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» Diario Cordoba
Fecha: 19/03/2025 11:45
El 26 de enero de 2024, un año después de que el periódico ‘El País’ formara un equipo para investigar los abusos en el cine, los periodistas Ana Marcos, Gregorio Belinchón y Elena Reina publicaron un artículo en el que tres mujeres acusaban al director de cine Carlos Vermut de violencia sexual. Más tarde llegaban los casos de Juan Codina, con denuncias por agresión sexual por parte de dos antiguos alumnos de su escuela, y Eduard Cortés, con hasta 27 testimonios que aseguraban haber vivido acoso sexual por parte del director. Ahora Marcos publica ‘A mí no me ha pasado nada’ (Debate), una reflexión sobre la normalización de la violencia contra las mujeres a partir de su experiencia destapando casos de abuso sexual en la industria cinematográfica. “Reconocerse como víctima es un proceso muy largo”, asegura la periodista. El reconocimiento no solamente tiene que llegar por parte del resto, sino desde una misma: “No queremos ser víctimas y las identificamos con otro tipo de mujeres, como separándonos de ellas de una manera un poco injusta”. Violencias invisibles En el primer capítulo, Marcos recrea una conversación con sus amigas en la que debaten sobre mantener relaciones sexuales sin ganas. Una manera de acercar a su círculo y a los lectores vivencias que podían ser parecidas, salvando las distancias, a las que las mujeres le habían relatado. “Quería que, desde un espacio pequeñito, que es mi experiencia personal, se pudiera universalizar un poco y demostrar que estas mujeres a las que yo llevo entrevistando dos años no son casos excepcionales y nos pasa a todas de alguna manera”, manifiesta la escritora. “Yo he normalizado durante muchísimos años que me tocaran el culo en el metro o en un garito por las noches. Si todas nos ponemos a hablar de esto y lo identificamos como lo que es, que no es una anécdota, que de alguna manera es un abuso o una agresión, nos daremos cuenta y cambiarán cosas”, sostiene. Asimismo, la periodista señala otros tipos de violencia invisible, como el abuso de poder, la manipulación y el prevalimiento. “No me gusta poner en un ranking la violencia porque he aprendido que la manipulación psicológica también tiene unas consecuencias terribles”, reflexiona la redactora. Falta de documentación No fue fácil investigar los abusos. Primero tenían que ganarse la confianza de las mujeres y conseguir que sintieran que las estaban respetando: “Ellas no tenían por qué saber en qué consiste nuestro trabajo o cómo las íbamos a tratar”. También fue un reto encontrar la manera de hacer las preguntas adecuadas sin revictimizar. “Preguntando, sus testimonios quedan mucho más respaldados. Porque luego llegan cuestionamientos y es mejor si en la información se explican muchas cosas”. “Es muy duro el momento hacer determinadas preguntas. Pero creo que explicando lo que vas a preguntar y por qué lo estás preguntando se consigue”, detalla sobre el método propio que crearon para mantener sus reuniones con las víctimas. Los tres periodistas también vieron que tenían que mantener la paciencia y respetar los tiempos de sus testimonios. “Cuando te sientas con una mujer que quiere hablar porque te ha contactado no sabes lo que te vas a encontrar. No puedes sacar la grabadora desde el primer momento”, explica. “Por un lado, en el periódico lo entendían, por otro lado teníamos que seguir con nuestros otros trabajos, pero también llega un punto en el que te empiezan a preguntar, ‘oye, ¿y esto cuándo?’”, confiesa Marcos. Finalmente, se encontraron con la dificultad que supone la falta de documentos como denuncias, peritajes psicológicos o informes de hospital. “La violencia contra las mujeres no deja rastro documental y esto es muy difícil de explicar en un periódico que ha hecho grandes investigaciones periodísticas”, expone. “Ellos sí que esperaban documentos. Y si no eran documentos, que dieran los nombres. Pero si no van a denunciar, ¿por qué van a dar su nombre en un periódico?”, se pregunta. Abuso de poder Aunque Marcos considera que se han hecho avances y cada vez tiene más fuerza el 'yo sí te creo', hay que seguir reflexionando sobre por qué siempre se plantea una duda ante los testimonios de las mujeres. ¿Por qué no se fue? ¿Por qué repitió? ¿Por qué no lo paró? “Espero que estos últimos casos, como el de Rubiales y el de Errejón y lo que hemos visto que ha pasado en salas de justicia, nos ayude a entender por qué hay que creer a las mujeres, por qué no hay que cuestionarlas y por qué no denuncian”, considera la periodista. Aunque los abusos sexuales se encuentran en todos los sectores profesionales, la industria del cine tiene la particularidad de que es muy precaria. “Quienes están en activo son los profesores de estas mujeres, muchas de ellas menores de edad, que ya ejercen abuso de poder desde las escuelas de interpretación”, explica Marcos. Asimismo, las actrices trabajan con sus cuerpos y siempre por el reconocimiento social. “Una chica de 18 años a la que le dan una oportunidad en una serie en horario de ‘prime time’ acaba haciendo cosas que no quiere hacer porque sabe que de esto viven tres”, concluye la periodista.
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