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  • El carpintero que crea juguetes móviles de maderas recicladas como modo de resistencia a la era digital

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 19/03/2025 05:13

    Hernán Lira, artesano de juguetes Además de artesano, Hernán Lira es autodidacta. Se define como un trabajador más, pero se impuso la tarea de hacer que el juguete de madera cobre vida en las mano de niñas y niños que dejan de lado los equipos digitales para darse el tiempo de jugar y sentir en sus manos una madera bien lustrada. También lo buscan las personas mayores que ven en sus piezas, únicas e irrepetibles, la nostalgia de su propia infancia. En pleno avance de la tecnología, usa maderas recuperadas de puertas, muebles de cedro, restos de los talleres de sus amigos carpinteros como eucaliptos, paraíso o compra pino y es uno de los artesanos que desafía a los tiempos donde la infancia está dominada por pantallas de tablets y celulares con sus juegos tangible. Aunque sabe que es difícil lidiar con ello, busca que el impacto negativo sea el menor posible. A los 46 años, el hombre de Pergamino defiende el trabajo realizado a mano. “Los artesanos somos una resistencia ante el mundo que se viene. Quienes seguimos viviendo por el trabajo de nuestras manos merecemos vivir dignamente, porque somos parte de un sector muy vapuleado”, subraya el creador de Juguetes con Oficio que aspira a poder, algún día, convertirse en carpintero. Cada 19 de marzo se celebra el Día Internacional del Artesano, una fecha que rinde homenaje a quienes mantienen vivos los oficios manuales, en coincidencia con el Día de San José, patrono de los carpinteros y trabajadores de la madera. La efeméride reconoce la labor de quienes, con sus manos y su creatividad, transforman materiales en piezas únicas, resistiendo al avance de la producción masiva y la tecnología. Parte de la colección Juguetes con Oficio de Hernán. "Estoy haciendo todas las piezas para quedarme con una colección. Es mi favorita", admite (Instagram/juguetesconoficio) El oficio como historia personal Hernán creció en una familia de trabajadores, en un barrio de Pergamino. Es nieto, hijo y sobrino de mujeres costureras y vecino de una familia de carpinteros. Su historia con la madera y el trabajo con las manos comenzó en su infancia. “Siempre vi cómo se hacían las cosas. Aprendí que detrás de cada objeto había alguien que lo fabricaba”, recuerda desde su taller, mientras ve a jugar a sus hijos en el patio de la casa, que también construyó con sus manos. Fue durante la adolescencia cuando descubrió el mundo de los títeres y poco después, con la llegada de su primera hija, Candela, a los 19 años, comprendió que lo que comenzó como un juego podía convertirse en un oficio. Nutrido de herramientas rudimentarias y una necesidad concreta de sostener a su flamante familia, fue perfeccionando su técnica hasta consolidarse como artesano. “Lo asumí con compromiso y responsabilidad. Fui creciendo como padre y como trabajador”, explica el también maestro de escuela de grado, trabajo que realizó por poco tiempo ya que no pudo hacer convivir los viajes como artesano con los horarios escolares. Atahualpa Yupanqui por Hernán Lira Desde los 16 años, se dedica a la fabricación de títeres, marionetas y juguetes mecánicos, apostando por lo tangible. “Si dejamos que los chicos jueguen solo con pantallas, dentro de 20 años tendremos una generación de adultos que no sabe clavar un clavo”, advierte un futuro donde los oficios puedan quedar de lado. Ese es el objetivo que también afronta en cada uno de los talleres y charlas que brinda. “Sé que de un taller no saldrá un nuevo artesano, pero cada vez que puedo y me lo permiten hablo sobre la importancia de mantener con vida los oficios”, asegura y admite que el temor de su desaparición, que a veces lo invade, queda de lado mientras comparte el trabajo con Paula, su compañera de oficio y de vida, con quien se conocieron en una feria que se realizaba en Rosario. Ella se encarga de la pintura de las piezas de Hernán y combina la crudeza de la madera con la calidez del color. “Buscamos un equilibrio entre dos estéticas: la madera en su estado natural y la intervención pictórica de Paula”, describe el hombre que cuenta que el nombre Juguetes con Oficio, su emprendimiento, surgió a partir de una serie de figuras en las que representaba distintos trabajadores: carpinteros, costureras, músicos. “Siempre me interesó visibilizar a los trabajadores, a la gente de mi clase”, asegura orgulloso. Hernán y su familia Muchas de sus creaciones son vendidas en ferias y mercados. También recibe encargos personalizados que van más allá del juego infantil. “Muchos de nuestros clientes son adultos que quieren revivir un recuerdo o regalar algo con significado”, cuenta Lira. Entre los pedidos más emotivos recuerda la historia de un bandoneonista de 88 años que le encargó una orquesta de tango completa. Luego de sacar cuenta del tiempo que le tomaría terminarla, le dijo que serían unos 30 días. “Me dijo: ‘¡Lo que para vos es un mes, es un año para mí!’