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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 23/03/2025 02:41
Argentina's former President Cristina Fernandez de Kirchner attends an educational congress at the Social Sciences School of the University of Buenos Aires (UBA), in Buenos Aires, Argentina, March 22, 2025. REUTERS/Matias Baglietto Abril del 2023, exactos dos años atrás, también en plena campaña electoral. Frente al Palacio de Tribunales, un grupo de dirigentes K y varios cientos de militantes se convocan para protestar contra los jueces de la Corte Suprema. La consigna es “democracia o mafia judicial”, y uno de los principales oradores, tal vez el más ovacionado por la multitud, es Axel Kicillof. “Vamos a romper la proscripción para que Cristina decida hacer lo más conveniente y nos lleve de nuevo, como lo hizo una y otra vez, a la victoria”, grita el gobernador. Meses antes, en diciembre, el Tribunal Oral Federal 2 condenaría a Cristina Kirchner a seis años de prisión por la denominada causa “Vialidad” y la inhabilitaría para ejercer cargos públicos de por vida. Furiosa, la ex presidenta ensayó entonces una enérgica catarsis pública: “No voy a ser candidata, el 10 de diciembre de 2023 no voy a tener fueros, así que le va a poder dar la orden a sus esbirros de la Casación y de la Corte Suprema de que me metan presa”, gritó desde su despacho del Senado con alusiones a los dueños del grupo Clarín. Dos años después, los fantasmas judiciales vuelven a acechar a Cristina Kirchner, otra vez en el centro de la escena política. En el Instituto Patria juran que la ex presidenta no le teme a la cárcel, y que ella ya había visualizado con anterioridad que “entre abril y mayo” podía haber novedades vinculadas con su prontuario, más precisamente con “Vialidad”. Al menos ese fue el mensaje que bajó Oscar Parrilli a algunos de los senadores del bloque K del Senado: “Nos dijo que tenían información de que entre abril y mayo la Corte podría confirmar su condena”, aseguró a mediados de semana a este medio un senador de esa bancada. Cuarenta y ocho horas después, la Cámara de Casación rechazó un planteo de la defensa de la jefa del PJ y la dejó, si recurre en queja, en manos del máximo tribunal, que ahora deberá definir, sin plazos, si ratifica o no la pena. Es decir, la cárcel o la libertad. Más allá de los pronósticos judiciales, y de la verosimilitud de los planteos, Cristina Kirchner le ordenó a Parrilli que bajara línea en el bloque K del Senado para intentar blindar su estrategia política en la Cámara alta frente al intento -¿el último?- de la Casa Rosada en torno al futuro de Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla. En particular, a este último, que asumió en comisión vía decreto en la Corte y que, según el núcleo duro del cristinismo, ya se siente muy a gusto con Horacio Rosatti y Carlos Rosenkrantz. Esa triada, a CFK la desvela. Por eso avaló una avanzada contra García-Mansilla en el Senado, prevista para el próximo 3 de abril, según el cronograma de sesión fijado por Victoria Villarruel, para tratar de desacoplar a esos tres jueces. De la ejecución de ese plan está muy pendiente Lijo, que trabajó de manera incansable en estos meses con gobernadores y senadores y que todavía ve que existe una hendija para llegar a la Corte. Según fuentes de Comodoro Py, de contacto permanente con el juez, esa chance depende casi con exclusividad de que el pliego de García-Mansilla sea rechazado por los senadores. Para que las negociaciones vuelvan a foja cero, y volver a tirar las cartas sobre la mesa. Marco Rubio Cristina Kirchner fue y vino con el pliego de Lijo. A García-Mansilla nunca lo consideró. Pero en el caso del juez federal escuchó a un número para nada despreciable de dirigentes, en especial gobernadores, que le confesaron que veían con muy buenos ojos que llegara a la Corte. Le avisaron incluso que trabajarían para concretar ese objetivo. “¿Y cuál es mi negocio?”, fue el mensaje recurrente que devolvió la ex presidenta en simultáneo a que habilitara negociaciones con el Ejecutivo, encabezadas por Santiago Caputo, Sebastián Amerio y otros operadores e integrantes del staff permanente del consultor estrella de la Casa Rosada, algunos de ellos con los que compartió consultorías, años atrás, cuando Javier Milei ni siquiera existía como hipótesis electoral. En más de una conversación privada, Cristina Kirchner deslizó, en ese sentido, que se desempolvará en Diputados el proyecto de ampliación del tribunal a quince miembros que tuvo media sanción del Senado en septiembre del 2022, con 36 votos positivos y 33 negativos. Y que, en todo caso, que sea después el propio Presidente el que ajustara hacia abajo el número de miembros. Ayer, la jefa del PJ aprovechó la batería de novedades judiciales y políticas sobre su figura en su reaparición pública, no de redes, en la facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Veinticuatro horas después de que Marco Rubio, el influyente secretario del Estado norteamericano de Donald Trump que tiene simpatía por Milei, anunciara que ejecutará de manera oficial la prohibición de entrada al país de ella, sus hijos Máximo y Florencia Kirchner y el ex ministro Julio De Vido. “Muy a pedido, (Milei) no se la banca solo. Lo definiría como un contexto de descomposición institucional en un marco grave de la economía que atraviesa hoy la República Argentina. Descomposición institucional que, como su nombre lo indica, abarca a los tres poderes del Estado: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial”, dijo