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  • Moverse más, enfermarse menos: cómo impacta el ejercicio físico en la salud, según un estudio

    Buenos Aires » Infobae

    Fecha: 08/03/2025 04:32

    Los investigadores estudiaron a 73.411 personas con un promedio de 56 años, utilizando dispositivos acelerómetros para medir su actividad física, gasto energético y tiempo sedentario, hallando una relación entre el movimiento y la prevención de enfermedades (Imagen Ilustrativa Infobae) Hacer actividad física hace bien. Y la ciencia sigue de cerca cada vez más los beneficios naturales -y protectores- que puede tener realizar ejercicios. Un estudio preliminar de la Universidad de Fudan en Shanghái (China), indica que las personas que realizan actividad física moderada a vigorosa pueden tener menos probabilidades de desarrollar ciertas enfermedades. Los resultados se darán a conocer en la 77.ª Reunión Anual de la Academia Estadounidense de Neurología, que se llevará a cabo del 5 al 9 de abril de 2025 en San Diego. El estudio también encontró que cuanto más tiempo pasaban las personas sentadas, más probabilidades tenían de desarrollar una de estas enfermedades. “Esta investigación destaca el papel de la actividad física y el sedentarismo como factores modificables que pueden mejorar la salud cerebral y reducir la incidencia de estas enfermedades”, explicó el autor del estudio, el doctor Jia-Yi Wu, de la Universidad de Fudan. “Es prometedor pensar que alentar a las personas a realizar estos cambios en el estilo de vida podría reducir potencialmente la carga de estas enfermedades en el futuro”. La investigación sugiere que el deterioro cognitivo leve puede estar vinculado con el nivel de actividad diaria, ya que quienes desarrollaron demencia presentaron un menor gasto energético, con una diferencia de 0,37 kilojulios por kilogramo respecto a quienes no padecieron la enfermedad (Imagen Ilustrativa Infobae) A partir de una base de datos del Reino Unido, los investigadores analizaron información de 73.411 personas con una edad promedio de 56 años que usaron dispositivos acelerómetros durante siete días para medir su actividad física, el gasto energético y el tiempo que pasaban sentadas. Estas son las 5 enfermedades que fueron tenidas en cuenta. Demencia El deterioro cognitivo leve es la etapa entre el declive cognitivo que se puede esperar del envejecimiento normal y el declive más serio de la demencia. Quienes lo padecen pueden experimentar dificultades para recordar, razonar o concentrarse, aunque estos problemas no siempre afectan su vida cotidiana. Según especialistas, el diagnóstico suele ser complejo, ya que los síntomas varían entre individuos y muchas personas no perciben los cambios en su memoria hasta que estos afectan sus actividades diarias. La actividad física ayuda a regular la presión arterial y mejorar la función del sistema circulatorio, lo que podría reducir el riesgo de sufrir un accidente cerebrovascular, según el estudio que analizó la relación entre el gasto energético y la incidencia de esta enfermedad (Imagen Ilustrativa Infobae) El estudio sugiere que mantenerse activo podría estar relacionado con una menor incidencia de demencia. La actividad física favorece la salud cerebral al mejorar la circulación sanguínea y reducir la inflamación, factores que pueden influir en el desarrollo de esta enfermedad. Las personas que desarrollaron demencia tuvieron un gasto energético diario promedio de 0,85 kilojulios por kilogramo, mientras que aquellas que no alcanzaron 1,22 kilojulios. Los kilojulios (kJ) son una unidad de energía. Se usan para medir cuánta energía tiene un alimento o cuánta energía usa el cuerpo. Si pensamos en la energía como la “gasolina” que necesitamos para movernos, respirar y pensar, los kilojulios nos dicen cuánta “gasolina” hay en lo que comemos o gastamos en nuestras actividades. Así, una kilocaloría (kcal) , que es lo que suele usarse en nutrición, es igual a 4,184 kilojulios (kJ). Accidente cerebrovascular Cada año, más de 11,9 millones de personas en todo el mundo sufren un accidente cerebrovascular (ACV), una de las principales causas de discapacidad y muerte, según el último informe de la Carga Global de Enfermedades (GBD, por sus siglas en inglés). En América Latina, la tasa de