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  • Cuando nos acercamos al final del túnel...

    » El litoral Corrientes

    Fecha: 16/03/2025 05:21

    n El enigmático y a la vez misterioso camino que nos conduce al otro lado, de hechos que nos llevan de la vida a la muerte, que han tejido una serie de hechos asombrosos, una serie de narraciones y relatos que desafían a la explicación científica, nos va guiando lentamente al más allá. La intrincada explicación científica que intenta justificar hechos paranormales que no tienen explicación, pero que existen, mal que les pese a los científico, no puede rebatir estos casos. Estas vivencias, compartidas por aquellos seres humanos que han rozado el velo invisible de lo etéreo, son fuente inagotable de reflexión sobre la existencia de la luz, el túnel, la energía y todo ese misterio que va más allá de nuestra comprensión. Al momento de llegar a esta decisiva instancia, han sido muchos los testigos que han relatado encuentros con una luz deslumbrante al final de un túnel, una guía resplandeciente que los atraía con su luminosidad, a la que finalmente no llegamos porque logramos sobrevivir. En las Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM) algunos afirman desvincularse de sus cuerpos, observándolos desde las alturas, como espectadores de su propia experiencia terrenal. Angeles o seres de luz se han manifestado en estas experiencias, envolviendo a los protagonistas con amor y serenidad, ofreciendo consuelo en su travesía a esa alma, que parece querer elevarse a un plano superior o al menos diferente. Veamos un caso concreto: Ana, una mujer de 35 años, tras un accidente automovilístico que la sumió en un estado de coma por tres días, se recuperó y apareció con un relato inolvidable. En su encuentro con la luz, Ana sintió una paz sobrenatural y se reunió con su abuela recientemente fallecida, quien le indicó que aún no era su hora de partir. “Debes regresar” le dijo con amor. Aunque la ciencia no ha arrojado una respuesta concluyente sobre las ECM, algunos teóricos sugieren que estas vivencias podrían surgir de la actividad cerebral extrema al acercarse al momento de la muerte. Otros plantean la posibilidad de alucinaciones o experiencias místicas que trascienden nuestro entendimiento científico actual. Para muchos las ECM no son solo hechos singulares, sino tiempos transformadores que cambian la visión de la vida y de la muerte. A pesar de su enigma, brindan consuelo y esperanza a quienes enfrentan la inminencia de la muerte. Este fenómeno complejo invita a una reflexión seria y una investigación profunda. Mientras se exploran las ECM, se recuerda a su vez la fragilidad de la vida y la urgencia de abrazar cada instante en plenitud. En este rincón entre la ciencia y el misterio, estas experiencias recuerdan la maravillosa complejidad de la existencia y la importancia de vivir con intensidad cada minuto de esta vida. Una vez que se traspone el iluminado túnel, todo parece indicar que una nueva expectativa se abre, aunque no sepamos cual es el desenlace. Es factible que la vida continúe en otro plano del universo. Sueiro, el pionero. El primero en escribir su experiencia ECM fue el reconocido periodista, investigador y escritor Víctor Sueiro, que falleció de un infarto el 13 de diciembre de 2007, luego de tener varios infartos previamente. Su presencia en los medios de difusión se había diversificado. Inicialmente locutor y periodista de programas de TV, su vida cambió cuando sufrió la experiencia paranormal cercana a la muerte, que lo convirtió en el autor más leído durante muchos años. Fue el 20 de junio de 1990 cuando sufrió un paro cardiorrespiratorio y quedó muerto clínicamente durante un minuto. Luego revivió. El creyó que se había desmayado, pero el médico que lo atendió le dijo que había estado clínicamente muerto. Poco después describió la impactante experiencia que tuvo en un libro, que fue best seller durante mucho tiempo. Allí describió lo que le había pasado con lujo de detalles, explicando que vio “una luz al final del túnel” y contó lo que pocos se habrían animado a publicar. Mi experiencia personal. Más atrás en el tiempo, quien esto escribe tuvo una experiencia similar a la de Sueiro, todavía no se la llamaba ECM. Todo ocurrió de la siguiente manera: Estaba internado en el Hospital “Juana Francisca Cabral” (que hoy ocupa el edificio del Instituto de Cardiología), diagnosticado con una endocarditis bacteriana aguda, inflamando gran parte del corazón (el endocardio) por lo cual estaba siendo bombardeado con mucha Penicilina G, lo más efectivo en ese momento. Corría el mes de febrero de 1972, cuando me aprestaba a almorzar, me incorporé en mi cama y en ese momento sentí un fuerte dolor en el pecho y luego como si me desgarraran sacándome afuera de mi cuerpo. Sentí que me elevaba sobre la cama y ví mi cuerpo desde arriba, tirado en la cama. En ese momento entraron corriendo un médico y una enfermera. El primero saltó sobre mí y comenzó a hacerme masajes en el pecho y luego a darme fuertes golpes, para sacarme del paro. En esa época no había defibrilador para estos casos. En ese momento toda mi corta vida pasó frente a mi, vi mis padres, mis parientes, tíos, hermanos y mi niñez, todos en una sucesión como si fuera una película en cámara lenta. Después me sentí liviano, como una hoja que iba cayendo lentamente, hacia un túnel al fondo del cual había una luz blanca muy potente. Pensé en ese momento ¿Qué me pasa, me estoy muriendo? A medida que me acercaba a la luz me iba tranquilizando y cuando llegué a ella sentí como una gran paz. Vi tras la luz algunas figuras que se movían, como a través de un cristal esmerilado, yendo y viniendo. Allí me desmayé y cuando recobré el conocimiento, estaba nuevamente en la cama del hospital, rodeado de médicos y enfermeras. Años después, leyendo mucho sobre la temática, me dí cuenta que había tenido una ECM, estuve al borde de pasar al otro lado, pero por lo visto no era mi hora. Ya no le temo a la muerte, estoy preparado, sé que al otro lado hay algo, qué?, no lo sé, pero seguramente será mejor que esta vida terrenal. La muerte no existe, solo es una transición entre la vida física y el mundo espiritual, para seguir ascendiendo hacia la luz eterna. Todo lo relatado fue así, sin quitar ni agregar nada. Quien quiera creer, que crea y el que no, está en su derecho de no hacerlo.

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