20/03/2025 18:23
20/03/2025 18:22
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
20/03/2025 18:21
» Diario Cordoba
Fecha: 20/03/2025 08:07
Donald Trump. / EFE Según mi acupuntora, en la medicina tradicional china el hígado está relacionado con las emociones, especialmente con la ira. Un hígado sano se traduce en paciencia, tolerancia y ecuanimidad. Un hígado bloqueado, en cambio, genera frustración, impaciencia y explosiones de furia, además de problemas digestivos y rigidez corporal. El hígado es un centro de energía espiritual cuyo estado físico impacta en el bienestar afectivo. Comparado con los órganos que le rodean, es una catedral del equilibrio. Y se trata de una víscera responsable. En caso contrario, su potencia es tal que podría acabar con todo el sistema digestivo en cuestión de segundos. Tiene, pues, también algo de bomba. Y bien, nos cuesta mucho traducir a palabras el horror que nos producen, en general, las manifestaciones de Donald Trump porque el horror, en su estado más puro, queda fuera del ámbito del lenguaje. No hay palabras para describir lo que uno siente cuando ve ese vídeo en el que Gaza se ha convertido en un resort edificado sobre los cadáveres de más de 40.000 inocentes. Le pone a uno los pelos de punta la lluvia de billetes de dólar que, como un maná, cae sobre los dueños del nuevo complejo hotelero. Tiembla ante esa estatua dorada o de oro de Donald Trump reinando sobre esa cantidad de barbarie. Pero no puede uno ir mucho más allá de la descripción de las imágenes. No es capaz, en fin, de transmitir el espanto que le producen. Ahora bien, usted ha visto en el mostrador de la carnicería hígados de vaca, que no son tan distintos de los nuestros. Conoce su aspecto amenazante incluso cuando están sanos, que es lo normal. Pues bien, imagine ahora un hígado lleno de nódulos y cicatrices; un hígado inflamado, amarillento, necrosado en algunas de sus partes debido al exceso de cortisol liberado por la ira de su dueño. Imagine los vasos sanguíneos de ese hígado hinchados, a punto de estallar para inundarlo todo de una mezcla de sangre y pus. Ese hígado no solo revelaría una enfermedad física, sino una corrupción profunda del alma de su dueño que lo habría convertido en un receptáculo de rabia. Tal sería el hígado del actual presidente de los EE UU.
Ver noticia original