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  • Un análisis crítico pero real de la económica doméstica laboral de los asalariados privados

    » Corrienteshoy

    Fecha: 11/03/2025 16:51

    Un análisis crítico pero real de la económica doméstica laboral de los asalariados privados Por Juan Pablo Chiesa Juan Pablo Chiesa examina la situación actual con una mirada crítica y profunda. Destaca aspectos claves del mercado laboral que el actual gobierno no sabe desarrollar, mientras el empleo privado se cae a pedazos. Su enfoque busca desentrañar las complejidades que subyacen a esta realidad, ofreciendo una visión integral que invita a la reflexión y al debate. A través de su experiencia y conocimiento en el campo del trabajo y del empleo, Chiesa proporciona un contexto claro y revelador, esencial para comprender mejor el panorama actual en materia de sueldos, empleo y trabajo. En un contexto donde se habla constantemente de aumentos salariales y recuperación del poder adquisitivo, es fundamental cuestionar la veracidad de estas afirmaciones. La realidad es que muchos trabajadores en el sector privado siguen lidiando con salarios que no sólo no crecen a la par de la inflación, sino que incluso se estancan o disminuyen en términos reales. La situación económica actual en cualquier país enfrenta a sus trabajadores asalariados privados con una cruda realidad: la pérdida del poder adquisitivo en todos sus matices. Este fenómeno no es solo una estadística más en las columnas de un diario; es un golpe directo a la vida cotidiana de millones de personas que, a pesar de estar formalmente en el mercado laboral (en blanco), se encuentran atrapados en un ciclo de pobreza y precariedad. La diferencia entre el aumento de los precios de los alimentos, el costo de vida y los salarios es un tema que no puede ser ignorado. Mientras que la canasta básica total supera ya el $1.100.000, muchos trabajadores en relación de dependencia pertenecen a sindicatos que, a pesar de representar al 70% de los 6 millones de asalariados privados en blanco, han quedado relegados a una situación alarmante. Con un salario básico de convenio promedio de solo $1.150.000 por mes, estos trabajadores están por debajo de la línea de pobreza y enfrentan mes a mes un aumento constante del 3% en los precios de los alimentos. Los asalariados de los sindicatos de comercio, bancarios, gastronómicos, pasteleros, pizzeros, alfajoreros, plásticos, gráficos, sanidad, UOCRA, UOM, Camioneros, entro otros, representan aproximadamente 4 millones de los 6 millones en blanco. (lean los básicos de convenio de cada sindicato en su WEB oficial, Escala de salarios y se darán cuenta la pobreza que peregrina más el 70% del empleo privado) Es irónico que, en un contexto donde el costo de lo esencial sigue en aumento, los organismos como el INDEC se esfuerzan por presentar cifras que, a todas luces, están desactualizadas. Al no actualizar la canasta de alimentos y utilizar índices de precios que no reflejan la realidad actual, se genera una cortina de humo que oculta la verdadera magnitud de la crisis. La propagación de datos que apuntan a una “recuperación salarial” solo sirve para calmar las aguas y desviar la atención de las condiciones de vida cada vez más críticas de los trabajadores. La situación es aún más preocupante cuando se consideran los gastos ordinarios que enfrenta una persona promedio, que ascenderían a unos $400.000 pesos mensuales, sin contar alquileres, expensas, salud y servicios como, luz, gas y agua. Este es un dato desgastante que, cuando se contrasta con los números de salarios en la actividad privada, se convierte en evidencia contundente de que estamos ante un sistema que se beneficia de la precarización del trabajo. Los sindicatos tienen una pesada responsabilidad en este panorama. En lugar de ser baluartes de defensa y lucha por los derechos de los trabajadores, muchos han caído en la complacencia, negociando aumentos irrisorios que no solo son insuficientes, sino que son, en muchos casos, una burla. En el contexto actual, cuando incluso los asalariados privados más dedicados y con largas trayectorias laborales ven que sus esfuerzos no se traducen en una mejora tangible en su calidad de vida, es comprensible que surja un sentimiento de frustración y desconfianza. Es esencial que la ciudadanía despierte ante esta realidad. No podemos permitir que se silencien las voces de quienes, a pesar de tener un empleo formal, viven en condiciones de vulnerabilidad. La lucha por salarios justos y dignos no es solo un problema de cifras y porcentaje, es la lucha por la dignidad de las personas, el trabajo dignifica y sepan que es la única fuente de ingreso de una sociedad. La crisis del poder adquisitivo revela la necesidad de un nuevo enfoque que ponga a las personas en el eje de las políticas económicas, donde el trabajo dignamente remunerado no sea solo un sueño, sino una realidad accesible para todos. La narrativa oficial presenta una imagen optimista, pero esto solo oculta la cruda realidad que enfrentan miles de asalariados: la ilusión de un salario más alto que, al final del mes, se convierte en humo por el desmesurado aumento del costo de vida. Es tiempo de llamar a las cosas por su nombre y reconocer que, sin una estrategia efectiva que priorice el bienestar del asalariado, la pobreza seguirá acechando a las familias, y la promesa de un futuro mejor se desvanecerá como un espejismo. La realidad es que, en este contexto, “recuperación salarial” es un término que no refleja más que una ilusión, detrás de la cual se encuentra un sistema que prioriza intereses ajenos al bienestar de los trabajadores. Es hora de que se derribe esta fachada y se dé paso a un debate honesto sobre las condiciones de vida de quienes, con su esfuerzo diario, sostienen el tejido de la economía y dejen de pensar que la Macro es el motor de la economía, no lo sé, la economía domestica laboral es el motor de nuestro país.

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