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» Misionesopina
Fecha: 19/03/2025 17:12
Por Martín Lozina* La praxis política en Argentina parece estar atrapado en un bucle interminable de búsqueda de líderes fuertes. Esta figura, reminiscente del caudillo, resurge en momentos de crisis, prometiendo orden y soluciones rápidas. Desde una perspectiva filosófica la necesidad de reconocimiento y la voluntad de poder se entrelazan en la figura del caudillo, que ofrece identidad y fuerza en un mundo incierto. La desconfianza en la política tradicional, la fragmentación social, la inestabilidad crónica y la desigualdad, alimenta la figura del caudillo que surge como un líder que defiende los intereses de la sociedad. Argentina ha experimentado décadas de inestabilidad económica, alta inflación, deuda externa y crisis recurrentes. La urgencia de un estado presente, que solucione los problemas de la gente, genera la búsqueda de un líder fuerte, que encarne ese papel. La fragilidad de los liderazgos nacionales basados en el centralismo porteño. La polarización y la dificultad para construir consensos, genera la obligación de buscar un líder que unifique bajo un sistema federal. Donde cada provincia tenga la capacidad de autogobernarse, sin la injerencia excesiva del gobierno nacional, pero con un liderazgo realce la cohesión y la unidad entre las provincias en la toma de decisiones. En gran parte de las provincias, los liderazgos fuertes persisten, arraigados en la identidad local, defienden las tradiciones, costumbres y particularidades de su región. Es hora de subvertir la política. Necesitamos trascender la figura del caudillo centralista con soluciones mágicas. Construir un liderazgo federal basado en el diálogo, la participación ciudadana y la construcción de consensos. Esta transformación debe nacer desde las provincias del interior, donde se abraza la diversidad y la pluralidad, se valoran la multiplicidad de voces y perspectivas. El futuro de Argentina depende de nuestra capacidad para construir un liderazgo que esté a la altura de los desafíos que se avecinan. La tarea no es fácil, requiere un compromiso colectivo, un esfuerzo conjunto. Pero es una tarea urgente, buscar un líder que proteja los intereses nacionales frente a las fuerzas externas, políticas y económicas, fomentando los mercados regionales. Desde una perspectiva histórica, la inestabilidad política y la división social han creado un terreno fértil para el surgimiento del caudillo moderno. Este, debe nacer del seno de las provincias del interior, con una fuerte identidad e impronta regional. El caudillo moderno debe fomentar el diálogo y construir un futuro basado en la participación ciudadana y el respeto por el Estado de derecho. Solo así, podremos romper el ciclo, construir un país más justo y próspero. *Productor Periodístico
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