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  • Terminó la “novela” de los astronautas de la NASA varados en el espacio: todos los detalles de su prolongada estadía

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 22/03/2025 04:33

    Así fue el regreso de los astronautas de la NASA tras pasar nueve meses varados en el espacio) Crédito: X, NASA Durante 9 meses el mundo estuvo pendiente de los astronautas de la NASA varados en el espacio, una situación que tuvo ribetes de novela sobre dos estadounidenses que viajaron por 8 días a la Estación Espacial Internacional (EEI) y debieron quedarse 286. Se trata de los veteranos astronautas de la NASA Sunita “Suni” Williams (59 años) y Barry “Butch” Wilmore (62), que tocaron el agua del Golfo de México el último martes después de una misión espacial, que comenzó en junio del año pasado y culminó más de nueve meses después debido a problemas en la cápsula original en la que habían llegado, que fue distinta a la que utilizaron para volver a nuestro planeta. Los astronautas Barry 'Butch' Wilmore y Sunita 'Suni' Williams mientras posan para una foto el 13 de junio de 2024 dentro del vestíbulo entre el puerto delantero del módulo Harmony de la Estación Espacial Internacional y la cápsula Starliner de Boeing. (NASA) Pero la novela del prolongado viaje de estos astronautas se puede remontar al año 2011 cuando Estados Unidos lanzó por última vez un transbordador espacial o Space Shuttle. El último viaje lo protagonizó el Atlantis, el 8 de julio de 2011 en la misión STS-135. A partir de ese día, la primera potencia mundial perdió la capacidad de transportar astronautas al espacio y debió depender de los rusos y sus cápsulas Soyuz para hacerlo, siempre y cuando pagaran anticipadamente unos 20 millones de dólares por cada asiento que ocupasen. Imagen del transbordador Atlantis atracado en la estación espacial Mir. Luego visitaría la EEI antes de ser puesto fuera de servicio (NASA) Sumida en la vergüenza y la culpa propia de no tener una nave con la capacidad de romper la línea de Karman, que determina a los 100 kilómetros que comienza el espacio, la NASA sentó en la mesa en septiembre de 2014, a las empresas privadas SpaceX, de Elon Musk y Boeing, el gigante aeronáutico, para que construyan la próxima cápsula espacial con capacidad de transportar personas al espacio. Las empresas recibirían cada una un acuerdo como parte de los contratos de Capacidad de Transporte de Tripulación Comercial. El plan era poner en funcionamiento dos naves espaciales independientes simultáneamente como una forma de redundancia en caso de que algo le sucediera a uno de los vehículos, dejándolo fuera de servicio. Boeing recibió un contrato de 4.200 millones de dólares en 2014. SpaceX también obtuvo uno, por valor de 2.600 millones de dólares. La compañía de Elon Musk ganó esa carrera interna y el primer vuelo de prueba sin tripulación de una Crew Dragon de SpaceX se produjo en marzo de 2019 con la misión Demo-1, que se acopló a la ISS sin tripulación y regresó sana y salva. Un cohete Falcon 9 de SpaceX despega con la cápsula Crew Dragon, llevando a los astronautas Douglas Hurley and Robert Behnken a la EEI, luego de 9 años sin que EEUU pudiera subir sus propios seres humanos a órbita terrestre (Reuters) Al año siguiente, Demo-2 vio el regreso de la capacidad de lanzamiento de la tripulación estadounidense, cuando el 30 de mayo de 2020, llevó de manera segura a Bob Behnken y Doug Hurley a la Estación Espacial Internacional y lo trajo de regreso en forma segura. Pero debieron pasar todavía cuatro años más para que finalmente Boeing lograra el objetivo que había alcanzado SpaceX. El 5 de junio de 2024 la cápsula Starliner de Boeing realizó el histórico despegue empujada por un cohete Atlas V de la empresa United Launch Alliance (ULA). A bordo iban los hoy ya famosos Sunita Williams y Barry Wilmore. Un cohete Atlas V de United Launch Alliance, que transporta a dos astronautas a bordo del Starliner-1 Crew Flight Test (CFT) de Boeing, es lanzado en una misión a la Estación Espacial Internacional, en Cabo Cañaveral, Florida, Estados Unidos. 