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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 22/03/2025 04:31
El acuerdo en ciernes del gobierno argentino con el FMI será el número 23 en el historial de las relaciones del país con el organismo. Argentina alcanzará así a Colombia en número de acuerdos con el FMI; por encima de ellos solo quedarán Perú, que firmó 26, y Paquistán, que firmó 24. En el caso peruano, sin embargo, de los últimos seis acuerdos no necesitó ningún desembolso y desde 1999 no le debe un centavo al Fondo. Los casos de Colombia y México (que tuvo 18 acuerdos) son parecidos: los montos se acordaron en gran medida, en especial en los acuerdos de “Línea de Crédito Flexible”, para impresionar y, junto con promesas de ajuste fiscal y monetario, convencer a los mercados que se trataba de países merecedores de crédito privado, lo que haría necesario su desembolso. Y así fue. Colombia firmó acuerdos que “sumaron” USD 33.190 millones, pero de ellos usó una fracción mínima y actualmente su deuda con el organismo es de solo USD 1.870 millones. A México el FMI le asignó créditos por una suma descomunal: USD 509.600 millones, pero de ellos le desembolsó “solo” USD 23.700 millones y desde el año 2000 México tampoco le debe un centavo al FMI. Lo cierto es que en el pasado Perú y en la actualidad la Argentina, Paquistán y Egipto fueron y son lo que en su jerga e incluso en un documento de 2019 el Fondo llama “deudores repetidos” (repeated) o “prolongados” (protracted). Algo así como el alumno repetidor que va cambiando de compañeros de clase, pero no de hábitos. En los 90s Argentina fue el mayor deudor del FMI durante un par de años, cuando la convertibilidad estuvo en riesgo, y desde 2018 volvió a serlo, encadenando en 2025 ocho años consecutivos en esa condición, que sumados a los dos anteriores lo posicionarán como el país que durante más año fue (y aún es) el principal deudor del FMI. México llegó a serlo durante nueve años. Los cuatro años de refinanciación de vencimientos que negocian Economía y el staff del Fondo estirarán el liderazgo argentino. Los números A marzo de 2025, la deuda del país con el Fondo es de 31.100 millones de “Derechos Especiales de Giro” (DEG, la “moneda de cuenta” del Fondo) o USD 41.363 millones de dólares, tomando el tipo de cambio del DEG, que al viernes 21 de marzo es de 1,33 dólares), un 28,3% de su cartera crediticia, ranking en el que siguen Ucrania, un país invadido y en guerra, con USD 14.013 millones; Egipto (USD 11.905 millones); Ecuador (USD 8.714 millones); y Paquistán (USD 8.413 millones). Cabe consignar que durante al menos un par de ocasiones en lo que va del siglo la deuda argentina con el Fondo fue parcialmente disimulada por dos “capitalizaciones”. el 23 de agosto de 2021 el FMI acreditó al país (sin contarlo como “desembolso”) unos USD 4.334 millones, cuota-parte argentina de un aumento de capital de USD 650.000 millones del organismo. Y en 2009 un episodio similar había engordado ficticiamente las reservas del BCRA, por una capitalización anterior del organismo. Las cuentas dan hoy que cinco países concentran casi el 58% de la actual cartera de crédito pendiente (credit outstanding) del FMI, mientras los 88 que la completan explican el 42% restante, a un promedio inferior a 0,5% por país. Macri y Lagarde, directora del FMI cuando se aprobó el megacrédito de 2019, El gobierno recurre al nuevo acuerdo no para convencer sobre su vocación de ajuste monetario y fiscal, que incluso excede las demandas y expectativas del Fondo, sino para aventar dudas sobre su capacidad de pago y sobre la escasez de reservas del BCRA, que en términos netos siguen siendo negativas, pese a las compras de divisas de 2024 y lo que va de 2025 y del superávit comercial récord del año pasado, que rozó los USD 19.000 millones. Del lado del populismo y de la izquierda se suele citar al FMI como causa de los problemas argentinos. Del lado de la ortodoxia y del propio organismo se argumenta que la economía argentina no está enferma por esos acuerdos, sino que recurre al Fondo cuando lo abruman los síntomas de enfermedad. En esa versión, el FMI hace las veces de Hospital. Malas compañías La enumeración de países que recurrieron