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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 14/03/2025 10:49
Científicos de la UBA reintroducen canto extinto de chingolos con tutor robótico - (piemags/nature) El canto del chingolo es más que un simple sonido; se considera una “firma sonora” crucial en la vida de estos pájaros, ya que desempeña un papel fundamental. Esta melodía, que dura entre dos y cuatro segundos, se compone de notas introductorias seguidas de un trino final y es única para cada familia de chingolos. Los ejemplares repiten este canto como una expresión de territorialidad y para atraer a la hembra, y la capacidad para aprenderlo es esencial para la especie. Normalmente, los jóvenes chingolos adquieren esta habilidad imitando el canto de los adultos. No obstante, se ha observado una interrupción en el aprendizaje de esta melodía debido a la pérdida de hábitat, la disminución de las poblaciones locales y la invasión de otras aves cantoras, lo que ha llevado a la desaparición de ciertas melodías tradicionales escuchadas en el parque Pereyra Iraola durante la década de 1960. Para abordar esta situación, entre 2020 y 2023, investigadores de la Universidad de Buenos Aires (UBA) desarrollaron un proyecto innovador que empleó un “tutor robótico” para reintroducir una melodía perdida del chingolo en el parque Pereyra Iraola, situado en la provincia de Buenos Aires, Argentina. Este avance tecnológico pionero no solo buscaba recuperar una canción extinta que combina tecnología avanzada y modelos matemáticos, sino también preservar una parte esencial de la cultura del chingolo, que ha sido transmitida de generación en generación. Tutor robótico simula modelo vocal para jóvenes chingolos en parque Pereyra Iraola - (Gentileza de Gabriel Mindlin) La creación del tutor robot El proyecto, que hoy ocupa a un equipo interdisciplinario de investigadores de la UBA, nació en el contexto único de la pandemia. “La idea surgió empujada por la situación, por la necesidad de seguir con los proyectos de investigación a pesar de las restricciones”, explica Gabriel Mindlin, coautor del estudio - publicado en Physica D: Nonlinear Phenomena - y director del Instituto de Física Interdisciplinaria y Aplicada (INFINA) de la Univerisdad de Buenos Aires , en una entrevista exclusiva con Infobae. La crisis sanitaria obligó a los investigadores a buscar alternativas para continuar con su trabajo sin poder acceder al laboratorio. En lugar de frenar su actividad, encontraron una oportunidad en los recursos disponibles, pero ahora al aire libre. Así comenzó a gestarse una investigación innovadora que involucró el estudio de los cantos de aves. El enfoque de la investigación se basaba en el uso de modelos matemáticos para generar síntesis de los cantos de los chingolos. “La idea era ver cómo iban a reaccionar los animales silvestres a la síntesis de canto que nosotros generamos con nuestros modelos matemáticos, modelos en los que venimos trabajando desde hace muchos años en el laboratorio”, menciona Mindlin. La curiosidad científica los llevó a realizar un seguimiento de una especie particular, observando cómo los chingolos respondían a estos cantos sintetizados. Colaboración interdisciplinaria clave en el éxito del proyecto de conservación sonora - (Thomas Leach) En el proceso, el equipo se dio cuenta de que ciertos cantos, ya registrados en la década de 1960 por un investigador, habían sido transmitidos de generación en generación. “Al principio, lo que hicimos fue generar un código en la red neuronal, utilizando técnicas de inteligencia artificial, para comparar esos cantos registrados con los actuales”, explica el director del INFINA. El análisis mostró que algunos cantos se habían preservado casi intactos, mientras que otros habían cambiado con el tiempo. “Algunos se habían abandonado, otros se habían mutado”, señala Mindlin, destacando la evolución natural de estos sonidos. El proyecto comenzó a tomar una nueva dirección cuando los investigadores se preguntaron si, además de responder a la síntesis que ellos producían, los chingolos jóvenes podrían ver esos cantos como un modelo para aprender. “Nos preguntamos si un juvenil podría tomar estos cantos como tutor”, comenta Mindlin, señalando que esta hipótesis abriría nuevas puertas para entender cómo los animales aprenden y transmiten comportamientos. Con esta nueva línea de trabajo, se sintieron aún más motivados. Decidieron sintetizar los cantos con una pequeña variación, una modulación decreciente en lugar de creciente, para que los chingolos juveniles pudieran familiarizarse con una melodía específica. “Lo que hicimos fue simplemente tomar una pequeña variación de cantos ya presentes en el territorio. El canto no era radicalmente nuevo, simplemente un juvenil se entusiasmó con él y lo transmitió a la siguiente generación”, explica Mindlin. A lo largo de dos temporadas, el equipo pudo confirmar que algunos chingolos estaban adoptando el canto sintetizado, sin que se produjeran cambios drásticos en el comportamiento de la especie. Tutor robótico sorprende al enseñar cantos a chingolos