5 de junio de 2024. (REUTERS/Joe Skipper) Pero el vuelo, que debió retrasarse en tierra en seis ocasiones por problema técnicos, no iba a ser del todo placentero. En pleno viaje por el espacio, la cápsula comenzó a experimentar fugas de helio y fallas repetidas en 5 de sus 28 propulsores del sistema de control de reacción. Después de varias horas y ajustes de último momento, finalmente pudieron atracar en el laboratorio espacial ubicado a 400 kilómetros de la Tierra. Así, lo que empezó como una prueba breve de una nueva cápsula espacial terminó convirtiéndose en una odisea de casi un año. Barry “Butch” Wilmore y Sunita “Suni” Williams no solo sumaron experiencia en su extensa carrera espacial, también protagonizaron una historia marcada por fallas técnicas, récords históricos y polémicas que cruzaron lo político, lo tecnológico y lo humano. Starliner tuvo varios fallos en sus propulsores y fugas de helio al dejar la Tierra y antes de llegar al laboratorio orbital a 400 km de la Tierra (Boeing) A pesar de los intentos de los ingenieros por restaurar el sistema, la cápsula no pudo ser reparada, y la NASA tomó la decisión de traerla de vuelta sin tripulación para no repetir sus tragedias espaciales en las cuales perdieron a 14 astronautas fuera de la Tierra. La prioridad fue siempre la seguridad. “Llegamos preparados para una larga estancia, aunque planeábamos una corta. Eso es lo que hacemos en los vuelos espaciales tripulados “, reconoció Wilmore semanas antes de regresar. La peor humillación para Boeing estaba sucediendo. Sus astronautas, que probaron la flamante nave Starliner, debían regresar sanos y salvos a la Tierra a bordo de la nave de la competencia: la Crew-Dragon de SpaceX. La nave espacial Starliner se ve acoplada al módulo Harmony de la Estación Espacial Internacional, en órbita a 421 kilómetros (262 millas) sobre la costa mediterránea de Egipto, el 13 de junio de 2024. (NASA vía AP, Archivo) Así, la NASA decidió alterar la siguiente misión espacial tripulada y en lugar de llevar 4 nuevos astronautas, a la estación orbital, solo viajarían dos para dejar los dos asientos libres para el vuelo de vuelta. La decisión de la Agencia Espacial de EEUU fue integrar a los astronautas varados como parte de la tripulación corriente de la Crew-9 que debía pasar 6 meses en el espacio. Esa decisión dejó afuera a dos astronautas —Zena Cardman y Stephanie Wilson— que cediendo sus lugares a los tripulantes atrapados en la EEI. Mientras tanto, la pareja de astronautas debió adaptarse a una estancia prolongada en microgravedad. No fue tiempo perdido: realizaron múltiples experimentos científicos, varias caminatas espaciales y tareas de mantenimiento esenciales. Entre las más destacadas, se cuentan la reparación de un equipo de radio y la extracción de una unidad defectuosa. Estas tareas no solo mantuvieron operativa la estación, sino que también impulsaron nuevas líneas de investigación. Uno de los hitos más resonantes alcanzado fue el protagonizado por Williams, cuando el 3 de febrero último se convirtió en la mujer que más tiempo pasó caminando en el espacio en la historia, con un total de 62 horas y seis minutos en su carrera. La cápsula Starliner de Boeing se puede ver en el centro, abajo a la derecha, extendiéndose desde el puerto de acoplamiento delantero de la estación. La misión de ocho días de Wilmore y Williams se convirtió en una estadía de nueve meses por fallos en la cápsula Starliner de Boeing (MAXAR) Una espera que se extendió hasta el final del verano espacial La rotación de tripulaciones en la EEI, un proceso clave para garantizar la continuidad de operaciones científicas y de mantenimiento, se vio completamente alterada. El retraso de un mes del lanzamiento de la misión Crew-10 de SpaceX, por problemas hidráulicos en la plataforma de despegue del Falcon 9, demoró aún más la vuelta a casa. Recién el viernes 15 de marzo a las 21:04 hora argentina, la cápsula Dragon en la misión Crew-10 con cuatro nuevos astronautas partió rumbo al complejo orbital. Nichole Ayers y Anne McClain (NASA), Kirill Peskov (Roscosmos) y Takuya Onishi (JAXA) fueron los encargados de reemplazar al equipo saliente. Con la llegada de Crew-10, Wilmore, Williams, Nick Hague y Aleksandr Gorbunov pudieron finalmente iniciar su proceso de retorno. No sin