. Ahí mismo me metí al taller y comencé a hacerla”, revive. El compromiso para cumplir con un pedido, pero sobre todo, para cumplir con el deseo de una persona, muchas veces lo mantiene trabajando el día completo. Otro pedido reciente —que no revela para no arruinar la sorpresa— tiene que ver con una escena inspirada en una película. ”Una mujer se la regalará a su tío. Cuando abra la caja y vea la escena, que representa un momento de su infancia, seguramente se emocione”, anticipa con una sonrisa porque fueron varias las veces que le pidieron recrear escenas, situaciones o personajes muy particulares y sentidos, como a una persona, a sus perros, entre tantos otros. Hernán Lira, artesano de juguetes El pedido de dignificación del trabajo artesanal Hernán recuerda una anécdota que da cuenta del significado que el trabajo del artesano tiene muchas veces para el afuera. “Una vez, en una feria, una persona le pidió a un maestro artesano un trabajo específico: tenía que grabar sus iniciales en la hebilla de su cinturón. El maestro tomó su buril y comenzó a mover sus manos tan sabiamente que el pedido quedó hermosamente realizado al cabo de unos cinco minutos. El cliente maravillado con la rapidez y habilidad que el artesano movía la herramienta y lo bien que culminó su tarea preguntó cuánto le cobraría el encargo. Cuando recibió la respuesta, cambió su cara de felicidad y exclamó: ‘¡Pero lo hizo en 5 minutos!’.. Y el maestro artesano le respondió: ‘¡No, señor! Lo hice en 40 años’... Frecuentemente los artesanos tenemos que responder esas preguntas, justificar presupuestos, demostrar el valor de los materiales, hablar de nuestras herramientas... Además de cumplir todo un ciclo de creación —que implica desde elegir el material, transformarlo, generar una pieza única y luego tratar de venderla—, tenemos que ser más creativos a la hora de exponer nuestros trabajos que a la hora de construirlos. Hemos tenido que sobrellevar los designios de las modas cuando el sistema vulgarizó el hacer con las manos en una consigna de marketing”, se queja y da sus motivos. “Panadería Artesanal, Lavadero Artesanal, Heladería Artesanal… Y luego la moda de lo Eco y el furor de los objetos de diseño que invadieron nuestros espacios. Aunque somos miles en cada rincón del país y del mundo, muchas veces parecemos invisibles a la hora de aparecer en el reparto de migajas para sobrellevar las crisis. Ser artesano como elección de vida es tener el coraje de ir a contramano de los tiempos. Conseguir que cada pieza realizada lleve un sello de identidad personal, transmitir y conservar el saber hacer de los oficios más antiguos y transformar los materiales hasta lograr crear objetos únicos, hace que seamos un aporte fundamental a la cultura de nuestros pueblos. Cada uno de nuestros trabajos lleva el esfuerzo, la búsqueda y el recorrido de miles de horas de taller. Como un gesto de rebeldía apostamos a tener la paciencia minuciosa de las labores manuales a la prisa inmediata que mueve el mundo”, argumenta. Un regalo para Norita Cortiñas. "Para su último cumpleaños hicimos este juguete para ella y los amigos de la Revista Sudestada lo llevaron hasta su casa. Luego, su hijo Marcelo nos mandó esta foto del lugar que ocupa en su casa", cuenta (Instagram/juguetesconoficio) También, cuenta que los artesanos que recorren las ferias deben lidiar con los cuestionamientos y opiniones ajenas sobre sus personas u aspectos. “Además de los vaivenes económicos, debemos afrontar algunos prejuicios que persisten en la sociedad. Hay una idea errónea de que los artesanos somos vagos o que lo nuestro es solo un hobby”, comenta. Una lectura que hizo hace un tiempo, explica por qué de esas consideraciones. “Hace años, un diario publicó un ‘Decálogo del buen turista’ y uno de los consejos decía: ‘Nunca pagues lo que te piden en una feria de artesanías’. Me pasó que una persona me compró tres juguetes y me pidió que le hiciera precio por la cantidad... Yo tengo tres hijos y cuando les tengo que comprar tres zapatillas a cada uno, no pido precio por la cantidad”, compara y se ríe por los planteos que le hacen. Más allá de estos obstáculos, su pasión por el oficio lo mantiene firme. “Cuando uno hace algo con compromiso y responsabilidad, todo fluye”, reflexiona y cuenta cuál fue uno de los trabajos más especiales que construyó. “Hice un muñeco de Norita Cortiñas, que fue como un homenaje para esa gran mujer, que para nosotros siempre fue un faro que caminaba. Siempre fue inspiración porque ante el dolor que sufrió por la pérdida de su hijo, ella lo revirtió y lo convirtió en en lucha. Para su último cumpleaños hicimos este juguete y los amigos de la Revista Sudestada lo llevaron hasta su casa. Luego su hijo Marcelo nos mandó esta foto del lugar que ocupa en su casa”, cuenta. “Hay un color que no se consigue con nada, solo con el paso del tiempo”, asegura Lira Pese a todos los embates, Hernán disfruta de su trabajo y se siente “un privilegiado” por trabajar de lo que ama, le gusta y divierte. “Yo sigo viviendo en el barrio de toda mi vida, Acevedo. Viajé mucho, pero nunca viví en otro lugar que no fuera mi barrio. Acá tengo a mi familia, mi historia y mi compromiso con el club Tráfico’s Old Boys, donde se practican fútbol, patín y vóley, y del que soy dirigente”, dice emocionado porque entre lo que más le gusta de su vida, seguir allí y conservar sus afectos de la infancia lo conmueve. Desde allí, su trabajo cruzó fronteras: en 2017 realizó una residencia artística en el Museo Exploratorium de San Francisco, California, donde expuso algunas de sus piezas. “Si me preguntás que es lo que más me gusta en la vida eso es estar en el taller, trabajando con la madera. Todo el ciclo es importante, pero la creación es lo que más disfruto. Recuperar madera de volquetes, restos de carpinterías y marcos de puertas antiguas es el primer paso. Y cada vez que miro mis trabajo o me entero de la emoción de la persona que lo recibió como regalo, eso justifica todo”, finaliza.

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