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Concordia » El Heraldo
Fecha: 15/03/2025 01:37
Esta alta dependencia de bienes de capital, insumos y repuestos importados es una manifestación de lo que el economista Marcelo Diamand denominó “estructuras productivas desequilibradas”. Este concepto se refiere a la coexistencia de un sector primario altamente competitivo a nivel internacional y un sector industrial que enfrenta dificultades estructurales para sostenerse sin protección estatal o financiamiento externo. Esta estructura dual es el principal obstáculo para el crecimiento sostenible de la economía argentina. Históricamente, cada intento de expansión económica ha encontrado una barrera en la falta de dólares, ya que la industria requiere importaciones para operar. Durante la década del ‘90, el crecimiento estuvo sostenido por el ingreso de capitales financieros, pero la falta de competitividad productiva llevó a una crisis cambiaria en 2001. En los 2000, el auge de los commodities permitió sostener el crecimiento sin necesidad de financiamiento externo, pero cuando los precios internacionales cayeron en 2013-2014, la restricción externa volvió a aparecer. En 2016-2018, una nueva ola de financiamiento externo facilitó la expansión económica, pero sin una mejora en la competitividad productiva, lo que llevó a un colapso financiero en 2018. Esta dinámica se repite debido a que la industria argentina no puede autofinanciar las divisas necesarias para su crecimiento, a diferencia de lo que sucede en países industriales donde la industria contribuye significativamente a la obtención de divisas. En Argentina, el sector industrial no exporta suficientemente para cubrir las importaciones necesarias, lo que genera una divergencia entre el consumo y el abastecimiento de divisas, llevando a crisis de balanza de pagos y devaluaciones. El contexto internacional también juega un papel crucial en la capacidad de Argentina para sostener su crecimiento. El riesgo de un entorno global menos abierto refuerza la necesidad de una estrategia de desarrollo basada en la competitividad interna y la diversificación de mercados de exportación. El proteccionismo global, impulsado por políticas como las de Donald Trump en Estados Unidos, puede restringir aún más el acceso a mercados internacionales clave para las exportaciones argentinas. Históricamente, el proteccionismo mundial ha tenido efectos devastadores, como en los años ‘30, cuando profundizó la crisis económica global y perjudicó a Argentina, cuyo modelo agroexportador dependía de la demanda externa. A nivel nacional, Argentina también enfrenta desafíos relacionados con el proteccionismo. El país mantiene un alto nivel de medidas proteccionistas, lo que puede limitar su capacidad para competir en mercados internacionales y atraer inversión extranjera. Además, las políticas proteccionistas pueden generar ineficiencias y encarecer los productos nacionales, lo que afecta la competitividad de la industria argentina. La realidad es que la industria argentina enfrenta una serie de barreras internas, como la presión impositiva y laboral, así como un entramado regulatorio complejo que desincentiva la inversión y la creación de empleo. El sistema financiero argentino también enfrenta desafíos importantes para apoyar el crecimiento industrial. Los depósitos en pesos y en dólares en el último trimestre han caído, lo que reduce la capacidad del sistema bancario para ofrecer créditos. Aunque los préstamos han aumentado levemente, la sostenibilidad de este crecimiento es cuestionable si no se acompañan de un aumento mayor en los depósitos. Además, la falta de financiamiento externo, condicionado por la necesidad de un acuerdo con el FMI, limita aún más las posibilidades de inversión y expansión industrial. Para superar estos desafíos, es crucial diversificar la matriz productiva para reducir la dependencia del sector primario y energético, y promover un desarrollo industrial más equilibrado y sostenible. La implementación de políticas que fomenten la competitividad interna y la diversificación de mercados de exportación es esencial para asegurar un crecimiento económico sostenible y evitar las crisis recurrentes que han marcado la historia económica del país. En resumen, la economía argentina enfrenta un panorama complejo que requiere un enfoque integral para superar sus limitaciones estructurales. La dependencia excesiva de importaciones y la falta de competitividad industrial son desafíos que deben ser abordados mediante reformas profundas que permitan un desarrollo más armónico y sostenible. Sin embargo, es crucial reconocer que no hay más tiempo que perder. La situación económica actual, marcada por una emergencia económica y financiera declarada hasta finales de 2025, exige medidas urgentes y efectivas para evitar que la crisis se profundice y afecte aún más a los sectores más vulnerables de la población.
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