antes cumplir con una transición técnica esencial: compartir datos sobre los sistemas internos de la estación, experimentos en curso y tareas pendientes. Solo después de esa transferencia, vital para el funcionamiento ininterrumpido del laboratorio orbital, pudieron embarcarse en el regreso definitivo. La cápsula Crew Dragon se ve atracada a la Estación Espacial Internacional antes de volver a la Tierra (NASA/Handout via REUTERS) El descenso fue limpio y sin sobresaltos. A las 17:57 EDT del 19 de marzo, la cápsula Dragon Freedom amerizó suavemente frente a la costa de Tallahassee, Florida. “¡Amerizaje del Dragón confirmado! ¡Bienvenidos de nuevo a la Tierra, Nick, Suni, Butch y Aleks!”, celebró SpaceX en sus redes. La operación de rescate fue inmediata. Buques especializados se acercaron a la cápsula para asistir a la tripulación en el desembarco. Curiosamente, el amerizaje tuvo una despedida especial: una decena de delfines rodeó la nave flotante en una escena que rápidamente se volvió viral. “Solo espero que la costa de California pueda traer tantos delfines como los que vimos durante la operación de hoy”, bromeó Sarah Walker, directora de misión Dragon. Un grupo de delfines da la bienvenida a los astronautas al llegar a la Tierra Un regreso cargado de ciencia, récords y también polémica Aunque la NASA insistió en todo momento que los astronautas “no estaban varados”, el hecho de que no pudieran regresar por casi nueve meses despertó fuertes críticas desde algunos sectores políticos. El expresidente Donald Trump acusó a la administración Biden de haber “abandonado a los astronautas en el espacio”, mientras que Elon Musk respaldó esa versión en redes sociales. “Acabo de pedirle a Elon Musk y a SpaceX que ‘vayan a buscar’ a los dos valientes astronautas que han sido prácticamente abandonados en el espacio por la Administración Biden”, escribió Trump. La NASA respondió con firmeza: el plan de retorno con SpaceX había sido diseñado desde agosto y respondía a criterios técnicos, no políticos. Durante los nueve meses en el espacio Wilmore y Williams realizaron experimentos sobre envejecimiento celular y observaron tormentas terrestres. Williams también quebró un récord de caminatas espaciales para una mujer (NASA) En la EEI, sin embargo, el foco estuvo puesto en la ciencia. Williams y Wilmore participaron en experimentos sobre envejecimiento celular, estudios atmosféricos y el desarrollo de nuevos materiales en condiciones de microgravedad. Además, ambos valoraron la convivencia y el aprendizaje continuo. “Hemos pasado muchas vacaciones juntos. Hemos aprendido a hacer pasteles aquí. Así que ha sido muy divertido, la verdad”, relató Williams en su última entrevista en la EEI. Más allá del trabajo, el día a día también deja espacio para lo humano. Williams hasta confesó extrañar la Tierra, en especial el clima cambiante: “Una de las razones por las que extraño a mis perros es porque puedo sacarlos a pasear, y cuando lo hago, a veces llueve, a veces hace viento, a veces hace calor”. La rotación de tripulaciones garantiza el funcionamiento continuo de la estación y evita interrupciones en investigaciones científicas clave (EFE/EPA/CRISTOBAL HERRERA ) Durante la estadía, el ambiente dentro de la estación se mantuvo estable: 24 grados de temperatura, 40% de humedad, y el único viento proviene de los ventiladores internos. Una experiencia que, aunque impresionante, puede volverse monótona con el tiempo. “Tengo muchas ganas de sentir todo ese clima de la Tierra”, había manifestado Williams. El regreso, entonces, también fue una reconexión emocional con el planeta. Recuperación de la salud física y mental Butch Wilmore y Suni Williams,se despiden de sus compañeros en la EEI para comenzar el regreso a casa (NASA) Durante los próximos 45 días, los dos astronautas atravesarán una fase intensiva de evaluaciones médicas con el objetivo de restablecer completamente su condición física, afectada tras permanecer un extenso período alejados de la gravedad terrestre. “El espacio es sin duda el entorno más desafiante al que se ha enfrentado el ser humano, y nuestro cuerpo no está naturalmente preparado para sobrevivir en esas condiciones tan extremas”, sostuvo el profesor