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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 20/03/2025 06:39
Richard Easterlin, economista pionero en el estudio de la felicidad, cuestionó la relación entre ingresos y bienestar, demostrando que el crecimiento económico no siempre se traduce en mayor satisfacción personal (USC Dornsife) Durante décadas, la economía consideró el crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) como un indicador clave del progreso y el bienestar de una sociedad. Bajo esta lógica, a mayor ingreso, mayor felicidad. Sin embargo, en 1974, el economista estadounidense Richard Easterlin presentó un estudio que cuestionó esta premisa. Según explicó National Geographic, tras analizar datos de distintos países, identificó un fenómeno que desde entonces se conoce como la paradoja de Easterlin: si bien el aumento de ingresos puede mejorar la calidad de vida hasta cierto punto, no garantiza una felicidad sostenida en el tiempo. El impacto de la investigación de Easterlin en la economía del bienestar Richard Easterlin, fallecido en diciembre del año pasado, fue un referente en la economía del bienestar. Tal y como detalló National Geographic, su trabajo desafió la idea predominante de que el progreso económico equivale automáticamente a una mayor satisfacción personal. En su estudio Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence, analizó cómo la felicidad variaba en función del nivel de ingresos, comparando datos dentro de un mismo país y entre naciones con diferentes niveles de desarrollo. Según afirmó National Geographic, sus conclusiones resultaron reveladoras. Dentro de un país, las personas con mayores ingresos tienden a reportar niveles más altos de felicidad en comparación con aquellas con menos recursos. Sin embargo, al comparar diferentes países, la relación entre riqueza y felicidad no se mantiene proporcional. Un país con un PIB más alto no necesariamente tiene habitantes más felices. Además, la publicación aseguró que, dentro de una misma nación, la felicidad promedio no aumentaba significativamente con el crecimiento económico sostenido. Las investigaciones de Richard Easterlin transformaron la economía del bienestar al demostrar que el progreso económico no siempre se refleja en un aumento de la felicidad, impulsando nuevos enfoques sobre calidad de vida y bienestar social (Freepik) Factores que explican la paradoja de Easterlin Uno de los factores centrales que explican la paradoja de Easterlin es la comparación social. Según explicó National Geographic, las personas no evalúan su riqueza de manera aislada, sino en relación con la de los demás. Si alguien recibe un aumento de salario, pero su entorno también mejora sus ingresos en la misma proporción, la percepción de bienestar no se ve alterada. Este fenómeno, tal y como detalló la publicación, explica por qué una mejora económica individual puede generar satisfacción en el corto plazo, pero no necesariamente un aumento sostenido en la felicidad. Las diferencias relativas de ingreso influyen más en el bienestar que la riqueza absoluta. El segundo factor que Easterlin destacó es la tendencia de las personas a acostumbrarse a las mejoras en su nivel de vida. National Geographic aseguró que un aumento de salario, la adquisición de una nueva vivienda o la compra de un automóvil generan satisfacción momentánea, pero con el tiempo la sensación de felicidad disminuye y las personas regresan a su estado emocional previo. Este fenómeno se asemeja a una “cinta de correr”, explicó la publicación, en la que las personas buscan constantemente nuevas metas y mejoras materiales, pero rara vez logran alcanzar una felicidad duradera. La adaptación hedónica explica por qué la felicidad generada por logros materiales, como comprar una casa, es temporal: con el tiempo, las personas se acostumbran a sus nuevas condiciones y buscan nuevas metas (Freepik) ¿Es válida la paradoja de Easterlin en todos los contextos? Desde la publicación del estudio en 1974, numerosos economistas, matemáticos y psicólogos investigaron la relación entre ingresos y felicidad. Según National Geographic, algunas investigaciones recientes señalaron que la paradoja de Easterlin no se aplica de la misma manera en todos los países. En naciones en desarrollo, donde el acceso a bienes y servicios básicos sigue siendo una prioridad, el crecimiento económico tiene un impacto positivo más claro en el bienestar. Tal y como explicó la publicación, la mejora en la calidad de vida a través del acceso a salud, educación y seguridad juega un papel fundamental en la percepción de felicidad. Por el contrario, en países desarrollados, donde la mayoría de la población tiene sus necesidades básicas cubiertas, la relación entre riqueza y felicidad es mucho más débil. Según detalló National Geographic, en estos casos, otros factores como la calidad de las relaciones personales, el propósito en la vida y el bienestar emocional tienen una mayor incidencia en la felicidad que el propio nivel de ingresos. Si bien la paradoja de Easterlin se mantiene en países desarrollados, donde el dinero tiene un impacto limitado en la felicidad, en naciones en desarrollo el crecimiento económico puede mejorar el bienestar al permitir el acceso a necesidades básicas como salud y educación (Freepik) ¿Qué define una vida plena? La paradoja de Easterlin plantea un desafío a la noción de que la acumulación de riqueza es el camino definitivo hacia la felicidad. National Geographic afirmó que, en sociedades donde las necesidades básicas están cubiertas, la búsqueda de satisfacción parece depender más de factores no materiales que del dinero en sí. A partir de este planteamiento, según el medio, surge una reflexión esencial: si el bienestar no se encuentra exclusivamente en el crecimiento económico, ¿qué otros aspectos deben considerarse para construir una vida plena y satisfactoria?
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