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  • La liberación de Santiago Caputo

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    Fecha: 06/03/2025 08:40

    El incidente con Manes desnudó que el protagonismo “sacado” de Caputo puede causarle daño a la gestión de Javier Milei que dice defender. Y a su propio desempeño como “estratega”. Su poderosa omnipresencia subterránea, plagada de mitos y verdades, derivó en apenas un par de días en reacciones intemperantes y públicas. Además de exponerse, exhibió sus limitaciones como supuesto mega estratega oficial. Y así el asesorísimo Santiago Caputo atraviesa su tiempo más complicado dentro del autodenominado Triángulo de Hierro mileísta. Su acto más reciente fue la patoteada al diputado radical Facundo Manes, el sábado en la inauguración de las sesiones ordinarias del Congreso. Primero se cruzaron en el recinto, con Manes enrostrando desde su banca un ejemplar de la Constitución a Javier Milei en su discurso. En un palco, Caputo lo desafió. Y luego salió a buscarlo a un pasillo, con exceso de testigos y de celulares activados en modo imagen. Manes lo denunció por amenazas coactivas. El apriete, desde ya, fue tan desubicado como inapropiado. Pero convendría que las nobles almas esperanzadas en la acción judicial bajen sus expectativas: nada saldrá de allí. Al menos mientras el hombre más poderoso del Gobierno -después del Presidente y su hermana Karina- conserve su influencia. No en vano, a su lado, en el palco legislativo del sábado, se sentó el secretario de Justicia, su amigo Sebastián Amerio, el hacedor de la llegada de Manuel García Mansilla y Ariel Lijo a la Corte Suprema. El incidente con Manes desnudó además que el protagonismo “sacado” de Caputo puede causarle daño a la gestión que dice defender. Y a su propio desempeño como “estratega”. Ese perjuicio tendría menos relación con la violencia mostrada, que parece ser un sello conceptual de fábrica de la cultura libertaria y de la nueva derecha global. “Los domamos”, según el latiguillo mileísta. En ciertos pasillos oficiales, el principal efecto negativo que se detectó sobre el accionar del asesor es que desvió la atención de los ejes que pretendió plantear el Presidente en su discurso en el Congreso, armado por el propio Caputo. De hecho, Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, se quejaron en las redes del espacio que se le estaba dando a una situación “anecdótica” o “nimia”, en vez de reparar en los anuncios presidenciales para su segundo año de administración. Electoral, encima. Bajo la figura del daño autoinflingido también se caracterizó el anterior episodio protagonizado por Caputo. Fue hace diez días, cuando el asesorísimo decidió interrumpir la grabación de una amena entrevista del Presidente con Jonatan Viale, para corregirlo en una explicación del escándalo Libra que podía complicarlo. No es la primera vez que se regraba algún fragmento en el que habla Milei, sí que se haya filtrado el “crudo” de ese momento. Por eso resultó hasta enternecedora la difusión posterior del aparente enojo presidencial por esa intervención del asesorísimo. El Operativo Distracción se había completado. Entre quienes lo siguen (o le temen) en el Gobierno cunde la celebración por el rol más expuesto de Caputo. Se destaca allí la nutrida jauría digital que lo venera, aunque algunos empiezan a recostarse sobre el vocero Manuel Adorni, con línea directa a la hermanísima Milei. Sin embargo, estos episodios también empezaron a animar a funcionarios con ciertas facturas internas pendientes. Al mismo Adorni, por ejemplo. O a Guillermo Francos, el jefe de Gabinete. Y a la silenciosa Sandra Pettovello, la intocable ministra de Capital Humano. El (¿ex?) todopoderoso Santiago Caputo acumula una lista de enemigos que suma adherentes. Y lo esperan. Con paciencia. Por Javier Calvo-Perfil

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