mortalidad sigue siendo alarmante, con un aumento del 24,1% en las muertes en las últimas tres décadas. La actividad física contribuye a mejorar la calidad del sueño, ya que regula los ciclos de descanso y disminuye el insomnio, facilitando un sueño más profundo y reparador, lo que podría ser clave para la prevención de múltiples enfermedades (Imagen Ilustrativa Infobae) El movimiento regular puede contribuir a la salud vascular y reducir el riesgo de accidente cerebrovascular. La práctica de ejercicio ayuda a mantener la presión arterial en niveles adecuados y a mejorar la función del sistema circulatorio. Según el estudio de la Universidad de Fudan en Shanghái, quienes sufrieron un accidente cerebrovascular presentaron un gasto energético de 1,02 kilojulios por kilogramo, inferior al de quienes no desarrollaron la enfermedad. Ansiedad (Imagen Ilustrativa Infobae) La ansiedad es una respuesta natural del organismo ante una amenaza, pero cuando se vuelve persistente e independiente de un peligro real, puede convertirse en un problema de salud. Según el psicólogo Ronald Siegel, de la Harvard Medical School, esta emoción cumplió un papel clave en la evolución, permitiendo anticipar y evitar riesgos. Sin embargo, cuando la preocupación se vuelve constante y desproporcionada, puede derivar en síntomas físicos como insomnio, trastornos digestivos y dolor crónico. Los investigadores utilizaron equivalentes metabólicos para medir el gasto energético y hallaron que las personas con mayor actividad física moderada a vigorosa tenían entre un 14% y un 40% menos de probabilidades de desarrollar enfermedades en comparación con quienes realizaban menos ejercicio (Imagen Ilustrativa Infobae) Estudios han demostrado que la actividad física ayuda a reducir la ansiedad al liberar neurotransmisores como las endorfinas, que generan sensación de bienestar. Además, el ejercicio regular puede disminuir los niveles de cortisol y adrenalina, hormonas del estrés que, en exceso, afectan el sistema cardiovascular, digestivo y nervioso. Antes de la pandemia de COVID-19, los trastornos de ansiedad afectaban al 7% de la población mundial, pero esta cifra aumentó al 27% en la población general y hasta un 43% en trabajadores de la salud. En la investigación citada, las personas que desarrollaron ansiedad presentaron un gasto energético de 1,10 kilojulios por kilogramo, menor que el de quienes no la padecieron. Además de la actividad física, los especialistas recomiendan la psicoterapia como una herramienta eficaz para tratar la ansiedad. En particular, la terapia cognitivo-conductual ayuda a enfrentar los miedos en lugar de evitarlos, una estrategia clave para romper el ciclo de preocupación constante. Permanecer sentado durante largos períodos se asocia con un mayor riesgo de desarrollar enfermedades (Imagen Ilustrativa Infobae) La actividad física también ha sido vinculada con una reducción en los niveles de ansiedad. Realizar ejercicio libera endorfinas y otros neurotransmisores que pueden generar sensaciones de bienestar y disminuir el estrés. En la investigación de la Universidad de Fudan, las personas que desarrollaron ansiedad presentaron un gasto energético de 1,10 kilojulios por kilogramo, menor que el de quienes no la padecieron. Depresión La depresión es una enfermedad que se caracteriza por una tristeza persistente y la pérdida de interés en las actividades cotidianas. Su origen es multifactorial e involucra aspectos genéticos, biológicos, ambientales y psicológicos. A pesar de su alta prevalencia, muchas personas no buscan ayuda debido al estigma o la falta de información. El estudio señala que moverse puede ser un factor protector contra la depresión. La actividad física no solo influye en el estado de ánimo, sino que también favorece la regulación del sueño y la producción de serotonina y dopamina. Los datos mostraron que quienes desarrollaron depresión tuvieron un gasto energético de 1,08 kilojulios por kilogramo, mientras que aquellos sin la enfermedad presentaron valores más altos. La depresión afecta a millones de personas en el mundo y su origen involucra factores genéticos, biológicos y ambientales, pero el estudio sugiere que la actividad física puede ayudar a regular el estado de ánimo y mejorar la producción de serotonina y dopamina (Imagen