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» La Capital
Fecha: 23/03/2025 00:55
Inés Estévez es una de las actrices indiscutibles de la cultura nacional. En la última década, también se volvió una voz destacada de la escena del jazz. Con una propuesta multifacética que incorpora blues, soul, swing, bossa, bolero, y reversiones en español, recorre los escenarios del país en formato cuarteto. En el marco del Mes de la Mujer, vuelve a Rosario para presentarse el jueves 27, a las 20.30, en el teatro de Plataforma Lavardén (Sarmiento 1201). La artista se lanzó como solista en 2017, aunque la música siempre estuvo cerca. Su repertorio se alimenta de los discos que sonaban en su casa de la infancia, y su recorrido profesional estuvo desde los comienzos vinculado al canto: sus primeros galardones derivaron de comedias musicales, fue la voz de la banda funk La Fundación y grabó temas para films que protagonizó, además de colaborar con diferentes artistas como cantante invitada. En 2018, lanzó su primer disco “NUDE”, grabado en vivo con dieciséis músicos en escena, y que le valió la nominación a Mejor Álbum de Jazz en los Premios Gardel. Desde entonces, dio más de 200 conciertos en teatros y clubes de jazz de Argentina y Uruguay. En el show que trae a Rosario, la acompañan Mariano Agustoni en piano, Ezequiel Dutil en contrabajo y Javier Martinez Vallejos en batería. Antes de su llegada a Lavardén, Inés habló con La Capital sobre su búsqueda musical, el vínculo entre sus profesiones, y su vínculo con la ciudad. Embed Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Plataforma Lavarden (@plataformalavarden) >> Leer más: Inés Estévez: "El feminismo no es una elección sino una urgencia" Con diez años de carrera profesional con la música, ¿por dónde va actualmente tu exploración sonora? Tengo una formación muy ecléctica en relación a los géneros musicales y creo que mi exploración está más vinculada a la heterogeneidad, a la diversificación dentro de la sonoridad del jazz. Es algo que venimos haciendo desde que me lancé como solista, ir hacia los derivados del jazz, como el blues, el swing, la bossa. Y de pronto hubo un show específico que diseñé en función de explorar otros géneros con música de cine. Hemos llegado a tocar hasta versiones de un tema folklórico. La zamba argentina con la sonoridad del jazz y con los músicos que tengo, genera un clima y una belleza que no se contradice con la textura de lo que venimos tocando. ¿Qué orienta las versiones del cuarteto? Las versiones de la formación del trío instrumental y la voz son aplicables a otro tipo de formación. De hecho, el disco, fue grabado en el ND Teatro con dieciséis músicos en escena y eran temas que veníamos tocando en formato de cuarteto o a veces quinteto. Siempre tenemos músicos invitados para que aporten otra sonoridad, como una cuerda, un violín, un viento. Pero en realidad lo que orienta las versiones al principio me apoyaba mucho en lo que a la banda le iba surgiendo a partir de la propuesta. De un tiempo a esta parte estoy participando mucho yo, estoy proponiendo mucho en términos de climas. Como no sé música, no sé leer pentagramas, lo traduzco en términos de climas, de estados, de emociones. Al principio, en todo caso proponía un género determinado, tipo “hagamos esto en swing o en blues”. Eso lo sigo haciendo pero me estoy metiendo más con la forma del arreglo, sobre todo para acompañar el timbre de mi voz, para no tener que adherir yo al arreglo sino que el arreglo se adapte a lo que siento cuando interpreto determinado tema. Embed - Learning the blues VIVO INES ESTEVEZ >> Leer más: "Maternidark", una serie para derrumbar el mito de ser mamá ¿Qué tienen en cuenta para armar el repertorio? El repertorio lo armo yo, siempre fue así, y lo que más me cuesta es descartar temas. Es todo lo que se escuchaba en mi casa desde que tengo uso de razón, en un viejo Winko que tenía mi padre. Él escuchaba absolutamente todo el cancionero del jazz, pero había más cantado que instrumental. Así que vuelvo sobre todos esos temas que siempre me gustaron. Lo que sí hago es generar una especie de dinámica, de bioritmo, que vaya provocando en el público sensaciones agradables y que sea variado en cuanto a climas: pasar de la suavidad al swing y de ahí la intensidad de un blues más rockeado, o bajar más a ritmos linkeados con la bossa y a partir de ahí picar a ritmos más latinoamericanos, que son siempre más alegres y más cadenciosos. ¿Qué sentís que te aporta la experiencia en el escenario como cantante a tu trabajo como actriz y viceversa? No sé si siento que una profesión le aporte a la otra. Es cierto que haber transitado escenarios actuando, hace que subirme a un escenario a cantar sea mucho menos intimidante. De cualquier modo, yo siento que son profesiones diferentes, que si bien tienen que ver con la exposición y la comunicación con la gente, en la actuación está la protección de la ficción. La que está ahí es un personaje, no soy yo. Y cantando estoy muchísimo más en contacto con el público, con lo cual la defensa ante mi propia inseguridad es generar una intimidad con el público, un clima de living, de hogar, como si fuese una festividad propia, un cumpleaños al que están asistiendo amigos. Y la gente que viene a verte te eligió por anticipado. En la actuación, a veces hay gente que viene a verte y no sabe bien qué es lo que va a ver y si le va a gustar o no. En la música, en general la gente que viene lo hace porque sabe que le gusta lo que va a escuchar. Embed - VERA AND THE PLEASURE OF OTHERS International Trailer >> Leer más: Llegó a cines la premiada película rosarina "Vera y el placer de los otros" En los últimos años, profundizaste tu vínculo con Rosario a través de distintos trabajos audiovisuales como la miniserie “Maternidark” y la película “Vera y el placer de los otros”. ¿Cómo sentís hoy tu relación con la ciudad y qué te dejó participar de estos proyectos? Rosario es una ciudad que me fascina. Tiene un clima provinciano mezclado con algo super urbano y vivo, despierto, despabilado. Esa combinación me encanta y además tiene ese río hermoso. Fui a Rosario primero a cantar, antes que a actuar. Estuve en Plataforma Lavardén varias veces. La última fue en la cúpula en verano, y fue hermoso. Después fui a actuar en la miniserie y en la película, de la mano de Romina Tamburello, Federico Actis y Santiago King, y la verdad es que fueron experiencias hermosas. Es muy lindo estar trabajando con personas ligadas a una gran creatividad y a la vez en contacto con cierta naturaleza, y con esta posibilidad de terminar de rodar e ir a tomar una copa. No estás en el medio del campo pero tampoco en la ciudad de Buenos Aires, donde todo se despersonaliza. Después de tantos años sobre los escenarios, ¿qué te sorprende todavía? Me sorprende todo, todo el tiempo. El escenario es un hecho vivo, aunque hagas 150 funciones de teatro o reproduzcas el mismo concierto 50 veces, lo que sucede con la gente varía mucho, el estado que uno tiene varía mucho. Entonces nunca hay una función igual a la otra y eso es lo encantador. Pero además siempre hay una responsabilidad y un compromiso de mi parte en relación a la pulcritud, la impecabilidad de lo que se emite. Y eso te lleva a estar en un delicioso alerta constante.
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