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Crespo » Estacion Plus
Fecha: 20/03/2025 07:18
La declaración del aislamiento obligatorio cambió todo: las calles se vaciaron, los hospitales se prepararon para lo peor y la sociedad entró en una era desconocida. La céntrica calle San Martín vacía, en el primer día de la cuarentena La céntrica calle San Martín vacía, en el primer día de la cuarentena 20 de marzo de 2020. En un hecho sin precedentes en la historia del país, la Argentina amaneció bajo un aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el presidente Alberto Fernández. La medida, que entró en vigor a las 00 hora de ese viernes y se extendería inicialmente hasta el 31 de ese mes, marcó un giro radical en la vida de millones de argentinos en respuesta a la incipiente amenaza de la pandemia de coronavirus, que ya dejaba estragos en Europa y comenzaba a asomar en América Latina. “Una decisión excepcional” El anuncio que cambió todo La noche del 19 de marzo, desde la residencia de Olivos y acompañado por mandatarios como Horacio Rodríguez Larreta (CABA), Axel Kicillof (Buenos Aires), Omar Perotti (Santa Fe) y Gerardo Morales (Jujuy), el presidente Fernández tomó la palabra en una conferencia de prensa para comunicar la decisión. "Acabo de decretar el aislamiento social, preventivo y obligatorio para toda la población. Una decisión excepcional en un momento excepcional", expresó. El mandatario explicó que, tras consultas con expertos, fuerzas políticas y gobernadores, el objetivo era claro: "Restringir la circulación. Cada uno y cada una se quedará en su propia casa". Fernández subrayó la gravedad del contexto global: "La pandemia del coronavirus se expande a gran velocidad en muchos países. Es el problema de salud más grave que hemos tenido en toda nuestra vida democrática". Advirtió que la medida no era una sugerencia, sino una obligación respaldada por un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), y que las fuerzas de seguridad serían "inflexibles" con quienes la incumplieran. "Vamos a ser muy severos porque la democracia nos lo exige", afirmó, al punto que anticipó sanciones penales para quienes no justificaran su presencia en la vía pública. El presidente también detalló las excepciones: solo podrían circular trabajadores esenciales como personal de salud, fuerzas de seguridad, y quienes garantizaban la producción y distribución de alimentos, medicamentos y servicios básicos. "Todos podrán proveerse en los comercios de cercanía de la alimentación, de los medicamentos y de los artículos de higiene y limpieza", aclaró un fallido intento por transmitir calma en medio de la incertidumbre. Uno de los operativos policiales en el acceso principal a Crespo Un país en pausa Las calles desiertas A las 00 del 20 de marzo, las calles de todas las ciudades argentinas se transformaron en un paisaje casi surrealista. Los habituales ruidos del tráfico, los colectivos abarrotados y el bullicio de los peatones dieron paso a un silencio inquietante. Apenas se divisaban algunos vehículos de servicios esenciales. Las fuerzas de seguridad comenzaron a desplegarse en rutas y accesos para controlar el cumplimiento del aislamiento. En los barrios, los negocios de cercanía —almacenes, supermercados y farmacias— abrieron sus puertas con restricciones. Largas filas, con vecinos respetando la distancia mínima recomendada, se formaron desde temprano para abastecerse de lo necesario. El temor a desabastecimientos llevó a algunos a acumular provisiones, aunque las autoridades insistieron en que no había riesgo en ese sentido. Hospitales en alerta La primera línea frente al virus Mientras las calles se vaciaban, los hospitales comenzaban a prepararse para un escenario que aún era incierto. El sistema de salud, que según Fernández estaba "en crisis" antes de la pandemia, enfrentaba el desafío de reorganizarse a contrarreloj. "Pudimos construir o reconstruir un sistema de salud que estaba absolutamente en crisis", destacó el presidente en su discurso. Se refería al esfuerzo conjunto con provincias y municipios para ampliar camas, adquirir respiradores y fortalecer la atención sanitaria. Médicos, enfermeras y personal sanitario se convirtieron en los protagonistas de una batalla invisible. "Estamos agotados, pero sabemos que esto recién comienza", confesaban muchos de ellos. El 3 de marzo se había confirmado el primer caso de COVID-19 en el país, un hombre de 43 años que había viajado desde Italia, y desde entonces los contagios crecían lentamente pero sin pausa. La vida cotidiana Un cambio abrupto En los hogares argentinos, la declaración del aislamiento obligatorio trastocó rutinas y planes. Las clases, suspendidas desde el 15 de marzo, dejaron a millones de estudiantes sin escuela, mientras el teletrabajo y la convivencia forzada se imponían como nueva normalidad. "Es raro no salir, pero entiendo que es por el bien de todos", dijo Sofía, una estudiante de 17 años desde su casa en Rosario. Los balcones, que pronto se llenarían de aplausos a las 21 para homenajear al personal de salud, eran por ahora testigos de un país en pausa. Las redes sociales se convirtieron en el espacio de encuentro virtual, donde los argentinos compartían memes, reflexiones y temores. Sin embargo, no todos podían adaptarse con facilidad. En los barrios más vulnerables, la preocupación por la subsistencia superaba al miedo al virus. Una de las jornadas de vacunación en Crespo Casos emblemáticos Voces de una sociedad en shock El inicio del aislamiento dejó historias que marcaron el pulso de esos días. Uno de los casos más resonantes fue el del "paciente cero", el hombre de 43 años cuyo diagnóstico el 3 de marzo encendió las alarmas. Su caso, importado desde Milán, simbolizó la llegada de un enemigo invisible que obligaría al país a detenerse. Otro episodio emblemático ocurrió en la Costa Atlántica, donde cientos de turistas quedaron varados tras intentar escapar al aislamiento en sus casas de veraneo. Las autoridades locales, con apoyo de Gendarmería, bloquearon accesos y obligaron a muchos a regresar, generando escenas de tensión en las rutas. En el ámbito político, la imagen de Fernández flanqueado por gobernadores de distintos signos partidarios —incluidos opositores como Rodríguez Larreta y Morales— proyectó una unidad poco habitual. Sin embargo, las primeras críticas no tardaron en aparecer. "Es una medida extrema que va a destruir la economía", advertían algunos economistas al anticipar el debate que crecería con los meses. Un futuro incierto Aquel 20 de marzo de 2020, Argentina ingresó en una etapa desconocida. Con 128 casos confirmados y tres fallecidos hasta ese momento, el aislamiento buscaba ganar tiempo para evitar el colapso sanitario visto en países como Italia o España. "En esta pandemia, cuidarnos es aislarnos", insistió Fernández en una carta dirigida al pueblo argentino tras su discurso. Lo que nadie imaginaba entonces era que esa "medida excepcional" se extendería por meses, dejando una huella imborrable en las calles, los hospitales y la vida cotidiana de un país que aprendía a convivir con lo impredecible. Informe de Julio Perotti/Cadena 3
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