, se trabaja en remoto un promedio de 2,3 días por semana, siendo el viernes el día más habitual para trabajar desde casa. Sin embargo, los datos de WFH Research revelaron que en, muchas ocasiones, ese trabajo remoto se producía para compensar que el viernes se había entrado más tarde o se había salido antes de la hora, añadiendo ese componente de flexibilidad. A más de cinco años de aquel marzo de 2020, su significado sigue evolucionando, entre quienes lo ven como una conquista y quienes añoran los límites claros de la oficina. Mientras muchas empresas que sostenían el trabajo remoto están volviendo a las oficinas, otras ya cuentan con su esquema presencial completo. Quejas, satisfacción, desgaste. Los trabajadores, en general, prefieren un esquema mixto por la flexibilidad que les permite. Sin embargo, la presencialidad, poco a poco, va ganando terreno. Cuestiones de norma En el marco de un año crucial para el panorama económico y social de Argentina, la reciente reforma laboral aprobada en 2024 promete generar un antes y un después en las relaciones laborales del país. Uno de los puntos apunta el fomento del teletrabajo y nuevas modalidades: reconociendo el impacto de la tecnología y los cambios en las formas de trabajar, la reforma amplía la legislación sobre teletrabajo, brindando mayor flexibilidad a empleadores y trabajadores, con garantías de desconexión digital y herramientas provistas por el empleador.
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