juveniles sin estímulo visual - (piemags/nature) La síntesis de cantos y la respuesta de los animales: la sorpresa del “tutor robótico” La innovación del proyecto radicó no solo en la utilización de la inteligencia artificial para generar los cantos, sino en la creación de lo que Mindlin llama un “tutor robótico”. Este dispositivo, diseñado por el equipo de ingenieros, tiene la capacidad de grabar y reproducir los cantos, simulando la presencia de un modelo vocal para los chingolos juveniles. La idea era que los robots acústicos, al emitir los cantos sintetizados, pudieran actuar como un estímulo para que los jóvenes aprendieran y adoptaran esos sonidos. “Lo primero que hicimos fue poner tres de estos dispositivos en un pedazo de parque, con la esperanza de que algún juvenil considerara que era un tema interesante para copiar”, explica Mindlin. Sin embargo, el equipo se mostraba escéptico. Pensaron que para que un juvenil imitara el canto, debía haber un estímulo visual que lo acompañara. En cambio, los resultados fueron sorprendentes. Los jóvenes chingolos se acercaron a los robots acústicos y comenzaron a interactuar con ellos, como si estuvieran frente a un macho real. “Cuando estas cajas empezaban a sonar, se acercaban, inspeccionaban como si estuviera escondidito por ahí el macho”, recuerda el investigador, visiblemente sorprendido por la reacción de las aves. El descubrimiento más impresionante fue que algunos de los jóvenes, sin ver a un macho cantar, comenzaron a replicar el canto de los robots. “Nos sorprendió mucho cuando vimos que un juvenil, tímidamente, repetía el tema”, señala Mindlin. Este hallazgo abrió nuevas perspectivas sobre el aprendizaje vocal en aves, ya que mostró que los jóvenes podían aprender de fuentes no convencionales, como un dispositivo robótico. Investigación destaca importancia de conservar cultura animal junto a biodiversidad genética - (Thomas Leach) Implicaciones biológicas y el estudio de la cultura animal Más allá de la curiosidad científica y el impacto en la biología de las aves, el proyecto tocó un tema que Gabriel Mindlin considera fundamental: la conservación de la cultura animal. Para el investigador, la conservación de la biodiversidad no solo debe centrarse en los aspectos genéticos de las especies, sino también en los comportamientos aprendidos que son transmitidos a través de generaciones. “Cuando uno habla de conservación de la biodiversidad, piensa en la parte genética, pero eso omite que en los animales existe también una cultura. Es decir, existe un bagaje de conocimiento que se va transmitiendo independientemente de lo genético”, reflexiona Mindlin. El estudio del canto de los chingolos puede verse como un ejemplo de cómo los comportamientos aprendidos se perpetúan a través de generaciones, y cómo estas conductas pueden adaptarse o cambiar con el tiempo. La preservación de estos comportamientos culturales, como la transmisión de cantos específicos, es un área poco explorada pero crucial para la conservación de las especies. Colaboración interdisciplinaria: el trabajo en equipo que hizo posible el proyecto Un aspecto clave del éxito de este proyecto fue la colaboración interdisciplinaria entre biólogos, físicos e ingenieros. Mindlin, físico de formación, fue el encargado de desarrollar los modelos matemáticos necesarios para la creación de la síntesis de los cantos. Sin embargo, gran parte de la construcción y programación de los robots acústicos fue realizada por un ingeniero, quien trabajó en el diseño de los dispositivos para grabar y reproducir los cantos. Conservación de la cultura animal: más allá de la genética, el canto de los chingolos - (piemags/nature) “En este proyecto participan gente de distintas formaciones: físicos, biólogos, ingenieros. Nuestro laboratorio tiene una estructura muy diversa”, explica Mindlin. Además, el equipo colaboró estrechamente con otros biólogos, como Juan Carlos Reboreda y Cecilia Mársico, en estudios relacionados con el mimetismo vocal y el parasitismo en ciertas especies. Para Mindlin, la integración de conocimientos de diversas disciplinas es esencial para abordar problemas complejos como el comportamiento animal y su conservación. La importancia de la preservación sonora: un llamado a la acción El proyecto también destaca la importancia de la conservación sonora del mundo natural, algo que Mindlin considera urgente. “La información sobre cómo suena la naturaleza es muy reciente, y muchas veces no tomamos conciencia de que nuestras grabaciones digitales no son tan antiguas”, comenta. Las primeras grabaciones fueron realizadas en la década de 1970, y antes de eso, las grabaciones eran raras y de difícil acceso. Para Mindlin, esto representa un desafío, ya que el conocimiento sobre el sonido natural del mundo es limitado y está en constante evolución. Además, el investigador señala que la conservación cultural en animales es un tema que está comenzando a recibir atención. “No es solo cuestión de preservar la genética, sino también su cultura. Es un llamado de atención sobre eso”, concluye Mindlin.
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