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  • Milei, dictador en Argentina y marioneta de Trump en el mundo

    » Comercio y Justicia

    Fecha: 06/03/2025 02:27

    Panorama nacional La situación de Argentina no debe evaluarse sólo por lo que sucede con el déficit fiscal, la inflación, el valor del dólar e incluso las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI), porque nuestra crisis es mucho más compleja; en ella, lo político, lo social y lo institucional viven cada uno por separados sus defecciones particulares, cuando últimamente muestran claros síntomas de una descomposición difícil de resolver, sobre todo por parte del Presidente, a partir de las extralimitaciones en el uso de las facultades constitucionales, gobernando dictatorialmente y cometiendo actos de innegable corrupción, que repercuten sobre su gestión. Con el salvaje y continuo ajuste en la economía, los síntomas se asemejan a un proceso de recesión permanente, que hace del mercado interno un ámbito de quejas, lamentos, desasosiegos y reacciones que son reprimidas por parte de las fuerzas especialmente preparadas para -sobre el infortunio- golpear sin importar sexos ni edades. Claro ejemplo se materializa con el martirio que sufren diariamente miles de jubilados. Dentro de este contexto, aumenta la inseguridad, que resulta de muy difícil contención, dada que la delincuencia de grupos juveniles -marginados desde que nacieron- transita los intersticios de una realidad social desbordada por la violencia, el narcotráfico y la desidia de los que lucran detrás del espanto. Por lo tanto nada se vislumbra sobre un cambio de raíz de esta política nefasta sobre derechos e intereses, como si dichos atributos sólo fueran una excepción para sectores de clases acomodadas y preparadas en sus inteligencias para ser manipuladores exitosos del mundo cripto y hacerse millonario sin trabajar. Todo en contra del mundo del trabajo y la producción, mientras observamos cómo desaparecen las pymes, se producen despidos masivos en el Estado, en tanto los sectores industrial y tecnológico son maltratados por el Gobierno, por ser superados -según Milei- por la fabricación de productos extranjeros más baratos y de mejor calidad. No encuentro el calificativo exacto a la desvergüenza presidencial que expone eufóricamente en foros internacionales por haber logrado el ajuste más grande de la historia de la humanidad, tener al mejor equipo de economía de todos los tiempos y el super mérito de su Gobierno de haber sacado a 10 millones de argentinos de la pobreza. Esto me anima a definirlo como expresiones y mentiras de un personaje siniestro que se mofa de sus delitos como si fuesen los mejores logros de su estupidez. Panorama internacional Mientras tanto, en el mundo, resulta por demás evidente la búsqueda de un cambio de época, frente a la caída de los imperialismos y el fracaso estrepitoso de ideologías caducas cuando surgen duros extremismos enfrentando a la decadencia de una partidocracia corrupta y venal, sobre todo en sociedades agrietadas y confundidas pero que reclaman nuevos paradigmas trascendentes y fundamentales para recuperar la armonía y el equilibrio en los pueblos y de la humanidad con el medio ambiente. Milei, identificado como un anarcocapitalista o anarquista de mercado, irrumpe en este escenario mundial mediante concepciones rupturistas con las instituciones mundiales, como lo hace en Argentina con las entidades intermedias, criticando tanto al liberalismo tradicional y al neoliberalismo, como al socialismo, rememorando el conservadurismo más oprobioso y rancio como el que hace años ya existió en Argentina. Su primera alineación internacional fue con EEUU, Inglaterra e Israel, aunque por el triunfo y asunción de Trump como nuevo presidente, por el endeudamiento con el FMI, por acuerdos con el empresario Elon Musk, quien ya forma parte del gobierno de Trump o las fuertes corporaciones financieras estadounidenses, Milei decide ampararse en el poder y decisiones de Trump, siendo una de sus primeras medidas abstenerse en la ONU, coincidentemente con EEUU aunque también con Rusia. Dicha abstención fue contra Ucrania y su ex amigo Zelensky. Estamos observando además que, con respecto a los posibles acuerdos entre Trump y Putin, en los que el presidente estadounidense deja sola a Europa y la OTAN, parece insinuar su estrategia sobre un nuevo poder mundial, encabezado por los países desarrollados, incluyendo además a la República Popular China, y posiblemente también a India, por su importante poderío económico y tecnológico. Esta propuesta de Trump es intentando negociar entre los