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Buenos Aires » Infobae
Fecha: 07/03/2025 04:55
Clip promocional de la película "¡Caigan las rosas blancas!", de Albertina Carri El cine de Albertina Carri parece no detenerse en límites de géneros ni en estructuras narrativas establecidas. Desde sus primeras películas, ha explorado nuevas formas de contar, desafiando convenciones y reconstruyéndolas desde una mirada radicalmente personal. Ahora, con su séptimo largometraje, ¡Caigan las rosas blancas!, la directora argentina vuelve a sumergirse en una búsqueda estética y política que interroga la representación del deseo (femenino) y los mecanismos de control en la imagen. ¡Caigan las rosas blancas!, que se estrena este viernes en Malba Cine, -la sala del Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires- con funciones programadas todos los viernes de marzo a las 22 hs., implicó, en palabras de su directora, internarse en “un territorio misterioso y, usando los géneros cinematográficos como los marcos para la metamorfosis a la que nuestras crisálidas se ven expuestas, hacemos arraigo en nuevos interrogantes”. Maru Rasdolsky Ensayo y error Caigan las rosas blancas sigue la historia de Violeta, una joven directora de cine que, años atrás, filmó junto a un grupo de amigas una película de porno lésbico amateur. Aquella experiencia, que surgió desde la autonomía y el deseo, se convirtió en un éxito inesperado. Ahora, Violeta recibe un encargo: dirigir una producción del género pero mainstream. Sin embargo, hay algo en ese nuevo proyecto la inmoviliza. No puede continuar. Sus ideas sobre los sistemas de géneros —tanto cinematográficos como sexuales— chocan contra las reglas de la industria, y entonces decide huir. El escape la lleva de Buenos Aires a San Pablo, atravesando geografías y transformaciones. En el camino, sus compañeras de viaje cambian, el grupo se expande y se contrae según el territorio y el estado de ánimo. Ciertas categorías parecen perder sentido. El cine, que hasta entonces había sido su eje, se desmorona ante la inmensidad de un paisaje que impone sus propias reglas. A propósito, en su nota de dirección, Carri se interroga sobre esta errancia y sobre la posibilidad de construir nuevas formas de relato. Y elige cita al filósofo y educador venezolano Simón Rodríguez, quien pasó a la historia como el consiglieri de Simón Bolívar nada menos: “O inventamos o erramos”, escribió el hombre en 1828, planteando la necesidad de formas pedagógicas propias para América Latina. Para Albertina Carri, aquello era “una apuesta política y filosófica sobre un territorio que ya vivía en la dictadura de lo real”. En el mismo texto recupera también la voz de la activista travesti Lohana Berkins: “Hay que ser muy valiente para ser mariposa en un mundo lleno de gusanos”. Esa idea de metamorfosis está en el centro del film: los personajes cambian, la narración muta con ellos, la película se transforma en cada plano. “Metamorfosearme en otros bichos narrativos y en otras formas del relato ¿podría ser un modo de rescatar el archivo de lo no dicho o el archivo de lo olvidado? ¿El mundo podría ser otro si nos plegáramos a formas y condiciones más sensibles? Intuyo algunas respuestas posibles a estas preguntas que se hace ¡Caigan las rosas blancas!, plantea la cineasta y escritora hija de desaparecidos. La metamorfosis Será por eso que en ¡Caigan las rosas blancas!, Carri vuelve a desarmar las estructuras del cine. Así como en Los rubios cuestionaba la memoria y en Las hijas del fuego liberaba el deseo de los códigos impuestos, en este nuevo filme explora errar como forma de resistencia. “Las mutaciones de los personajes obligan a la narración a acompañar esa metamorfosis con la cadencia que tiene cualquier proceso orgánico”, escribe la directora. “Como la hierba que devora los deshechos humanos o como el gusano que se alimenta para luego envolverse en seda y convertirse en un insecto completamente diferente: una mariposa que no sabe volar. Hasta que vuela.” En esa imagen final, una mariposa que aprende a volar, se condensa el sentido de la película. Como su cine, que nunca se detiene, que se transforma con cada película, que huye de lo establecido y se entrega a lo desconocido. Albertina Carri: una obra en transformación Nacida en Buenos Aires en 1973, Carri se ha convertido en una de las voces más singulares del cine argentino. Su filmografía atraviesa y desmantela los géneros, desde el drama familiar hasta el documental, pasando por la experimentación formal y la exploración del deseo. Su primera película, No quiero volver a casa (2000), ya daba señales de su mirada disruptiva, pero fue con Los rubios (2003) cuando su cine irrumpió con fuerza en el panorama internacional. En este filme, Carri reconstruye la historia de sus padres, desaparecidos durante la última dictadura argentina, y al hacerlo pone en cuestión las formas tradicionales del documental, proponiendo un juego de espejos entre la memoria y su representación. Más adelante, con Géminis (2005) y La rabia (2008), exploró la violencia y la transgresión en las relaciones familiares, mientras que en Cuatreros (2017) trabajó sobre el archivo y la imposibilidad de narrar ciertas historias. Con Las hijas del fuego (2018), su cine se volcó hacia la exploración del erotismo lésbico, proponiendo una mirada radicalmente liberadora sobre la sexualidad. Ahora, con ¡Caigan las rosas blancas! su cine vuelve a mutar, conservando el impulso de la exploración en una especie de fuga hacia adelante. * ¡Caigan las rosas blancas! se proyecta los sábados 7, 14, 21 y 28 de marzo a las 22 hs. en Malba Cine (Av. Pres. Figueroa Alcorta 3415, C.A.B.A.)
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