muchas veces al Fondo sugiere que, si se trata de un Hospital, no es para quedarse a vivir en él. En menos ocasiones, pero por montos importantes, varios países asiáticos y Rusia en los 90s y varios del sur europeo en la primera mitad de la década pasada pasaron por acuerdos y salieron de ellos con el libre deuda del Fondo. No la Argentina. Sin embargo, notó a Infobae desde Washington un funcionario de larga experiencia en el Fondo, aunque ajeno a las actuales negociaciones, desde mediados de 2024, cuando se realizó la última “revisión” del acuerdo anterior, la Argentina por primera vez empezó a achicar la deuda con el organismo, no todavía como para perder la pole position deudora, pero sí como para sentar un buen precedente al acuerdo en ciernes. Además, agregó, si se mantiene el superávit fiscal, el PBI crece y no hay una crisis cambiaria, en los próximos años la relación deuda/PBI de la Argentina debería caer sostenidamente. El gráfico de arriba es un listado no exhaustivo de países que han recurrido al FMI, ordenado por el número de veces que lo hicieron y con el monto del saldo deudor a marzo de este año. Alberto Fernández y Martín Guzmán, durante una de las reuniones virtuales con Georgieva, por el acuerdo de 2021 Como puede verse, muchos de los que recurrieron en numerosas ocasiones al FMI ya no le deben nada. Es el caso de algunos del sudeste asiático (como Corea del Sur e Indonesia) y de Rusia, que tuvieron masivas inyecciones de recursos del Fondo por sus crisis en la segunda mitad de los noventas del siglo pasado. Y también de algunos europeos (Portugal, Irlanda, Grecia, España, los entonces llamados PIGS, por el acrónimo en inglés) que recibieron enormes transfusiones de dinero para afrontar los momentos más álgidos de sus crisis económicas, hicieron los ajustes para superarlas y cancelaron sus deudas. ¿Sorpresas? Un aspecto que tal vez sorprenda es, por caso, que el Reino Unido haya recibido nada menos que 11 créditos del FMI y que Francia e Italia lo hayan hecho en 3 oportunidades cada uno. O más aún, que Estados Unidos haya recurrido en dos ocasiones al FMI (acuerdos de 1964 y 1965), y que también lo hizo China en 1981 y 1986 en el marco de su programa de liberalización y apertura de la economía en los años iniciales del largo período de crecimiento “a tasas chinas”, hasta convertirse en potencia mundial, cuestiones que probablemente ameriten otra nota. Por eso, el historial de deudor serial más que el monto del crédito sea lo que más cuestionen algunos países en el directorio del FMI, como Japón, Alemania y otras “sillas” europeas a las que el staff encabezado por el venezolano Luis Cubeddu deberá convencer de que esta vez será diferente, en una reunión “informal” destinada a asegurar que, cuando el acuerdo sea puesto a votación, será aprobado. Ya en marzo de 2021, cuando se aprobó el acuerdo negociado por Guzmán, publicaciones como The Economist, que percibe y transmite esos climas, recordó que la Argentina explicaba casi 30% del crédito pendiente del FMI y que otros deudores de peso estratégicamente importantes para EEUU, como Egipto y Pakistán, habían “ganado licencia para posponer sus reformas indefinidamente”. Cuestionado Más allá del caso argentino, el Fondo es cuestionado en su esencia y en su eficacia. Nació como una suerte de administrador y equilibrador del sistema financiero internacional, para evitar guerras comerciales, devaluaciones competitivas y, como “prestamista de última instancia”, asistir a los países con problemas de balanza de pagos, que en una primera etapa fueron más economías desarrolladas que países en desarrollo (de estos, en la división de tareas, se ocuparía el Banco Mundial). El gráfico de abajo, de una investigación de James Boughton, economista e historiador oficial del Fondo, muestra que en relación al volumen de las importaciones mundiales (indicador más descriptivo que el monto en DEGs de sus préstamos para medir el peso relativo de sus intervenciones) el Fondo prestó mucho más a Inglaterra durante las crisis del Canal de Suez y de la libra esterlina a mediados de los 70s, cuando también Italia, otro de los socios del G7, recibió dos stand-by consecutivos durante los “años de plomo” que siguieron al “otoño caliente” de