la ex presidenta. Enseguida, arremetió contra los legisladores del peronismo que le dieron un “cheque en blanco” al Gobierno con la aprobación del DNU que habilita al Ejecutivo a acordar un nuevo programa con el Fondo Monetario Internacional. La lectura de la ex mandataria es que todo tiene que ver con todo. En ese contexto, reunió de urgencia al peronismo que le responde en la sede de la calle Matheu, horas antes de la marcha del pasado miércoles y de la sesión en la Cámara baja, con una foto con escasa relevancia política y un comunicado light para fijar posición y contribuir a la narrativa K anti Fondo, para intentar que la centralidad de ese relato la tenga como protagonista. Cristina Kirchner y Axel Kicillof en La Plata En paralelo, ordenó desde la jefatura del PJ al bloque de senadores de UxP a que le enviaran una carta a la bancada demócrata en el Senado norteamericano con la posición del partido respecto de la negociación entre el Gobierno y el organismo de crédito. Infobae no pudo precisar si el texto ya llegó a Estados Unidos, pero la respuesta de la administración republicana a este posicionamiento de la ex presidenta corrió por cuenta de Rubio. Inmediatamente después del posteo y el anuncio del secretario de Estado, hubo una andanada de apoyos por parte de dirigentes del kirchnerismo. Ese operativo incluyó a Kicillof, que mantiene una guerra descarnada con Máximo Kirchner y La Cámpora en territorio bonaerense, y que la ex presidenta sigue con particular atención, por ahora en línea con la posición de su hijo. El ex ministro posteó en sus redes un texto breve de sostén a la ex jefa de Estado. “Triste y grave: Estados Unidos le niega la entrada a @CFKArgentina, De Vido y sus familias”, escribió. Evitó mencionar a su hijo. Al gobernador lo persigue ahora una encrucijada incómoda: cómo enfrentarse a ese sector encabezado por la ex mandataria si la Justicia acelera en su contra. Axel Kicillof Hiperactiva, CFK monitorea los cierres del peronismo en todas las provincias, pide informes a todas las secretarías del partido -”Nos está haciendo laburar, nos habíamos desacostumbrado con Alberto (Fernández)”, se divirtió esta semana un dirigente que participó de la cumbre en la calle Matheu-, pero es muy consciente de que la disputa en el distrito principal del PJ tiene que resolverse de tal manera que no deje a la oposición de La Libertad Avanza y el PRO en las puertas de un triunfo electoral. Ese resultado sería letal para el futuro de ella, no solo político si no también judicial, y para el proyecto presidencial del gobernador. “Cristina quiere acordar con Axel”, resaltó ayer un dirigente camporista que habla seguido con la ex presidenta. La tensión, de todos modos, sigue muy latente, agravada por los recientes desplantes del jueves en la Legislatura, por la sesión fallida para suspender las PASO. El lunes, se reflotaron mensajes y conversaciones cruzadas entre ambos bandos. Siguieron el martes y el miércoles. Todo parecía encarrilarse. En la noche del miércoles, tres legisladores referenciados en Kicillof -Susana González, Gustavo Pulti y Lucia Iañez- presentaron un proyecto para avanzar con la suspensión de las primarias, que se sumó al que ya existía del massismo. Hasta ese momento, se había consensuado continuar con las negociaciones y esperar a la semana siguiente, y vaciar la sesión convocada por LLA y el PRO. A la mañana siguiente, la del jueves, un grupo de diputados que quieren la independencia del gobernador del cristinismo y La Cámpora bajaron al recinto. No se llegó al quórum, pero esa decisión agitó aún más la interna. “A veces pienso que Axel quiere romper”, opinó este sábado un integrante muy importante de la agrupación liderada por el presidente del PJ bonaerense. A esa organización le llegó el mensaje de que Kicillof no había sido el principal artífice de esa movida en la Legislatura, si no que se había tratado de un “error involuntario” impulsado por intendentes del Gran Buenos Aires que no quieren saber nada con un acuerdo con Cristina y Máximo Kirchner. Más allá de la autoría intelectual de esa jugada, en sectores del PJ del conurbano dan cuenta de que la decisión del gobernador de independizarse y construir un nuevo proyecto no tiene marcha atrás. Las próximas semanas serán claves. La sesión del próximo jueves en la Legislatura puede acelerar los tiempos, y habilitar a Kicillof a desdoblar el calendario electoral, una decisión que en su momento María Eugenia Vidal no se animó a tomar para no enfrentarse a Mauricio Macri, que no estaba dispuesto a resignar ni un milímetro de su cuota de poder. Ariel Lijo y Manuel García-Mansilla Cristina Kirchner padece el mismo síndrome, aunque con una diferencia sustancial: es imposible desasociar sus movimientos de la Justicia que, en todos estos años, fue severísima con ella. Esa conjunción de factores podrían explicar, en parte, esta nueva centralidad político y judicial de la jefa del PJ. Ella insiste, como posteó tras la apertura de sesiones del 1 de marzo, que Milei dio “vuelta el reloj de arena”, y que empezó un proceso de deterioro del programa económico que, sin embargo, no impactaría en las elecciones de este año. Es que Cristina Kirchner y Milei fantasean de uno y otro bando. Por algo algunos integrantes del Gobierno, en privado, no se entusiasman demasiado con la aceleración de la Justicia. Por algo, también en privado, nunca fueron tan enfáticos en la defensa del proyecto de Ficha Limpia.
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