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  • ¿Cómo vivir?

    » Diario Cordoba

    Fecha: 06/03/2025 08:24

    En el silencio de cada noche, siempre la pregunta: ¿Cómo vivir viendo cómo crece ante mi alma la inmensa montaña de la Bestia? Y una y otra vez vuelve la pregunta: ¿Cómo vivir? ¿Cómo seguir vivo a través de otra noche, de otro miedo, de otra tentación a la comodidad, a inhibirme en a mí qué me importa, yo estoy bien, qué más da, para qué buscarme problemas, tensiones, enemigos? Y, a pesar de todo, la respuesta para otro amanecer: puedo vivir mucho, hacer mucho, hacer todo para evitar que siga creciendo esta Bestia que nos asola y va creciendo cada día. Ahora ya no me van a reprochar pesimismo, como me ocurría hace veinte, treinta años; ahora es una constatación diaria, el palpar, el oler, el masticar cómo se ha asentado la oscuridad en nuestras vidas, nuestras almas y nuestras esperanzas. Pero tengo que hacerme merecedor del descanso, y aún no me ha llegado ese momento, aún tengo vida para entregarla y evitar que crezca esa muerte. ¿Qué puedo hacer? Tengo una larga lista cada día: no mentir, sobre todo a mí mismo, ni permitir que me mientan, porque eso es permitir que me quiten la dignidad; no perder el tiempo en banalidades frente a una pantalla que me entontece; no ensuciar la naturaleza; no odiar a nadie, ni siquiera en los pensamientos; tomarme muy en serio mi responsabilidad política; no darme igual las cosas; no dejar a otros mi responsabilidad de pensar por mí mismo y de ser libre; no decidir en función de aliviar el miedo, para acabar siendo esclavo de él; no tirar comida; no maltratar a nadie; no creerme dueño de nada, sino depositario para otros; no hacerle el juego al dinero; no perder de vista nunca que nadie tiene poder sobre mí, a no ser que yo se lo dé; cuidar y respetar mi cuerpo, procurando su salud, y mi mente, no envenenándola de desidia, de derrotismo y de violencia; apagar la televisión, el móvil, todo aquello que me aísle de los demás; practicar la comprensión; no escuchar el discurso de los poderosos, de los que se enriquecen y de quienes justifican cualquier dominio. No devaluar mi tiempo, mis opciones ni mis cualidades. Entregar mi vida porque creo en la vida, aunque sepa que no veré ese mundo mejor en el que creo. Porque ésta es la diferencia entre la esperanza y la utopía. El utópico, en realidad, no cree en nada. Quien tiene esperanza cree hasta el extremo de dar su vida por aquello en lo que cree, aunque sepa que no lo va a disfrutar. Y, por fin, orar, orar cada día, a todas horas, porque sin contacto con el Espíritu es imposible no sucumbir, antes o después, al poder de la oscuridad. Pues la oscuridad, de la manera más sutil, se nos va colando como se cuela la niebla en una casa abandonada .

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