fines de los sesenta. También asistió las balanzas de pagos de países avanzados durante las “crisis petroleras”, por la guerra de Yom Kipur y la revolución iraní. El “deshonor” inglés por algunas de las condiciones que impuso el FMI a Inglaterra en uno de esos acuerdos fue una de las consignas que en 1979 levantó Margaret Thatcher para llegar al poder. Las cosas cambiaron a partir de los 80s, cuando a raíz de la ola de préstamos y deudas que generó el reciclaje de petrodólares se inició una larga serie de crisis de deuda de países en desarrollo. En América Latina se destacaron los casos de México , Brasil, la Argentina, en Asia el de Turquía y en África países los países como Egipto y Ghana, otro recurrente cliente del FMI. Contexto e historial La concentración de la cartera de préstamos del FMI es una buena guía del estado económico y político del mundo a cada momento. A fines de 1984 la deuda argentina no llegaba al 3% de su cartera. El ranking de deudores lo encabezaba Brasil, seguido de India, México, la entonces Yugoslavia y Pakistán, seguida de cerca por Turquía, cuyas crisis suelen anticipar problemas en la Argentina. A fines de la “década perdida” de América Latina, sin embargo, la Argentina ya había pasado a ser el segundo deudor del FMI, detrás de Brasil y aventajando a México y la India, pero su porción de la cartera era aún inferior al 10 por ciento. El ministro Caputo y Gita Gopinath, la subdirectora del FMI (REUTERS) En los 90s, el país siguió figurando en el Top 3 de deudores del Fondo, ranking que, efecto Tequila mediante, había pasado a encabezar México, secundado por la Federación Rusa, que atravesaba su paso del comunismo a una economía de mercado. En los últimos años de esa década, Rusia pasó a ser por lejos el principal deudor del FMI y a explicar casi 21% de su cartera. Fueron años también en que países como Corea e Indonesia se subieron al podio, por la asistencia durante las crisis del sudeste asiático. Pasadas las devaluaciones rusa y brasileña y mientras fue cobrando sus préstamos a los países asiáticos, las siguientes intervenciones fuertes fueron en la crisis turca del año 2000 que, a medias contenida, facilitó que el Fondo decidiera, a fines de 2001, dejar “caer” la convertibilidad, pese a las agonísticas gestiones de Domingo Cavallo durante el gobierno de Fernando de la Rúa. Y por algunos años más Turquía, Brasil, Rusia, la Argentina poblaron, en cambiantes posiciones, el quinteto de principales deudores. Sin cartera Luego vino una etapa de molicie y el problema del FMI fue la escasez de crisis financieras y la decisión de algunos de sus principales deudores, como Brasil y la Argentina, de cancelar deudas. La cartera encogió de más de 72.300 millones de DEGs en 2003 a menos de 9.900 millones en 2007. Como con los intereses de los créditos financia su presupuesto, fueron años en que el FMI encogió misiones, eventos, beneficios al personal e incluso decidió no hacer más sus Asambleas fuera de Washington, por cuestiones de costo. En la primera década del siglo XXI hubo una recuperación lenta de los préstamos y la cartera de crédito viró hacia el este: además de Turquía, sus principales deudores fueron Hungría, Ucrania, Pakistán, Rumania. Todo cambió con el efecto demorado de la crisis financiera sobre los países del sur europeo: en pocos años Grecia, Portugal e Irlanda poblaron el podio de deudores, acumulando más del 43% de los créditos, pero no se volvieron deudores seriales, porque fueron repagando sus deudas. En 2018 reapareció al tope la Argentina, con el megacrédito que primero por USD 50.000 millones, luego estirado a USD 57.000 millones, de los que el gobierno de Mauricio Macri llegó a recibir unos USD 44.000 millones. El de Alberto Fernández suspendió ese acuerdo en junio de 2020 y luego, durante la gestión ministerial de Martín Guzmán, acordó uno por 30 meses: en la primera mitad el saldo de desembolsos y pagos fue favorable al país y en la segunda (de la que Guzmán se abrió con su renuncia) en que se volvería negativo hasta septiembre de 2024, cuando se abriría una nueva etapa de 10 años para cancelar totalmente el crédito. Algo parecido a lo que se negocia actualmente.
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