Damian Bailey, especialista en fisiología humana de la Universidad de Gales del Sur. Suni Williams es ayudada a salir de la cápsula, después de estar 9 meses en el espacio (NASA) En sus nueve meses fuera del planeta, los cuerpos de Suni Williams y Butch Wilmore experimentaron transformaciones que resultan difíciles de concebir en la lógica biológica de la Tierra. Desde la pérdida de la dureza habitual en los pies, que adquieren una suavidad similar a la de un recién nacido, hasta modificaciones en la forma del corazón, su organismo fue profundamente alterado por la microgravedad, la exposición a la radiación cósmica y el aislamiento continuo. La falta de gravedad, en particular, es uno de los factores más determinantes. En ausencia del esfuerzo físico que representa sostener el cuerpo en un entorno con gravedad, los músculos disminuyen su actividad y comienzan a degradarse rápidamente. Pérdida de densidad ósea por la microgravedad en el espacio. (NASA) Incluso cuando los astronautas siguen rutinas de entrenamiento diario de hasta dos horas, la pérdida de masa muscular continúa a un ritmo notable, de acuerdo con los datos de la NASA. “Los huesos y músculos se deterioran aproximadamente un uno por ciento cada mes, como si el cuerpo envejeciera más rápido”, explicó Bailey. Esta pérdida de densidad ósea ocurre especialmente porque los huesos ya no soportan peso, lo que puede provocar una fragilidad que no siempre se recupera por completo al volver a la Tierra. Pero los efectos no terminan ahí. El regreso a la gravedad también revela alteraciones visuales. La redistribución de fluidos hacia la parte superior del cuerpo ejerce presión sobre los ojos y el nervio óptico, lo que puede generar visión borrosa o incluso deformaciones oculares. Este fenómeno, conocido como síndrome neuroocular asociado a los vuelos espaciales, ha sido documentado en varios astronautas con pliegues retinianos y aplanamiento del globo ocular. Butch Wilmore es ayudado a sentarse en una silla fuera de la cápsula espacial, sin fuerzas propias para pararse, frente a la gravedad terrestre (NASA) (NASA/Keegan Barber/ Handout via REUTERS) El sistema cardiovascular tampoco escapa a las consecuencias. El corazón, al no tener que bombear sangre contra la fuerza gravitacional, adopta una forma más redondeada y disminuye su eficiencia, mientras que los vasos sanguíneos tienden a debilitarse, incrementando el riesgo de arritmias y otros problemas cardíacos. A nivel emocional y cognitivo, las condiciones extremas también impactan. Se han registrado episodios de fatiga persistente, insomnio, alteraciones en el estado de ánimo y elevados niveles de estrés. Para combatir estos efectos, la NASA ha comenzado a explorar soluciones innovadoras, como el uso de entornos virtuales que simulen paisajes naturales, actividades recreativas como la jardinería espacial y hasta el aprendizaje de nuevas habilidades como idiomas, con el fin de mantener la salud mental durante misiones prolongadas. Los veteranos astronautas son los únicos en haber viajado en 4 vehículos espaciales distintos: el transbordador espacial y las cápsulas Soyuz, Starliner y Dragon. (NASA/Handout via REUTERS) El caso de estos dos astronautas se convirtió en una prueba viva de la importancia de la planificación ante lo inesperado. Su experiencia, aunque no rompió récords de permanencia absoluta en el espacio, sí representó un desafío técnico de gran complejidad para NASA y Boeing. Al mismo tiempo, permitió a SpaceX consolidarse como proveedor confiable de soluciones de emergencia en vuelos tripulados. El momento en que la cápsula Crew Dragon está a punto de tocar el mar con los astronautas dentro (Reuters) Con la Crew-10 en funciones, la estación espacial sigue su operatividad con normalidad y ya se planifican nuevas misiones, tanto en la órbita terrestre como hacia destinos más ambiciosos como la Luna o Marte. “Las oportunidades para el mejoramiento de la humanidad son el objetivo de toda esta exploración, dondequiera que se lleve a cabo”, reflexionó Wilmore, resumiendo el espíritu de una misión que nació como un experimento y terminó como una lección de resiliencia espacial.

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