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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 19/03/2025 12:33
Nicolás Pasquali en Corea del Norte (Cedida). Corea del Norte es uno de los países más herméticos y desconocidos del mundo. Con una política dura en la que la propaganda militar es su base y con el cierre de fronteras continuado después del covid, este país es prácticamente infranqueable para el turismo. Sin embargo, hace apenas un mes, sus fronteras fueron abiertas para un grupo exclusivo de viajeros que fueron seleccionados ‘a dedo’ para descubrir las entrañas de un país muy distinto del resto. De Argentina a Brasil, luego a Etiopía, Pekín y finalmente Corea del Norte, Nicolás Pasquali (@nicopasqualiok) se embarcó en una travesía de alrededor de 55 horas sin descanso, con escalas y múltiples vuelos, que le ha llevado a ser uno de los privilegiados en visitar el país asiático. Este argentino de 32 años completa, así, uno de los sueños de su vida: conseguir visitar todos los países del planeta. Además, es el primero de su país en hacerlo y ahora tiene pensado grabar un documental para explicar toda su experiencia. Junto con a otros 11 turistas, Nicolás formó parte del primer grupo de occidentales en visitar Corea del Norte en cinco años, pues como consecuencia de la pandemia, el país cerró sus fronteras al exterior. Esto fue apenas un mes, pero al terminar el viaje, Corea volvió a cerrarse al turismo a principios de marzo. A pesar de ello, Nicolás cuenta a Infobae España como fueron esos cinco días en un país lleno de secretos y misterios ocultos. “Durante el viaje me sentí como si estuviera en el Show de Truman, en mitad de una película”, detalla el argentino. Un aviso de apenas 72 horas Nicolás Pasquali en Corea del Norte (Cedida). Viajar a Corea del Norte no es nada fácil, por no decir imposible, pues el país cuenta con infinitos controles de seguridad y de acceso. De hecho, para hacerlo tienes que ir recomendado por empresas y agencias de viaje que certifiquen tu entrada y seguridad. “En mi caso pude entrar en Corea a través de la empresa Most Travel People, una agencia que se encarga de regular récords. A mí solo me faltaba este país para completar el récord de ser el primer argentino en visitar todos los países del mundo y esta empresa me ayudó a ponerme en contacto con Koryo Tours en Corea del Norte para poder hacer el ingreso”, explica Pasquali. A través de estas agencias, el viajero es sometido a una serie de filtros y controles que, una vez aprobados y comprobados, te permiten el acceso al país. No obstante, todo tiene un proceso que se puede alargar durante varios meses. “Al comienzo de diciembre me dicen que Corea del Norte está abierto y lo que hay que hacer es conseguir los documentos para que puedas ir”, explica. En ese momento, se inicia un proceso de selección en el que tan solo “te avisan con 72 horas de antelación”. Una vez que te llega ese mensaje, solo tienes tres días para viajar al punto acordado en la frontera entre China y Corea del Norte. “Yo estaba en Argentina y casi tuve que saltar de la cama porque tenemos 12 horas de diferencia con China. Para mí eran las 04:00 h y para ellos eran las 17:00 de la tarde. Me fui al aeropuerto corriendo y de ahí Buenos Aires, Brasil, luego Etiopía, Pekín y Yanji, que es la ciudad fronteriza con Corea del Norte del lado chino”. Una travesía que llevó a Nicolás unas 54 horas y un gran coste económico, pues “lo que pretendían era que yo estuviera esperando dos meses allí en la frontera”. Esta manera de operar tiene un objetivo claro: “reflejar que ningún occidental haga una tontería”. No se trata de solo un tema económico, sino que cualquier comportamiento fuera de lugar puede tener un coste muy alto. “Ellos seleccionan a dedo a gente experimentada con algún tipo de conocimiento. Por ejemplo, en mi caso fue por el tema del récord, pero otro chico era un youtuber muy famoso y obviamente se sabe comportar porque ha estado en muchos lugares. Todos, las 12 personas del grupo, fuimos filtradas”, afirma Nicolás a este medio. “No tienes libertades de ningún tipo” Corea del Norte (Cedida). Más allá del proceso de selección y los filtros para poder entrar en Corea del Norte, algo que llama bastante la atención es el bajo coste del viaje. “Pagué por el tour alrededor de 600 euros, un precio casi simbólico. No fue caro por cinco días y nos dieron de todo. Nos gestionaron todos los documentos para poder entrar, un hotel de primera clase, la comida de primer nivel, guías norcoreanos que hablaban inglés y un montón de actividades”, concreta Pasquali. Pero esto no es lo único que incluye un viaje a Corea del Norte, pues también lleva intrínseco una propaganda política exuberante que se puede contemplar en cualquier parte, hasta en los lugares más insospechados. En este caso, la visita se realizó por la ciudad y provincia norcoreana de Rason. “Las actividades que más me impactaron fueron las educativas. En el caso de la escuela de música, los chicos cantaban todas canciones de Kim Jong-un. Eran niños de ocho años cantando en sintonía y alabando a su líder”, detalla el argentino. Pero no solo eso, pues el viaje también incluía una visita a un teatro donde un grupo de bailarinas “de ocho o nueve años” realizaba una obra. “El problema es que detrás de esa coreografía había una pantalla gigante de seis metros que representaba un escenario bélico con un misil balístico y unas explosiones detrás. Y tú te preguntas, ¿cuál es la pedagogía de esto?