grandes un nuevo orden mundial -como ya lo predijo- consolidando su propio espacio geopolítico con Canadá y Groenlandia y con América Central y Sudamérica. Mientras tanto, Europa, aislada y convulsionada por tales decisiones, a la que se suma también Inglaterra, intentan reconstruir otro poder independientemente de EEUU, defender a Ucrania ante el avance de los acuerdos entre EEUU y Rusia. Es decir, ante estos inesperados acontecimientos internacionales parece que Milei -sin tener muy en claro todas estas facetas- se adosa mansamente a Trump, poniendo fin a su sueño de líder mundial, aceptando ser un títere de Trump con sus iniciativas políticas y geopolíticas. Esto significa que el destino de Argentina, por ahora, parece que será el de un país entregado a las estrategias de EEUU, sabiendo que los países en vías de desarrollo podrán ser atosigados por políticas denigrantes que buscan degradarlos, confundirlos y entretenerlos en las pequeñas tesis, para que puedan -fácilmente- ser maniobrados ante estos avatares del cambio de época. Descomposición de los poderes del Estado Mientras tanto, en Argentina el proceso de descomposición institucional entre los poderes del Estado avanza, como lo ejemplifica el acto y discurso de Milei en el inicio de las sesiones ordinarias en el Congreso. Dicho ámbito se presentó semivacío por ausencia de diputados y senadores opositores y muchos gobernadores, la dura relación del Presidente con la vicepresidente, el nombramiento de jueces por medio de decretos, y las bandejas repletas de militantes de la La Libertad Avanza, caracterizaron tal espectáculo como un mitin oficialista. Su discurso repitió parte de su equivocada visión de lo que sucede en Argentina y, al cierre, el Gobierno emitió el decreto por el cual se daban de baja a más de dos mil empleados del Estado. Este régimen “democrático” sólo muestra cómo los tres poderes del Estado han dejado de representar y defender los intereses del pueblo argentino para proteger el cúmulo de privilegios que siguen sustentando. La reacción de los pueblos Sin embargo, advertimos que en la sociedad argentina -aunque no está perfectamente unida y armonizada entre sus distintos sectores- la mayoría comulga la clara idea de oponerse a tan aciago destino. Pero al haber sido mancillada en su dignidad, llevada a casi 50% de ella a situación de pobreza e indigencia, miles de desocupados o viviendo del trabajo y la producción informal, hizo que sus valores y virtudes se resintieran y hoy viven viendo caer en pedazos la esperanza de una recuperación que le restituya la dignidad conculcada. Este hecho confirma que una gran parte de la dirigencia política, gremial y profesional quedó enredada en el juego perverso de la especulación electoral mientras los partidos hacen lo imposible para sostener a este régimen pseudodemocrático, como única posibilidad de salvar sus privilegios. Esto está indicando que esta partidocracia intentará por todos los medios no enjuiciar al Presidente, e incluso aprobar el acuerdo con el FMI, porque así se lo exigen a Milei. La estrategia común del pueblo Ante esta realidad, existe una sola alternativa que es centrar la mira en un futuro de plena realización social, poniendo en marcha la unión estratégica de las organizaciones libres del pueblo, ya que como comunidad organizada de miles de entidades intermedias sin estar integradas a una misma propuesta de concepción y de acción comunes, será difícil producir un cambio de paradigmas que nos conduzca hacia una democracia social, reemplazando al “Club de Partidos”, hoy dedicado a proteger sus privilegios y disimular su continuismo. Los argentinos carecemos de una conducción estratégica, por lo que es indispensable guiarnos por nuestra historia y ver cómo las vertientes nacionales nos fueron transmitiendo los valores y virtudes de sus liderazgos, por lo cual cada argentino debe persuadirse que no podrá salvarse si no se salva el pueblo en su conjunto, y que el verdadero poder está en el sentido organizativo del pueblo y en la perennidad del movimiento nacional. Debemos convencernos de que, hoy, el pueblo es el único que puede producir el cambio que necesita y que sólo precisa una nueva camada de dirigentes que, munidos de la ética y la moral incorruptibles, asuman una conducción estratégica compartida, en la que nadie piense sacar algún provecho personal. Nuestra existencia digna, apasionada y profundamente humanista debe ser puesta al servicio de la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación. (*) Ex ministro de Obras Públicas de la Provincia de Córdoba

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