Ilustrativa Infobae) La evidencia científica sugiere que el ejercicio puede ser una herramienta complementaria en el tratamiento de la depresión, al reducir la inflamación y mejorar la conectividad neuronal. Especialistas recomiendan la actividad física regular como parte de un enfoque integral que incluya apoyo psicológico y, en algunos casos, tratamiento farmacológico. El estudio señala que moverse puede ser un factor protector contra la depresión. La actividad física no solo influye en el estado de ánimo, sino que también favorece la regulación del sueño y la producción de serotonina y dopamina. Los datos mostraron que quienes desarrollaron depresión tuvieron un gasto energético de 1,08 kilojulios por kilogramo, mientras que aquellos sin la enfermedad presentaron valores más altos. Trastornos del sueño El buen dormir es un factor clave de la salud humana. Las alteraciones e interrupciones del sueño afectan tanto la calidad como la cantidad de horas de descanso, lo que no solo provoca fatiga y dificultades para concentrarse, sino que también puede agravar afecciones de salud preexistentes. “El sueño tiene una función biológica esencial, ya que el buen descanso nocturno resulta fundamental para la prevención y manejo de varias enfermedades”, explicó en una nota de Infobae el doctor Daniel Pérez Chada (MN 47.085), presidente de la Fundación Argentina del Sueño y director de la Clínica del Sueño del Hospital Universitario Austral. Dormir bien es esencial para la salud y las alteraciones del sueño pueden afectar la concentración, el sistema inmunológico y aumentar el riesgo de enfermedades metabólicas, según especialistas que destacan la importancia de hábitos saludables (Imagen Ilustrativa Infobae) El déficit de sueño crónico se ha relacionado con problemas cardiovasculares, deterioro cognitivo, debilitamiento del sistema inmunológico y un mayor riesgo de obesidad y diabetes tipo 2. La evidencia científica indica que la actividad física puede ser una herramienta eficaz para mejorar la calidad del sueño y reducir el insomnio. En el estudio, las personas con trastornos del sueño registraron un gasto energético de 0,95 kilojulios por kilogramo, en comparación con los 1,22 kilojulios de quienes no tuvieron problemas de descanso. El ejercicio puede contribuir a mejorar la calidad del descanso. Mantener una rutina de actividad física ayuda a regular los ciclos de sueño y a reducir el insomnio, facilitando un descanso más profundo y reparador. En la citada investigación, las personas con trastornos del sueño registraron un gasto energético de 0,95 kilojulios por kilogramo, en comparación con los 1,22 kilojulios de quienes no tuvieron problemas de sueño. La evidencia científica indica que el ejercicio puede ser una herramienta complementaria en el tratamiento de la depresión, ayudando a reducir la inflamación y mejorar la conectividad neuronal, lo que podría integrarse con otros enfoques terapéuticos (Imagen Ilustrativa Infobae) La relación entre el sedentarismo y la salud Cuanto más tiempo pasan las personas sentadas, mayor es su riesgo de desarrollar una de estas enfermedades, con un aumento que oscila entre el 5% y el 54% respecto a quienes pasan menos tiempo en esta posición. “Algunos estudios anteriores se basaron en informes de personas sobre sus propios niveles de actividad. Con nuestra gran cantidad de participantes y el uso de dispositivos que brindan mediciones objetivas de los niveles de actividad, estos resultados tendrán implicaciones para evaluar los factores de riesgo y desarrollar intervenciones para prevenir el desarrollo de estas enfermedades”, agregó Wu. Para cuantificar el gasto energético, los investigadores utilizaron equivalentes metabólicos (MET). La actividad física moderada a vigorosa se definió como actividades con un gasto energético de al menos tres MET, donde caminar, planchar o limpiar suponía tres MET y el ejercicio más intenso, como andar en bicicleta, podía rondar los seis MET, dependiendo de la velocidad. Según los resultados, las personas con mayor gasto energético en actividad física moderada a vigorosa tenían entre un 14% y un 40% menos de probabilidades de desarrollar estas enfermedades en comparación con quienes tenían un gasto energético menor.

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