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» Elterritorio
Fecha: 22/03/2025 06:41
sábado 22 de marzo de 2025 | 6:00hs. El área de actual la ciudad de Posadas permaneció habitada por guaraníes y fuera de las rutas de conquista hasta el año1604, cuando se conformó la Provincia Jesuítica del Paraguay; se inició entonces la Conquista Espiritual, al principio con “misiones volantes” y a partir de 1605 se puso en marcha el plan de misiones estables o pueblos de indios denominados Reducciones. La primera fundación jesuítica data de 1609, fue la reducción de San Ignacio Guazú, en actual territorio paraguayo. Apenas iniciado el año 1615, el sacerdote Roque González de Santa Cruz, en compañía de un niño guaraní Miguel de Ábila, navegaban aguas arriba por el río Paraná, desde la laguna de Santa Ana – nombre dado en esa época a la laguna Iberá -, cuando escucharon lamentos y llantos de varias personas desde tierra firme, acercaron la canoa a la orilla, desembarcaron y tomaron contacto con el Cacique de aquella tribu, interesados en saber que sucedía. Algunos historiadores afirman que el nombre del cacique era Ytapúa, aunque no hay certeza de ello. Se enteraron que un niño estaba a punto de morir, el sacerdote pidió permiso para verlo, le administró los “sagrados óleos” y la criatura falleció; más tarde, observó que el lugar era adecuado para establecer una Reducción, habló con el Cacique, se pusieron de acuerdo, construyeron una gran cruz que erigieron en medio de la aldea y quedó al cuidado de los nativos. Roque González regresó a Asunción, solicitó la autorización para la fundación, le fue concedida; retornó a Itapúa - así se conocía esta zona por aquella época - y dio inicio al proceso el 25 de marzo de 1615 fundando la reducción Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa. En mayo de ese año llegó su compañero, el sacerdote Diego de Boroa y ambos compartieron “una choza con apartadizos de cañas y una capillita poco más ancha que el altar”; escaseaba la comida y el frío hacía lo suyo, al maíz cocido y la harina de mandioca los jesuitas sumaron “unas yerbas que comían los papagayos”, gesto que generó comentarios risueños entre los lugareños. La presencia de los religiosos provocó desconfianza entre los guaraníes, se los consideraba espías, falsos sacerdotes y hasta portadores de muerte, convencerlos de vivir en la nueva reducción no resultó tarea fácil. Poco a poco la resistencia disminuyó y entre todos construyeron una pequeña iglesia baja, cubierta de paja que estuvo terminada el 31 de julio del mismo año, en el campanario de madera se colocó una campana que “deslumbró” a los guaraníes, que nunca antes habían escuchado un sonido similar. Roque viajó nuevamente hacia la laguna Santa Ana para fundar un nuevo pueblo, regresando tres meses más tarde, en ese momento el Gobernador del Río de la Plata y Paraguay, Hernando Arias de Saavedra y cuarenta soldados estaba en camino de visitar la reducción; con una comitiva de diez canoas el sacerdote fue a su encuentro, antes de desembarcar, ambos grupos se acercaron a adorar una cruz que se encontraba “en medio del Paraná”, una salva de arcabuces coronó el homenaje – se considera que este símbolo estuvo en una de las islas frente a nuestra ciudad y Encarnación, Paraguay, “donde está el puente” -. Hernandarias se hospedó en el pueblo durante varios días y felicitó a sus habitantes por el avance del mismo en tan corto tiempo. El religioso Boroa fue trasladado al pueblo de San Ignacio y meses más tarde Francisco del Valle fue el nuevo compañero de Roque; una gran sequía afectó las sementeras, la Cuaresma del año 1616 se inició con “un huevo y malos cardos silvestres”, el hambre comenzó a afectar sin piedad, a punto tal que Luis Bolaños - cura franciscano - envió desde el pueblo de Yutí legumbres y “harinas de raíces de mandioca” pero nada detenía a Roque González de Santa Cruz y ese mismo año fundó la reducción de Yaguapoá que se consolidó un par de años después. En paralelo, rumores de “guerra en los pueblos” circularon por la ciudad de Asunción, el Gobernador envió una compañía de soldados para “castigar indios rebeldes”, la noticia se conoció por acá y generó mucho alboroto y temor; innumerables guaraníes en canoas iban y venían por el río Paraná presos del espanto, solo al interior de la Reducción de Itapúa parecía haber algún tipo de seguridad. Preocupado por la situación Roque escribió una carta al responsable de la formación militar tratando de convencerlo de abandonar su cometido, él personalmente se dirigió a la zona para entregarla y negociar la retirada, pero no hizo falta el esfuerzo, al llegar al lugar la compañía se había marchado. Poco después un “peste de catarro y calentura” afectó a gran parte de los habitantes de los pueblos de Itapúa y Yaguapoá, incluso al sacerdote Francisco del Valle, quedando Roque solo para atender los dos emplazamientos. Se considera que entre los años 1620 y 1621, dado el estancamiento de la reducción se decidió su traslado “a la otra orilla” del río, rebautizándola “Nuestra Señora de la Encarnación de Itapúa” donde pudo alcanzar el desarrollo deseado por la Compañía de Jesús; esto no significó que el área de nuestra ciudad quedara despoblada ya que no todos los habitantes se dejaron convencer de “ser reducidos”. Durante mucho tiempo se discutió, dudó y hasta se negó la veracidad de nuestro pasado jesuítico, numerosos debates giraron alrededor de la primera fundación de la Reducción en “esta orilla” del río Paraná, en la actualidad existe consenso sobre este punto y documentación histórica que lo avala, una de ellas es el testimonio de Miguel de Ábila, certificado el 8 de febrero de 1652, en la ciudad de Asunción, cuando tenía cuarenta y siete años, dando cuenta del hecho del que fue protagonista. Una de las deudas históricas que nos debemos como sociedad es determinar fehacientemente cual fue la ubicación exacta de “Nuestra Señora de la Anunciación de Itapúa” en tierras posadeñas. ¡Hasta la semana próxima!
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