“. Por otro lado, el itinerario también incluía la visita a escuelas de arte, colegios, polideportivos, farmacias y una fábrica de cerveza. Todo ello organizado a través de “un tour completamente preparado donde no tienes libertades de ningún tipo. Antes de entrar en Corea del Norte nos dieron un itinerario por WhatsApp con todo organizado. Mucha gente viaja así, pero el tema es que allí no había otra forma”, expresa el argentino. Esto suponía infinidad de restricciones y falta de libertades para moverse y visitar zonas. “Era como una excursión de escuela. Había momentos que nos prohibían caminar por determinadas calles o sacar una foto a alguna cosa. Todo lo que era bonito lo podíamos sacar, lo que era feo, no. Y ellos te lo aclaraban y te perseguían y después nos revisaban el teléfono para ver qué sacaste”, afirma Pasquali. De hecho, tal es el control y la propaganda que existe en el país, que en todos los colegios, las aulas cuentan con una fotografía o cuadro de Kim Jong-un. Esto es más impactante debido a que en todas las fotografías que se hacían debía aparecer el cuadro del dictador y no podía estar cortado. “Siempre tiene que estar entera la foto del líder, aunque esté lejos, si no, la tienes que borrar”. Esto mismo pasa con las estatuas y esculturas, las cuales “tienen que salir completas, y si te sacas tú una foto con ella tenía que ser con las manos hacia adelante y no con las manos hacia atrás, porque era una falta de respeto. Se interpreta como que uno esconde algo”, cuenta Nicolás. “Esto es como ‘El juego del calamar’” Nicolás Pasquali en Corea del Norte (Cedida). Estas prohibiciones muestran como este país está muy alejado de los demás, o de lo que, por lo menos, nosotros conocemos. Sin embargo, no es el único que vive en una utopía, pues “hay un país muy similar que es Turkmenistán”. Se trata de un país muy hermanado con Corea del Norte donde “todo es de mármol blanco, los coches son blancos y hay también una dictadura”. Pero nada es comparable con Corea del Norte. “Esto es mucho peor porque sentí que un error me podía haber costado muy caro. Cuando en Turkmenistán podía pedir disculpas y zafarme de alguna manera”, explica el argentino. Pero hacer una foto donde no se debe, pasear por una calle prohibida no solo puede dar problemas a la persona que lo ha hecho, sino que ponía en riesgo a todo el grupo. “Nosotros hacíamos bromas y decíamos que esto era como ‘El juego del calamar’. Primero porque el juego del calamar es una serie de Corea del Sur y segundo porque si uno comete un error, todos los demás van a ser culpables también y se va a arruinar todo el viaje.” A pesar de ello, Nicolás asegura a este medio que no se sintió inseguro en ningún momento. “No tenía ese miedo de que me pudiera quedar allí atrapado. Nadie sabe lo que está pasando en el país porque no hay Internet, entonces, al no haber Internet, no hay forma de comunicarse. Yo cuando estaba ahí estuve cinco días incomunicado y los norcoreanos tampoco tienen acceso a Internet, solamente a un chat interno en el que sí se pueden comunicar entre ellos dentro del país. Obviamente todo supercontrolado. Pero me sentí mucho más seguro que en otros países”. De hecho, a pesar de ser una dictadura, los norcoreanos “son gente muy respetuosa y muy amable. Nos trataron como si fuéramos presidentes y muestran un respeto impresionante. Yo estoy superagradecido de que me hayan abierto las puertas de su casa y creo que difundir realmente cómo se está viviendo es una manera de ayudarlos a ellos mismos, porque parecen gente espectacular”, afirma. La alegoría de la caverna de Platón Nicolás Pasquali en Corea del Norte (Cedida). Pero como todo país hermético, dictatorial y donde se ensalza una única figura, la realidad dista mucho de lo que se puede catalogar de fantasía. De hecho, se puede decir que es un país que se ha quedado atrapado en el tiempo “en la Segunda Guerra Mundial con Mussolini y Hitler”. De hecho, en su cultura consideran que estos dictadores fueron unos buenos líderes europeos. “Durante un trayecto de autobús, el guía le dijo a un chico austriaco que Hitler había sido un buen líder, que qué lastima lo que había ocurrido en la historia. Y a mí, que yo soy argentino, pero tengo el pasaporte italiano me dijo que lo mismo. Que Mussolini había sido también un buen líder. Me pareció terrible, pero ellos lo dicen de manera amigable y no hay que juzgarlos tampoco. Es la educación que ellos llevan y de alguna manera lo puedo comprender por qué esta gente están idolatrando a Kim Jong-un que es una dictadura y Mussolini y Hitler fueron eso”, detalla Pasquali. Esto muestra el mundo paralelo en el que vive la sociedad norcoreana y el adoctrinamiento educativo, social y cultural al que son sometidos desde pequeños. “La verdad es que no me dio la impresión de que el discurso que nos daban de Corea del Norte fuera por obligación. Me da la impresión de que era tal el lavado de cerebro que salía desde un orgullo personal de ellos, lo cual es más grave todavía. Están contentos y le ponen el máximo y toda la pasión para enseñarte todo de su historia y de su cultura completamente tergiversada a la realidad”, expresa. De hecho, Nicolás Pasquali compara la vida allí con la alegoría de la caverna de Platón, en la que los norcoreanos no conocen otra realidad que la de su cueva (Corea del Norte). “La falta de necesidad hace que el hombre no salga de la zona de confort, entonces no sabe qué hay algo mejor afuera. Pues lo mismo pasa con Corea del Norte. Allí lo tienen todo y están contentos de su pensamiento. Pero, ¿quién está más contento? ¿Nosotros que estamos fuera de la caverna y los miramos de vez en cuando, o el tipo que está ahí y tiene todo y vive feliz?“.
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