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» AgenciaFe
Fecha: 10/03/2025 15:30
En una reciente charla con Dante Gebel, Ricardo Darín recordó un capítulo oscuro de su vida, cuando su reputación fue brutalmente cuestionada. El 22 de marzo de 1991, el actor, ya reconocido y admirado por su talento en cine, teatro y televisión, se vio arrastrado a una pesadilla que marcaría un antes y un después en su carrera. Por orden del juez Enrique Lotero, fue detenido bajo la acusación de violar la Ley 19.279, una normativa que permitía a personas con discapacidades importar vehículos sin pagar impuestos. La denuncia que enfrentó fue devastadora, confusa y compleja. Según la orden del juez, el actor habría infringido esta ley al comprar un vehículo importado, presuntamente aprovechando una exención que solo estaba destinada a personas con discapacidades. La normativa, creada para facilitar la movilidad a quienes realmente lo necesitaban, incluía una cláusula específica: los autos comprados con estos beneficios fiscales debían ser mantenidos por el comprador original durante al menos cuatro años antes de poder ser vendidos o transferidos. Lotero argumentaba que Darín, al no calificar para este beneficio, había adquirido el vehículo de manera ilegal, violando directamente esta disposición, lo que logró su detención. Al tercer día, el juez autorizó su liberación. Pero los problemas apenas comenzaban, el intérprete fue recibido por una avalancha de periodistas, cámaras y micrófonos que buscaban arrancarle una declaración. Desorientado y agobiado, entendió que la batalla por limpiar su nombre recién se iniciaba. Durante las semanas siguientes, la prensa lo persiguió implacablemente, convirtiendo cada detalle de su vida en un titular sensacionalista. QUÉ FUE LO QUE DARÍN EXPLICÓ EN LA ENTREVISTA En una charla con Dante Gebel en el marco de su ciclo La Divina Noche de Dante, el actor se refirió por primera vez a lo ocurrido de manera visceral y desoladora, revelando momentos hasta entonces desconocidos de ese instante que oscureció su vida. Según recordó él mismo, todo parecía estar planeado para su humillación. Se convirtió en un espectáculo mediático que lo llevó a una celda, rodeado de paredes vacías y la angustia de no saber cuánto duraría ese sufrimiento. Mientras el país se sorprendía con las noticias, los periodistas y las cámaras se agolpaban frente a la comisaría. Fueron tres días que se sintieron como una eternidad. Con el tono calmado que lo caracteriza, Darín detalló que “tardaron diez años en averiguar a qué me dedico yo. ¿Es un poco raro, no? Es raro. Es raro porque en esa causa que nunca fue del todo aclarada... yo tengo mis propias opiniones al respecto”. “¿Quién compra contrabando en cuotas?”, ironizó el actor al recordar la conversación que tuvo con el juez. La imagen de un Darín atrapado en esta farsa burocrática, pagando pagarés y enfrentando la incredulidad de su propio círculo, es tan surreal como dolorosa. Así, insinuó que su caso fue utilizado para desviar la atención de temas más profundos. “Había algo muy gordo que estaba ocurriendo,” rememoró. Durante quince días, su nombre ocupó los titulares, pero de lo verdaderamente importante se habló poco. “Mi integridad, mi forma de ser, mi educación, me impedían salir a la calle porque yo quería explicárselo a todo el mundo, uno por uno, por la calle”, reveló. Y como no podía aclararlo de esa manera, se encerró en el mismo. Meses enteros evitando el público. Su mujer, Florencia Bas madre de su hijo pequeño en ese entonces, intentaba proteger la familia del acoso mediático que no cesaba. Incluso, amigos se distanciaron: “Los escuché decir en televisión: ‘El caso de los ricos y famosos’. Y el único que estaba en la picota era yo”, comentó Darín. Ricardo explico que Florencia le decía "Tenés que salir", tratando de animarlo. "La gente te quiere, te conoce", insistía, pero que él solo le respondía: "No me da el cuero". Finalmente, lo convenció a ir juntos al teatro. Al terminar la función, se encontró con una mujer en silla de ruedas que lo miraba fijamente, al principio intentó evitarla, pero algo lo hizo volver a mirarla. Entonces, ella le sonrió y le dijo: "Yo confío en vos antes que en la justicia argentina. No tengas vergüenza", estas palabras lo marcaron a fuego ya que en el medio de la multitud, una desconocida le devolvía la confianza que los medios y el sistema le habían arrebatado.
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